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El conde hace negocios con los jornaleros de Marinaleda

Cayetano de Alba acuerda estudiar la comercialización conjunta de productos de la localidad sevillana

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El líder jornalero Diego Cañamero, flaco y de piel colorada, se plantó ayer de nuevo en el cortijo Las Arroyuelas, una finca de casi 1.200 hectáreas propiedad de la Casa de Alba, acompañado de una nutrida representación del sindicato que dirige, el SAT, y del barbudo alcalde de Marinaleda y diputado andaluz de IU, Juan Manuel Sánchez Gordillo. A la entrada de la finca, Cañamero leyó un escrito en el que exigía a Cayetano de Alba, conde de Salvatierra, que rectificase sus delirantes declaraciones en el programa Salvados; la contratación legal y respetando los convenios en sus fincas de toda la mano de obra posible y el arrendamiento de propiedades de la Casa de Alba a precios simbólicos a los jornaleros.

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Cañamero repartió a continuación a los medios de comunicación un extracto de una investigación de Leandro Álvarez Rey, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Sevilla, en el que se relata lo siguiente: "En 1933, el Instituto de Reforma Agraria dispuso que se organizara una comunidad de 80 obreros campesinos y que se tomara posesión efectiva" de la finca Las Arroyuelas, donde ayer el conde recibió a los jornaleros. El duque de Alba presentó un recurso judicial y obtuvo el apoyo de la derecha, lo que finalmente implicó que los jornaleros sólo pudieran ocupar la finca en 1936, tras la victoria electoral del Frente Popular.

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Cayetano de Alba rectifica: "El PER es un mal menor del campo andaluz"

Pero llegó, luego, el golpe fascista. "Tenemos constancia prosigue el historiador del trágico final de algunos de los miembros de aquella comunidad de campesinos que la República intentó asentar en Carmona. Varios de ellos fueron fusilados, obteniendo de los militares y falangistas lo que la República no había logrado concederles: un trozo de tierra. Aunque esa tierra no fuera otra que la de las fosas donde fueron enterrados sus cuerpos". Y el cortijo regresó a la Casa de Alba.

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75 años después de aquellos crímenes, los jornaleros avanzaron hacia su cita con Cayetano de Alba, quien salió a recibirlos. Fue recibido con ironía: "¿Dónde ha dejado la espada?", se escuchó. El conde de Salvatierra saludó con un "Hola, buenos días" y un apretón de manos a Cañamero y Sánchez Gordillo y les acompañó a ratos en silencio (roto por los gritos de "queremos trabajo, los vagos" de varios trabajadores), a ratos charlando, hasta un despacho del cortijo, en el que el Ayuntamiento de Carmona ha descubierto una edificación ilegal, ahora en vías de legalización.

La República dio a los obreros la finca en la que ayer se reunieron

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Y Cañamero, Gordillo y dos representantes más del sindicato se encerraron durante más de una hora con el conde y sus asesores y le explicaron lo que es realmente el PER. Y de ahí salió una especie de mea culpa de Cayetano, presionado hasta por su madre. Dijo el conde: "He aprendido mucho de los jornaleros. [Cosas que] yo, a pesar de dirigir una empresa agrícola, no conocía. Para mí, ahora, el PER es un mal menor dentro de los problemas del campo de Andalucía". Además, el conde y los jornaleros, en un ambiente distendido y cordial, hicieron negocios. Pactaron tres cosas que Cayetano de Alba se comprometió a llevar adelante: la creación de un centro de formación de trabajadores del campo en la Sierra Sur de Sevilla, estudiar la posibilidad de comercializar en Europa conjuntamente los productos elaborados por las cooperativas de Marinaleda, donde gobierna Sánchez Gordillo, y explorar la contratación de trabajadores del sindicato. Sobre la vuelta al medievo y la espada, el conde dijo: "Eso era una cuestión personal, no tiene que ver con nadie ni con nada".

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