Los nacionalistas han conquistado Barcelona. El veterano Xavier Trias, candidato por tercera vez a la alcaldía, ha puesto fin a la histórica hegemonía de la izquierda en la capital y ha culminado el cambio de ciclo abierto el 28-N. La abstención rebasó levemente el 46%, como en el año 2007.
Según los primeros resultados parciales, el antiguo conseller de Sanidad de Jordi Pujol está en condiciones de ser el nuevo alcalde de la ciudad con una previsión de al menos 14 concejales sobre el total de los 41 en juego, una vez escrutado más del 70% del voto. Necesitará, sin embargo el apoyo de terceros. El PP, que podría sumar dos nuevos escaños y pasar de 9 concejales, garantizaría la estabilidad del nuevo Gobierno municipal, en un claro giro de centro-derecha. El crecimiento electoral del PP, virtual ganador en Badalona, el varapalo sufrido por ERC y la fuerte expansión del partido xenófobo Plataforma per Catalunya (PxC), completan el mapa provisional del 22-M.
La derrota del PSC (11) en Barcelona es irreversible y, pese al buen resultado de ICV-EUiA (5), perderá su último gran bastión electoral, auténtico símbolo de la izquierda en Catalunya. Destaca también la suerte de ERC (2), uno de los antiguos socios del PSC en el Ayuntamiento y en el anterior Gobierno de la Generalitat, que experimenta un sensible correctivo tras la arriesgada alianza independentista formada con el partido de Joan Laporta (Democràcia Catalana) y el Reagrupament.
El PSC encajó enseguida el resultado de Barcelona como un hecho previsible. El secretario de organización, Miquel Iceta, no tardó en comparecer en público para elogiar el esfuerzo de Jordi Hereu en Barcelona y resaltar el 'magnífico resultado' que los sondeos otorgan a los socialistas en Lleida y Tarragona, donde podrán conservar el poder.
La ciudad de Girona, gobernada también desde 1979 por el PSC, puede pasar igualmente a manos de CiU, que aparece ligeramente por delante del PSC en un tenso codo a codo en votos. La espectacular e inesperada irrupción en el consistorio de la Candidatura de Unidad Popular (CUP), plataforma de la izquierda radical e independentista, constituye la gran sorpresa de la ciudad, hasta el punto de desplazar en número de concejales a los ecosocialistas de ICV.
En su primera valoración tras los primeros datos oficiosos, Iceta señaló sintomáticamente que las estimaciones de los resultados confirman lo que apuntaban las últimas encuestas, según las cuales el PSC perdería la alcaldía de Barcelona con cuatro concejales menos que CiU. El viceprimer secretario y portavoz del PSC admitió el mal resultado de Barcelona, pero aseguró que 'los socialistas nos sentimos orgullosos' de la campaña llevada a cabo por Jordi Hereu.
El resultado de Barcelona fue acogido con entusiasmo en la sede de CiU, en una reedición del ambiente vivido el 28-N tras la victoria en las autonómicas. El vicesecretario general de CiU, Oriol Pujol, destacó en una primera valoración la 'necesidad de cambio' que traduce la victoria de Barcelona tras 32 años de gobierno de la izquierda. Duran i Lleida celebró el suceso como un gran triunfo.
La idea de cambio parece haberse impuesto de forma inexorable, más allá de los programas y los candidatos. Aunque muy alejada de la mayoría absoluta (21 escaños), la victoria de Xavier Trias en Barcelona como candidatura más votada consuma la profunda mutación del mapa político de Catalunya.
En primer lugar, supone la consolidación definitiva de CiU como fuerza hegemónica tras haber recuperado el poder de la Generalitat en noviembre con un amplio respaldo popular (38,4%). De acuerdo con el resultado, el desgaste sufrido por la política de recortes no se habría traducido a las urnas.
Aunque digna, la derrota socialista en Barcelona significa también la puntilla del PSC, cuyas bases electorales ya fueron diezmadas el 28-N al obtener un humillante 18,4% de sufragios. Desde entonces, el partido ha permanecido prácticamente inmóvil a la espera del desenlace de las municipales.
La derrota del PSC es particularmente severa, tras haber obtenido un 33,6% del voto en Barcelona en las últimas elecciones de 2007. A pesar del enorme esfuerzo personal desplegado desde la disputa de las primarias, la derrota de Jordi Hereu constituye la inmolación del último liderazgo en activo el seno de la organización, que da paso a un espacio vacío hasta el congreso de otoño.
En estas condiciones, el PSC pierde hoy por hoy su liderazgo como eje vertebrador de la izquierda, a la espera de que el cónclave del partido lleva a cabo la catarsis política pendiente desde el 28-N y encuentre un recambio de peso al frente de la organización. El pulso entre la poderosa federación de Barcelona, bastión de Jordi Hereu, y el aparato de la calle Nicaragua, dirigido por José Montilla, Miquel Iceta y José Zaragoza, se ha resuelto definitivamente sin ningún ganador y todos vencidos. El PSC comienza una nueva etapa coincidiendo con una fase de inusitada agitación en el espacio de la izquierda.
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