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Dirigentes del PP presionan a Rajoy para que corte la cabeza de Bárcenas

El líder conservador mantiene su silencio y agradece a los suyos su "paciencia y espíritu deportivo"

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Ayer se elevó un nuevo coro de voces dentro del PP reclamando la dimisión de su tesorero, Luis Bárcenas. "No entiendo cómo se puede soportar que siga en el cargo. Es de difícil explicación", señaló el consejero de Economía y Hacienda de la Comunidad de Madrid, Antonio Beteta.

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Después de que Esperanza Aguirre retara al senador por Cantabria a que sacara toda la información comprometida que tuviera sobre ella, resultó curioso ver a uno de los colaboradores de la presidenta madrileña reclamando su cabeza. Aguirre, que se mostró "encantada" de que no hubiera pasado nada tras una conversación telefónica con el tesorero, quiso zanjar la cuestión dejando en manos de Rajoy la decisión sobre la expulsión de uno de sus cargos de confianza.

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Pero dejó a sus fieles que hicieran el trabajo. Así, el consejero de Presidencia, Francisco Granados, reconoció que no tenía "elementos de juicio" para saber si Bárcenas debía dejar el cargo, pero consideró "importante que se levantara el secreto de sumario" para poder juzgar si lo que constaba era "razón de dimisión". Y Beteta se encargó de poner el resto de puntos sobre las íes. "Es un error enrocarse en un puesto", dijo, explicando que él no habría actuado igual porque "si en algún momento, con razón o sin ella, ves tu honorabilidad afectada, lo mejor que puedes hacer es dimitir y, como ciudadano particular, ir a los tribunales y defender tu honor".

No fue el único. El presidente de la Diputación de Ourense, José Luis Baltar, también se sumó a la lista de dirigentes conservadores que quieren ver a Bárcenas fuera del partido. Y hasta el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, dejó caer que le parecía "un planteamiento discutible, aunque claro y con fecha cierta", que el tesorero del PP hubiese dicho que dejaría su puesto si era imputado.

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Frente a todos ellos, el presidente del PP mantuvo ayer en público su habitual silencio sepulcral. Rajoy tenía una reunión con alcaldes de su partido y todo el mundo estaba pendiente de su mensaje. Sólo al final del encuentro, y tras recordar que el PP había ganado dos elecciones después de un año muy difícil, dio a los presentes las gracias por su "paciencia y espíritu deportivo".

A más de uno le pareció sorprendente que su jefe de filas resaltara lo del aguante. Más cuando el partido lleva cinco meses soportando continuos sobresaltos por sus vínculos con la trama de corrupción dirigida por Francisco Correa.

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La reunión era para hablar de financiación. Y Rajoy lo hizo. Juzgó que la autonómica era una "chapuza" y, en cuanto a la local, anunció que su partido irá a los tribunales si el Gobierno y la Federación Española de Municipios y Provincias pactan un modelo a sus espaldas. En el PP tratan de demostrar que hay vida más allá del caso Gürtel. Pero cada vez se les antoja más difícil vender sus mensajes.

En esa reunión nadie oyó que se citara el nombre del tesorero o del presidente de la Generalitat valenciana, Francisco Camps. Aunque ambos eran la comidilla en el PP. Sin embargo, Rajoy sí que habló de ellos con algunos de sus colaboradores más estrechos a lo largo del día.

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En el PP, desde luego, parece que la paciencia ha llegado a su límite. Y mientras se espera que el foco valenciano se archive, la rebelión contra Bárcenas crece. Son muchos los que están convencidos de que tiene los días contados y piensan que Rajoy terminará por precipitar su salida, antes de que el Supremo pida el suplicatorio. Pero el círculo del líder del PP afirma que su jefe no va a ceder a las presiones y destaca que no sería consecuente con su defensa sobre la presunción de inocencia. Para más inri, la vicesecretaria general de Organización, Ana Mato, barría ayer toda crítica explicando que no había novedades y que estaban "pendientes de la Justicia".

Hay quien cree que a Bárcenas "se le ha ido la cabeza" y, ante esa circunstancia, piensan que Rajoy debería reconsiderar su postura. Si le echa, lo que no podrá hacer es venderlo como un pacto, porque el tesorero ya desveló en su entrevista en ABC el acuerdo al que había llegado con su presidente.

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