Cabanyales con final feliz
Arquitectos y vecinos debaten en Valencia sobre las soluciones adoptadas por otras ciudades españolas para desarrollar su urbanismo sin acabar con los barrios históricos
Publicidad
La alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, desprecia el mar. Esta es una de las conclusiones más escuchadas en las jornadas sobre El Cabanyal, el barrio de pescadores de la ciudad, que finalizaron ayer y que durante tres días han reunido a arquitectos y urbanistas de toda España.
Publicidad
El encuentro estaba auspiciado por el Ministerio de Cultura, que hace un año paralizó el plan urbanístico estrella de la alcaldesa: prolongar la avenida de Blasco Ibáñez hasta la playa a costa de la demolición de 1.600 viviendas de alto valor histórico en El Cabanyal. Actualmente, esta intervención se encuentra suspendida de manera cautelar por el Tribunal Constitucional.
Partir un casco antiguo es "una aberración", según un arquitecto
Las jornadas han servido para explicar otros casos en España similares al de El Cabanyal y que tuvieron un final feliz. El más llamativo es el del casco romano de Zaragoza, cuyo ayuntamiento pretendía destripar a finales de los sesenta para que el paseo de la Independencia llegara hasta el río Ebro. Para acometer las obras se organizó un concurso de proyectos que ganó el arquitecto José Ramón Menéndez. "Le di la vuelta. Lo importante no era el paseo, sino el centro histórico. Propuse diversificar y ramificar el tráfico respetando el núcleo romano, pero también el musulmán y el medieval".
Publicidad
La situación es prácticamente calcada a la de El Cabanyal: un casco antiguo que se quiere partir en beneficio del tráfico. "Es una aberración", sostiene Menéndez, para quien la actitud de políticos como Barberá "es propia de colonizadores que llegan a un lugar cuya lengua y costumbres no entienden e imponen las suyas". El de El Cabanyal sería un alfabeto de calles amplias y en retícula, de casas bajas con herencia modernista, de gente humilde y orgullosa de sus orígenes marineros. Y el de la alcaldesa un exabrupto de hormigón, "la línea recta clavada sobre el mapa", según Menéndez.
La Trinidad y el Perchel de Málaga también vivieron bajo la amenaza de "la línea recta". Transcurrían los setenta, la ciudad engordaba hacia la otra orilla del Guadalmedina y estos barrios empezaban a despertar apetencias entre especuladores. El intento de ampliar la calle Jaboneros y desterrar a sus habitantes destapó la conflictividad social.
Publicidad
"Hay que ser respetuosos con la idiosincrasia de los lugares", dice otro
El ayuntamiento buscó el consenso y promovió un Plan de Rehabilitación en el que participó el arquitecto Salvador Moreno, quien defiende la necesidad de "conocer en profundidad el alma de los espacios donde se va a intervenir para ser muy respetuosos con su idiosincrasia". El Perchel y La Trinidad consiguió mantener la esencias, "fosilizadas en sus corralones y patios de intricado barroquismo andaluz". Un fenómeno similar al del barrio el Puig de Sant Pere de Palma de Mallorca, que logró sobreponerse a un plan que, a finales de los setenta, pretendía asolar centenares de edificios de tipología gótica. Hoy en día es uno de los barrios de moda de la ciudad.
Publicidad
Pero las jornadas no sólo han contado con ejemplos del exterior. También se han realizado algunas propuestas específicas para El Cabanyal. La más llamativa es la de Vicente Colomer, uno de los urbanistas de cabecera de Rita Barberá. Suyo fue el dictamen que el ayuntamiento envió al Ministerio de Cultura para justificar los derribos, algo que hirió la sensibilidad de los vecinos, que hasta entonces lo habían tenido como un aliado.
De hecho, en el 2002 dirigió una publicación en la que abominaba de las excavadoras. Existía, por tanto, curiosidad por conocer el estado de la metamorfosis de Colomer. "Ni lo uno ni lo otro. Propongo una tercera vía", aseguró antes de desgajar una alternativa que sustituye la prolongación de Blasco Ibáñez (de 150 metros de ancho) por la ampliación de la travesía de Pescadores (de 20 metros de ancho).
Publicidad
La propuesta fue vista con buenos ojos por el organizador de las jornadas, Félix Benito, para quien la proposición de Colomer podría significar "un acercamiento del consistorio" teniendo en cuenta la proximidad de este urbanista a Barberá. "Al menos ha venido al encuentro y ha propuesto algo", explicó Benito, quien lamentó que los arquitectos redactores del plan del ayuntamiento rechazaran la invitación.
La alternativa de Colomer, sin embargo, no generó muchas simpatías entre los vecinos. "¿Qué Colomer tenemos delante? El de 2002 o el de 2010", se cuestionó Vicent Gallart, vicepresidente de la Asociación de Vecinos de El Cabanyal-Canyamelar. En la misma línea se pronunció la portavoz de Salvem El Cabanyal, Maribel Domènech, para quien la realidad del barrio no deja lugar a dudas sobre los intereses de Rita Barberá: "Solares de propiedad municipal que degradan, familias marginales ocupando casas y el estrangulamiento de la zona con la prohibición de otorgar licencias de reforma e impedir la apertura de nuevos comercios".
Publicidad
Los barrios de Puig de Sant Pere de Palma de Mallorca (a la derecha) y La Trinidad y el Perchel de Málaga (a la izquierda, abajo) lograron sobrevivir en el pasado a planes destructivos de sus propios consistorios. El Cabanyal (a la izquierda, arriba), lucha por una solución similar.