Las elecciones municipales y forales en el País Vasco estuvieron marcadas por la fuerte irrupción de Bildu y por un nuevo reparto de poder que exigirá, a partir de ahora, pactos poselectorales para el gobierno de diputaciones e importantes ayuntamientos.
La coalición, legalizada in extremis por el Tribunal Constitucional e integrada por EA, Alternatiba e independientes abertzales, ha calado con éxito más allá incluso del amplio espectro sociológico de la izquierda. Como se esperaba, la aparición de Bildu ha sido especialmente espectacular en Guipúzcoa, donde se ha convertido en la primera fuerza, muy por delante del PNV y el PSE, mientras que en Vizcaya es también la segunda opción más votada y cuestiona la hegemonía del partido nacionalista en el mundo abertzale.
En total, los más de 40 escaños sumados por Bildu en las Juntas Generales de Vizcaya, Guipúzcoa y Álava superan por mucho los 29 que obtuvo Euskal Herritarrok en los comicios municipales de 1999. La coalición es así la segunda fuerza del País Vasco, por detrás del PNV, pero por delante del PSE y del PP. Para la izquierda abertzale ilegalizada, que aguarda ahora un pronunciamiento favorable del Tribunal Constitucional sobre Sortu, el resultado de Bildu representa un refrendo de la sociedad vasca y la constatación de que va por el buen camino, después de haber definido una estrategia por vías exclusivamente políticas y pacíficas.
Cabe recordar que en 2007, con ANV ya ilegalizada, la izquierda abertzale se pudo presentar en algunas circunscripciones de Álava y Vizcaya, donde obtuvo cinco escaños (3% de los votos) en las Juntas Generales. La izquierda abertzale ilegalizada contabilizó como propios miles de votos nulos, pero fueron en balde.
El PNV fue el partido más votado en las urnas, pero puede perder la diputación de Guipúzcoa y deberá pactar en Vizcaya si no quiere gobernar en minoría. Especialmente ajustado y delicado para el partido nacionalista es el resultado en el territorio alavés, cuyo Gobierno foral es, además, la gran obsesión del PP desde el mismo día en que firmó, hace dos años, su pacto de apoyo al Gobierno de Patxi López. Es seguro, pues, que ahora los conservadores exigirán de nuevo al PSE, como contraprestación, su apoyo para gobernar la Diputación alavesa y dejar al PNV en la oposición.
Más allá del desenlace de los posibles pactos poselectorales, estos comicios, marcados por la elevada fragmentación de la política vasca en número de candidaturas, han servido para clarificar de algún modo el panorama. Para el PNV, los resultados no son los esperados por la fuerte irrupción de Bildu, pero también resultan satisfactorios por haberle comido terreno al PSE tras dos años de oposición al Gobierno de Patxi López.
El balance de estas elecciones para el PSE es negativo. Además de ceder a Bildu el liderazgo logrado hace cuatro años en Guipúzcoa, los socialistas vascos sufren por primera vez un retroceso en las urnas tras diez años en continuo ascenso: 17,9% de los sufragios en 2001; 21,8% de los votos en 2003; 22,6% en 2005; 26,7% en 2007; 30,7% en 2009 y en torno al 16% en 2011. Así, cumplidos dos años del Gobierno de Patxi López, los socialistas vascos no han podido evitar en Euskadi la caída sufrida por su partido también en otras comunidades. Su consuelo es que podrá mantener el gobierno de ayuntamientos simbólicos como San Sebastián con Odón Elorza y Barakaldo, su feudo tradicional de la margen izquierda, aunque se vea en la necesidad de llegar a pactos.
Aralar y EB, que hace cuatro años concurrieron en coalición, son los grandes damnificados hasta el punto de desaparecer casi de las principales instituciones. Aralar sólo mantendrá su representación en las Juntas Generales de Guipúzcoa, además de algunos pequeños ayuntamientos. Otro tanto le ocurrirá a EB, que al cierre de esta edición conseguía mantener su representación sólo en las Juntas Generales de Alava. Por último, Hamaikabat, escisión de EA, desaparece.
El dirigente de la coalición Oskar Matute ha asegurado que las urnas 'están refrendando la apuesta' de su coalición, y ha anunciado que 'hoy comienza el cambio social, político e institucional de izquierdas y soberanista'.
'Los datos que estamos conociendo -ha dicho Matute- evidencian que la apuesta de Bildu por la unión de fuerzas soberanistas y de izquierdas, que la suma de los campos de la izquierda, ha conseguido construir un todo más fuerte y más poderoso: ese todo es Bildu', ha recalcado.
Matute se encontraba en el frontón Atano III de San Sebastián, al que acudieron después de las nueve de la noche los dirigentes de la izquierda abertzale Rufi Etxeberria, Joseba Permach y Marian Beitia Larrangoitia, que han sido recibidos con gritos de 'independencia' y se han abrazo con los representantes de la coalición.
'Hoy la ciudadanía le ha enseñado a algún político que prefiere los currículum inmaculados y no los currículum disfrazados que tapan tantos borrones y manchas', ha dicho Matute, antes de anunciar que su formación gobernará 'desde el respeto entre diferentes y desde el diálogo con otras fuerzas', pero 'sin renunciar' a su programa ni instalarse en 'trincheras'.
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