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Actualizado:El riesgo era máximo. Si la Policía franquista detectaba esa reunión, la vida de sus participantes estaría en serio peligro. Aun así, el 14 de septiembre de 1947 varios militantes del sindicato CNT se atrevieron a celebrar una sesión plenaria en Madrid. Lo que ninguno de ellos supo jamás fue que la CIA estaba allí dentro, tomando notas. De hecho, el espionaje americano contra los anarcosindicalistas españoles continuó durante varias décadas, tal como lo confirman distintos documentos desclasificados parcialmente por EEUU.
Sin embargo, aún resulta imposible conocer el verdadero alcance de aquellos reportes de los servicios secretos. Tampoco puede descifrarse lo que todavía se esconde bajo los tachones negros que aparecen en los documentos elaborados por los funcionarios de la CIA en España durante al menos cuarenta años, tanto en dictadura como en democracia. Según ha podido confirmar Público, la Inteligencia de EEUU sigue ocultando información sobre sus controles a distintas organizaciones libertarias, socialistas y comunistas de este país.
Este periódico ha recogido una amplia cantidad de documentos elaborados por la CIA entre 1945 y 1985, un periodo en el que se elaboraron numerosos informes sobre las actividades de sindicatos como CNT o UGT. También se efectuaron reportes que aludían al nacimiento y consolidación de CCOO, así como sobre el Partido Comunista de España (PCE) o el Partido Socialista Obrero Español (PSOE). En este último caso, la actuación de los informantes de la CIA llegó a incluir un pormenorizado análisis sobre la llegada de Felipe González al gobierno en diciembre 1982, así como sobre los integrantes de su ejecutivo.
Anarquistas en la mira
Los espionajes al anarquismo español incluyeron también a la Federación Ibérica de Juventudes Libertarias (FIJL). Un informe elaborado el 6 de junio de 1947 situaba a los responsables de ese grupo en Toulouse, e incluso daba detalles sobre las funciones que desempeñaba cada uno de ellos a nivel interno. Aparecen así los nombres de míticos militantes libertarios en el exilio, como Joaquina Dorado –identificada como “secretaria administrativa” del grupo juvenil anarquista- o Liberto Sarrau, al que señalaban como “secretario de Relaciones”.
En los informes se oculta cualquier dato sobre quiénes eran los destinatarios de las investigaciones
En el documento de la CIA también figuraba el anarcosindicalista catalán Francisco Martínez Márquez, quien dos años más tarde sería asesinado por la Policía franquista en una calle de Barcelona. En su informe de junio de 1947, la Inteligencia americana lo había identificado como responsable de Propaganda y Prensa en el Comité Nacional de la FIJL.
En ese contexto, prácticamente todos los informes elaborados sobre las actividades de CNT u otras organizaciones libertarias –ya fuese en España o en el exilio, principalmente en Francia- contienen tachones que impiden conocer su contenido completo. De esta manera, se oculta sistemáticamente cualquier dato sobre quiénes eran los destinatarios de las investigaciones realizadas y se “mutilan” distintos párrafos de los trabajos elaborados por los espías respecto a los militantes anarcosindicalistas.
Seguimientos al PCE
Lo mismo ocurre con la voluminosa documentación que afecta directamente al PCE. Los comunistas españoles fueron objeto de numerosos escritos con sello de la CIA que aún hoy se mantienen bajo secreto. Al igual que en el caso de CNT, los archivos relacionados con este partido fueron desclasificados de manera parcial.
Uno de esos informes, fechado el 9 de agosto de 1947, relata con lujo de detalles lo ocurrido un día antes en el “encuentro de varios partidos políticos españoles y sindicatos” que había sido convocado en París por Diego Martínez Barrio, presidente de la República en el exilio. Según documentó el servicio secreto, durante aquella reunión se abordó la situación que atravesaba España, incidiendo en las posibles vías de acuerdo para tratar de ponerle freno a la dictadura franquista. Entre otras cosas, se explica que el encuentro duró siete horas y se transcriben las distintas opiniones formuladas por los participantes, entre los que se encontraban miembros del PCE, además de Izquierda Republicana, ERC, PNV, PSUC o CNT.
