La Comisión Europea propuso ayer resucitar temporalmente las fronteras interiores de los 25 países donde la libertad de movimientos sin controles está garantizada. La medida, que se debatirá en la cumbre del próximo 24 de junio, se llevará a cabo mediante la reforma del conocido como espacio Schengen, uno de los logros más visibles en décadas de integración en la Unión Europea. Bruselas cede de esta forma ante las pretensiones planteadas por Italia y Francia en materia de política migratoria tras las llegadas de inmigrantes procedentes de las revueltas democráticas en el norte de África.
En concreto, la comisaria de Interior, Cecilia Malmström, propuso 'la reintroducción temporal de controles fronterizos internos' cuando 'un Estado miembro no cumpla su obligación de controlar su frontera exterior [de la UE], o bien una parte de la frontera exterior se ve sometida a fuertes presiones inesperadas' como la llegada masiva de inmigrantes irregulares. La reforma satisfacerá las exigencias de Italia, que llegó a amagar con dejar la UE al sentirse abandonada ante la llegada de unos 25.000 inmigrantes a las costas de Lampedusa. La expedición de visados temporales para estos inmigrantes, que en la práctica permitió a los recién llegados desplazarse a otros países, motivó el espectacular control fronterizo ordenado por Francia en el que esgrimió razones de seguridad nacional para paralizar el tráfico ferroviario.
España apuesta por una política común de solidaridad para acoger inmigrantes
El tira y afloja entre Silvio Berlusconi y Nicolas Sarkozy simboliza dos maneras de entender las fronteras exteriores de la UE. Ambos líderes trataron de conciliarlas en una carta enviada la semana pasada a Bruselas. Italia y los países del sur del Mediterráneo, España incluida, reclaman desde hace años una política común de solidaridad para responder a la afluencia tanto de inmigrantes que llegan a las costas por razones económicas como de refugiados y demandantes de asilo. Tradicionalmente, Alemania y los países nórdicos se han opuesto a crear cualquier reparto de inmigrantes o refugiados argumentando que es una competencia nacional para la que todos los socios tienen capacidad. La tesis fue finalmente asumida finalmente por Francia. Sin embargo, la izquierda europea denuncia que más que la intención de lograr una solución global, lo que realmente une a Sarkozy y Berlusconi es el miedo a una ultraderecha que gana popularidad a medida que ellos se hunden en las encuestas.
Para Juan Fernando López Aguilar, jefe de los socialistas españoles en la Eurocamara, es 'inaceptable que la llegada de unas decenas de miles de inmigrantes' sirva como 'excusa' para poner en peligro la libertad de movimientos. Según el diputado, el verdadero origen de los pasos de Berlusconi y Sarkozy hay que buscarlo en las 'presiones altamente populistas y antieuropeas' que cosechan cada vez más apoyos.
El PSOE teme que la libertad de movimientos esté en peligro en la UE
Por su parte, la secretaria de Estado de Inmigración, Ana Terrón, lamentó en un comunicado la actuación de Francia e Italia, que se enmarca en una retórica 'neonacionalista' que da una respuesta fácil a 'problemas complejos'. Terrón pidió un marco europeo que atienda a la solidaridad entre países más que a los blindajes. Sin embargo, la ministra de Asuntos Exteriores, Trinidad Jiménez, consideró aceptable la propuesta y pidió que se lleve a cabo con consenso, informa Efe. A su juicio, el proyecto 'no es exactamente una reforma' de Schengen, por lo que no vería objeciones a priori para que se estudie y se llegue a un posterior acuerdo entre los socios europeos.
'Schengen es un logro fantástico y debemos defenderlo', aseguró ayer por otro lado Malmström. A su juicio, la vuelta a controles fronterizos debería limitarse a 'circunstancias muy excepcionales' y no constituirá un paso atrás en la libertad de movimiento, sino su fortalecimiento tras la grieta abierta por una insostenible 'falta de confianza' entre países. Según Bruselas, que ha tratado de mediar entre París y Roma, Italia tiene derecho a dar visados de residencia temporal a los inmigrantes irregulares, pero al mismo tiempo esos ciudadanos no deberían salir del territorio nacional si no cuentan con documentación en regla o medios económicos.
Por otro lado, el documento contiene datos que ponen en contexto la amenaza descrita por Italia como un 'éxodo de proporciones bíblicas'. Los tunecinos llegados a Europa desde la caída del dictador Ben Alí rondan los 25.000, pero según Bruselas el número de indocumentados que en 2009 residían en la UE era de 570.000. La cifra ha bajado en los últimos años por la crisis y directivas como la de retorno, que envió de vuelta a casa a unas 250.000 personas en 2009. En cuanto a las demandas de asilo, el año pasado se registraron en la UE 257.800 solicitudes de las que sólo se aceptó una pequeña parte.
Según Yves Pascouau, del European Policy Centre, las discusiones sobre inmigrantes 'han hecho sombra a la realidad preocupante de Siria y Libia o la de Túnez y Egipto', que asisten a un renacerdemocrático.
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