Blanco: "Los impuestos del Estado no van a ninguna 'caja B'"
El vicesecretario del PSOE defiende la reforma fiscal frente a un PP "enfangado en tramas" de corrupción
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El Gobierno se prepara para la tempestad que día y noche le va a caer a las puertas de la Moncloa. El PP clamará contra la reforma fiscal que la vicepresidenta Elena Salgado detalló el sábado tras el Consejo de Ministros. Una subida de impuestos a priori difícil de vender para el Ejecutivo. Pero ayer, en la clausura de la conferencia de sus seis organizaciones sectoriales, José Blanco intentó buscarle la vuelta, hallar la solución imaginativa.
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Y el martillo útil contra el PP se llamó Gürtel: “Hay que recordarle [al partido de Mariano Rajoy], y tenéis que hacerlo –les dijo el vicesecretario general del PSOE a los 250 asistentes a las jornadas–, que la recaudación de impuestos del Estado no va a ninguna caja B. Son para sanidad, dependencia, educación, inversión productiva... Pero no para ninguna caja B, que es lo que está de moda en todo el PP”. Minutos antes, Leire Pajín, la número tres, había esbozado ya la idea: el PP pretende “desgastar al Gobierno”, acusándole de “meter la mano en la caja, como si ellos pudieran hablar de meter la mano en la caja”.
Las palabras de Pajín y Blanco, en un acto al que acudieron seis ministros, anticiparon la doble estrategia del PSOE. Primero, evitar que se diluya el caso Gürtel, exigir cuentas a Rajoy sobre las “tramas que enfangan al PP de norte a sur y de este a oeste”, para que “dé la cara y no se esconda bajo el ala de la gaviota”, apremió el ministro de Fomento. Segundo, “hacer mucha pedagogía” de los Presupuestos Generales del Estado (PGE) de 2010, como explicó la secretaria de Organización.
El Ejecutivo juega con malas papeletas. Por eso el partido reclama a sus bases un esfuerzo extra, para que, “cargados de convicciones”, se logre “combatir la mentira del PP, con la cabeza bien alta”. Pajín lo repitió mil veces. Que las 30.000 personas que integran las organizaciones sectoriales del PSOE “no se acobarden en estos momentos difíciles”, que demuestren su “coraje” y salgan “a la calle” para “explicar a los ciudadanos” la política económica y fiscal del Gobierno.
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Pajín, al igual que Blanco, apeló al corazón, a la ideología, a los “valores” del PSOE. Los socialistas no pueden desfondarse –"no podemos arrugarnos, arengó el número dos–, han de sentirse “orgullosos” del Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero, que ha aprobado los PGE con el “mayor gasto social de la historia”.
El ministro vistió de “coherencia” el giro en la política económica. “Es de izquierdas bajar los impuestos cuando crecíamos. Y sigue siendo de izquierdas hacer ajustes fiscales para ayudar a las familias que lo necesitan más y mantener la economía productiva para crear empleo”. Blanco se apoyó en Europa, pues los estados “más progresistas” –caso de Suecia o Dinamarca– son los que tienen el IVA más alto. Por tanto, la subida de impuestos, una “decisión valiente”, no frenará la salida de la crisis ni penalizará el ahorro, prometió. El titular de Trabajo e Inmigración, José Corbacho, también apuntó que el aumento del IVA no tiene por qué repercutir en el consumo.
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El PSOE enfrenta dos modelos. El justo y el injusto. El de la izquierda solidaria y el de la derecha antisocial. “Si gobernase ahora el PP, habría un problema político y social: mucha gente estaría marginada”, alegó Blanco. En el fondo, insistió, “el debate no es subir o bajar impuestos, sino elegir entre recortar el gasto social o reforzar la protección, el sálvese quien pueda o que un Estado fuerte reactive la economía”.
El número dos del PSOE se extendió en la necesidad de armar ese Estado “fuerte”, frente a la “total desnutrición” que persigue el PP, que cuando llegó al poder engordó al Estado con “mucho colesterol”, mucho ladrillo. Justo lo que ahora pretende revertir el Gobierno.
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“Es el momento de los valientes y el de los cobardes”, atizó Blanco. Que Rajoy diga “sin palabras ambiguas” dónde recortaría el gasto sin subir impuestos. Y también que los empresarios dejen su “engaño” y defiendan ante todos lo que le piden en su despacho de ministro en privado: que haya más inversión pública para que las empresas no se hundan. “Hipocresía”, ninguna.