Los seguimientos a comunistas españoles se centraron especialmente en Santiago Carrillo, una de sus principales figuras. Durante más de cuarenta años, la CIA incluyó su nombre en distintos informes. Ocurrió en dictadura, pero también tras la muerte de Franco: a finales de 1976, el ex secretario general del PCE fue citado en dos documentos catalogados como “Top Secret” por la Inteligencia de EEUU. Según ha podido comprobar Público, ambos informes tienen varias partes censuradas, e incluso en uno de ellos se llega a censurar el contenido de un folio entero.
La CIA acusaba al líder del PCE de haber estado vinculado “a los crímenes de la Guerra Civil"
En uno de esos trabajos, fechado el 24 de diciembre de 1976, se analizaba la situación creada tras la detención del dirigente comunista un par de días antes en la capital española. “Carrillo, quien se exilió durante la Guerra Civil, aparentemente pasó gran parte de su tiempo en los últimos meses viviendo clandestinamente en Madrid. El gobierno puede haber sido consciente de su presencia, pero -de acuerdo con su voluntad general de hacer la vista gorda ante muchos tipos de actividad comunista- no le buscó”, denunciaba la central de inteligencia.
Acusaba además al líder del PCE de haber estado vinculado “a los crímenes de la Guerra Civil, principalmente la ejecución de unos 10.000 prisioneros nacionalistas en 1936”, al tiempo que advertían que no podría ser juzgado debido a que “el decreto real de amnistía emitido el verano pasado aparentemente perdona cualquier crimen político cometido desde la Guerra Civil”.
El 31 de diciembre de 1976, la CIA advertía en un nuevo informe calificado como “Top Secret” sobre la posibilidad de que Carrillo –que para entonces ya había sido puesto nuevamente en libertad- se convirtiese en objeto de un atentado por parte de “grupos terroristas de ultraderecha” debido fundamentalmente “a su posición en el partido y su supuesta participación personal en las atrocidades de la Guerra Civil”. “Carrillo es muy odiado por los ultraderechistas, que pueden sentirse obligados a resolver el problema con sus propias manos”, apuntaba. En esa línea, señalaba que una derecha “frustrada y aislada” podía sentirse “atraída por métodos ilegales”.
El papel de CCOO
La creación del sindicato CCOO también captó la atención de los espías americanos en España. Su evolución y sus vínculos con la izquierda española merecieron un capítulo propio dentro de un informe secreto elaborado en 1983 y titulado “El rol del comunismo entre los trabajadores de Europa del sur”. “Creemos que el éxito inicial de CCOO se debió principalmente a las habilidades superiores de organización de los comunistas”, subrayaba la CIA. Algunos párrafos después, advertía sobre la “influencia” que ejercían dentro de ese sindicato los “prosoviéticos”, aunque la parte del texto que profundiza en ese asunto ha sido censurada.
Madrid, sudeste de Castilla, Barcelona, Andalucía Central y sudoeste de Galicia eran las regiones donde más fuerza tenía CCOO
Asimismo, el informe elaborado sobre CCOO incluía una ficha sobre la cantidad de miembros que formaban parte de esa organización, además de la “influencia del Partido Comunista en el sindicato” –identificada como “alta”- y la “congruencia” entre las políticas desarrolladas por ambas organizaciones –también calificada como “alta”, aunque puntualizaba que existían “algunos disidentes”- y sus “regiones de notable fuerza”, entre las que situaba “Madrid, sudeste de Castilla, Barcelona, Andalucía Central y sudoeste de Galicia”. En cuanto a sus “sectores de dominio”, identificaba las áreas laborales de “Construcción, Metal y Textil”.
