"Dios mío, se ha desconectado"
El Supremo debe decidir si se revisa el caso de Meño, que lleva 21 años en coma tras operarse de la nariz
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"Dios mío, se ha desconectado". Son las palabras del doctor Ignacio Frade que pueden hacer el milagro que necesita la familia Meño para que el Tribunal Supremo ordene revisar su caso. Un caso que comenzó el 3 de julio de 1989 cuando su hijo Antonio, entonces de 18 años, se sometió a una rinoplastia. Desde entonces está en coma vegetativo y los pleitos iniciados por sus padres, lejos de darles la razón, han concluido con su condena a pagar 400.000 euros en costas, lo que les ha supuesto el embargo de su casa.
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El testimonio de Frade, que apunta a una negligencia médica, es la principal carta con la que cuenta la familia para que la Sala de lo Civil del Supremo ordene revisar los fracasos que acumulan en la vía penal y en la civil. Si el tribunal estima la demanda de revisión planteada por el abogado de los Meño, Luis Bertelli, se revocará la última sentencia dictada y la Justicia podrá volver a pronunciarse, pero esta vez con todas las pruebas en la mano.
La clave que puede permitir la revisión del caso, petición que apoya la Fiscalía del Supremo, es la declaración del doctor Ignacio Frade, recién licenciado en Medicina en 1989 y que asistía a la operación como mero espectador. Ha hablado ahora, después de tantos años, tras encontrarse con el campamento que la familia Meño ha instalado en la madrileña plaza de Jacinto Benavente, junto a un edificio del Ministerio de Justicia.
Frade aseguró ayer ante el tribunal que el cirujano que realizó la operación, el doctor Miguel Ballester, ya fallecido, le aseguró que lo ocurrido ese día de hace 21 años y cuatro meses se había saldado con la condena del anestesista, Francisco González. Olvidó el caso hasta que se topó con "la tienda de campaña" y vio "con sorpresa" que había sido absuelto y que se reclamaban las costas a los padres del aquel joven que nunca más se volvió a levantar de una camilla.
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"Contengan la emoción", pidió el presidente de la Sala
Según Frade, durante la intervención él mismo se percató de que se había producido una alteración del ritmo cardiaco del paciente y el cirujano ordenó avisar al anestesista. El testigo relató que este facultativo debe estar presente durante toda la operación, controlando los monitores y los tubos a los que está conectado el enfermo. En la clínica Nuestra Señora de América, añadió, era una práctica habitual que estuviera en dos operaciones simultáneamente.
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Cuando el anestesista volvió al quirófano a atender a Antonio Meño, levantó las gasas que le cubrían y comprobó que se había desconectado el respirador. "¡Dios mío, se ha desconectado!", gritó, según el testigo. El aludido, el anestesista Francisco González, dijo no recordar a Frade y negó ante el tribunal su versión de lo ocurrido.
Al ser esta la clave del caso, porque, según Frade, "un buen anestesista no se ausenta de quirófano", fue interrogado con insistencia por los abogados de las defensas. A preguntas del letrado de la clínica, el testigo explotó: "No me líe con sus preguntas", espetó Frade. El público, compuesto por periodistas y familiares y amigos de Antonio Meño, que hasta estuvo un rato en la sala de vistas, rompió a aplaudir. El presidente de la Sala Primera, Juan Antonio Xiol con el tono pedagógico que desplegó durante la vista, informando en todo momento del siguiente paso que se daba en la vista advirtió a los presentes de que debían contener "las muestras de emoción", porque si no, se vería obligado a desalojar la sala.
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No lo hizo ni cuando terminó su alegato el abogado de los Meño, que también fue acogido con aplausos. "Con el testimonio de Frade todas las piezas del puzzle han encajado. Lo que queremos es que a la familia no se le diga más que tenga suerte', sino que tenga justicia", resumió el letrado tras abandonar el alto tribunal.
Para Juana Ortega, madre de Antonio Meño, Frade es "un ángel" que ha tenido el valor de enfrentarse al tribunal. "Cuando me dijo lo que ocurrió, me harté de llorar porque he estado 21 años engañada, pensando que se había ahogado por un vómito. Ahora me doy cuenta de que si hubiera sido así, la infección habría llegado al pulmón y mi hijo habría muerto. Y me doy cuenta ahora, después de 21 años. ¡Pero qué tonta soy!", exclamó, recordando la explicación que hasta ahora se ha tenido de lo sucedido.
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Durante la vista, las defensas no sólo pusieron en duda la versión de Frade. La madre de otro niño que, según ella, fue operado el mismo día que Frade, también fue cuestionada. "En la sala de espera empezamos a oír revuelo, la gente comentaba que se habían cargado a un tío como un castillo por la anestesia", dijo.
El fiscal del Supremo fue el último en intervenir. "Este fiscal todavía no se ha enterado de quién estaba en el quirófano y qué pasó. Hay versiones distintas. Y un dato absolutamente nuevo. La firmeza de este testigo, que ha sido contundente, hace que por lo menos haya que llevar a los órganos judiciales todas las pruebas", afirmó a favor de la revisión del caso.
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1. Agotadas todas las vías
La familia Meño ha agotado la vía penal y la civil para intentar que se haga justicia y se les conceda una indemnización que ayude a atender a Antonio cuando a sus padres "les falten las fuerzas", señaló su abogado, Luis Bertelli.
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2. La solución
Agotadas todas las vías, sólo la revisión de una sentencia firme permite estudiar de nuevo el caso. Pero es una medida extraordinaria para evitar la inseguridad jurídica que significaría que los asuntos se pudieran juzgar una y otra vez.
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3. Cuándo se puede hacer
La Ley de Enjuiciamiento Civil prevé esta posibilidad en cuatro casos concretos. Uno de ello consiste en que después de "pronunciada la sentencia, se recobraren u obtuvieren documentos decisivos, de los que no se hubiere podido disponer por fuerza mayor o por obra de la parte en cuyo favor se hubiere dictado".
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4. Cuál es aplicable al caso
Pese a que las defensas mantienen que sólo se podría aplicar el cuarto caso (si se hubiere ganado injustamente en virtud de maquinación fraudulenta), el fiscal destacó el testimonio del doctor Ignacio Frade y el hecho de que la clínica no haya facilitado ni siquiera el listado de quién estaba ese día en el quirófano.