Las relaciones entre este sindicato y el PCE también fueron objeto de análisis en un documento elaborado por la CIA en 1985 bajo el título de “España: comunismo en crisis”. Allí señalaba que “CCOO brinda a los comunistas una base de apoyo que ningún rival puede igualar”. “CCOO actualmente goza de la misma fuerza nacional que la UGT socialista, y la impopularidad de las políticas de reconversión industrial del gobierno y las reformas de la seguridad social incluso podrían darle a CCOO una ventaja en la próxima ronda de elecciones de representantes sindicales en 1986-1987”, afirmaba.
En tal sentido, la CIA mostraba su preocupación ante la posibilidad de que el PCE “tenga éxito hasta cierto punto al usar a CCOO de la misma manera que los comunistas portugueses de línea dura usan al sindicato CGTP en su país como un ariete implacable que recurre a continuas huelgas y manifestaciones para socavar cualquier gobierno que esté en el poder”.
El gobierno de Felipe
La Inteligencia estadounidense también prestó especial atención a la llegada del PSOE al gobierno español. De hecho, en diciembre de 1982 elaboró un primer documento reservado a modo de “primera mirada” sobre el “equipo de González”. “El primer ministro (sic) Felipe González ha seleccionado a jóvenes moderados, competentes y con experiencia administrativa para su gabinete. Si bien clasificamos a la mayoría de los ministros como socialdemócratas, nos sorprende que González ha incorporado a representantes de todos los sectores del Partido Socialista a su gobierno con la notable excepción de la facción marxista radical crítica”, argumentaba.
El informe dedica varias páginas a analizar las principales características de los miembros del gabinete socialista. Queda bien claro que Fernando Morán, quien había sido designado ministro de Exteriores, no gustaba ni un pelo a los agentes de la CIA: el político socialista era situado como “algo más izquierdista y doctrinario que el resto del gabinete”. Por ello, vaticinaban que “González intentará restringir la autonomía de Morán y mantener las relaciones con los Estados Unidos, Europa y América Latina bajo su control personal”.
Un presidente "no ideologizado"
Sobre el presidente, la agencia estadounidense decía que era “políticamente pragmático y no ideologizado”. No opinaban lo mismo del ministro Alfonso Guerra, a quien atribuían un “estilo confrontativo” y una “retórica izquierdista”, además de situarle como el “abanderado anti-OTAN de su partido antes de que España se uniera a esa organización”. Les caía bastante mejor Narcís Serra, a quien atribuían el don de combinar “el pragmatismo con una imagen radical deliberadamente cultivada derivada del tiempo de estudiante universitario para servir de puente entre las alas moderada e izquierdista del partido”.
Uno de los favoritos de la CIA en el primer gobierno de González era el ex diputado Enrique Barón Crespo, por entonces ministro de Transporte, Turismo y Comunicaciones. “Los funcionarios de la embajada de los Estados Unidos lo consideran uno de los parlamentarios más importantes de su partido”, señalaba el organismo americano en su trabajo.
Flores para Barrionuevo
El informe también elogiaba a José Barrionuevo, el ministro de Interior de Felipe González que acabó condenado por la justicia debido a su vinculación con el GAL. “Los oficiales de la Embajada de EEUU informan que es un administrador eficaz y no se le considera un ideólogo. Él se describe a sí mismo como un socialdemócrata”, resumía la CIA en su documento. Seis meses después, un nuevo informe de la central de inteligencia dedicado a analizar la primera etapa del gobierno socialista aplaudía que Barrionuevo había adoptado “una postura firme hacia ETA, afirmando públicamente que el terrorismo sólo puede ser erradicado por medidas policiales, atenuadas por la negociación sólo cuando Madrid tiene una clara ventaja”.
“Esta dura respuesta al terrorismo, en nuestra opinión, produjo cierto progreso. Una rama de ETA prácticamente colapsó, y el nivel general de violencia en el País Vasco ha disminuido un poco en los últimos meses”, señalaba la agencia de Inteligencia. Sin embargo, resulta imposible leer el apartado dedicado a Barrionuevo en su totalidad: al igual que en otros tantos documentos de la CIA, una parte del texto fue declarada secreta.
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