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La banda de 'Doña Inés'

La Policía desarticula un grupo ‘familiar' de ladrones de hotel liderada por la matriarca.

Ó. L. F.

Maria Inés del Rosario T.T., Doña Inés, es una mujer chilena de 47 años de armas tomar. Con mano firme y rígida autoridad dirigía a toda su familia, formada por su marido, Alejandro M.F., sus hijos Natalia, Carlos y Alejandra, y su yerno, Francisco Kevin P.L.,  en el ‘negocio’ familiar: el asalto a habitaciones de hotel para desvalijarlas cuando los turistas están ausentes.

Los seis presuntos integrantes del grupo fueron detenidos el pasado 15 de marzo en Madrid y Murcia acusados de haber cometido 61 robos en alojamientos de seis provincias diferentes, aunque la Policía rastrea las denuncias en toda España ante el convencimiento de que pueden haber cometido muchos más. También fueron arrestados cinco supuestos receptadores que daban ‘salida’ a los ordenadores, móviles, bolsos, cámaras de fotos, gafas de sol y demás objetos que en cuestión de minutos la banda de Doña Inés conseguían sustraer en hoteles con un sistema tan sencillo como eficaz.

La ‘Operación Mouse’ se inició el pasado mes de diciembre en Granada, cuando la policía registró un grupo llamativamente alto de denuncias por robos en hoteles de lujo de esta ciudad andaluza. Las investigaciones permitieron descubrir que todos ellos y otros cometidos en otras cinco provincias guardaban grandes similitudes y podían estan siendo supuestamente cometidos por los miembros de una familia chilena cuyos miembros vivían repartidos entre Madrid y Murcia.

Los integrantes de la banda eran 'viejos conocidos' de la policía ya que en febrero de 2010 habían sido detenidos como presuntos responsables de 45 hechos delictivos similares.

Según detalló este jueves la policía, la banda salía a robar una vez al mes, preferiblemente los fines de semana y festivos, y accedían en grupos de dos o tres personas a los hoteles. Siempre bien vestido, con trajes y maletines incluso, intentaban pasar inadvertidos para los empleados de los establecimientos. Ya en su interior, se dirigían a la zona donde se encontraban las suites y, por tanto, las que ocupaban los turistas de mayor poder adquisitivo.

Una vez allí, se cercioraban de que no había nadie dentro de la habitación con el sencillo método de llamar a la puerta. De hecho, solían elegir la franja horaria de entre las nueve y las once de la noche, cuando calculaban que la mayoría de los turistas salen a cenar o a dar un paseo, y en el momento que se produce el cambio de turno de los empleados del hotel.

Una vez localizada una estancia sin ocupantes, los ladrones abrían la puerta utilizando tarjetas magnéticas previamente robadas o falsificadas o, simplemente, por el sistema del resbalón, para lo que introducían una radiografía entre la puerta y el marco a la altura del cierre. A veces, “muy pocas”, según fuentes policiales, se veían obligados a forzar las puertas por otros sistemas más expeditivos.

Una vez dentro, los integrantes del grupo se daban prisa en sustraer joyas, ordenadores, equipos electrónicos, cámaras de fotos y otros objetos de valor de los turistas e introducirlos rápidamente en mochilas y maletines. Nunca se llevaban objetos de los propios hoteles, como las televisiones.

Tras terminar un asalto, los ladrones continuaban su recorrido por el hotel en busca de más habitaciones vacías, incluso en otras plantas del mismo. Todo ello en cuestión de pocos minutos. Tras tres o cuatro robos, abandonaban el establecimiento tranquilamente sin despertar sospechas entre los empleados. De vuelta a sus domicilios de Madrid y Murcia, el grupo vendía el botín a receptadores de ambas ciudades. Los ordenadores portátiles, por ejemplo, eran ofertados a precios muy bajos a estudiantes universitarios.

Otras veces, se quedaban los objetos para su disfrute. De hecho, en la casa que Doña Inés tenía en la pedanía murciana de Puente Tocinos donde fue arrestada, los agentes hallaron numerosos bolsos de marcas que ella, que no participaba directamente en los asaltos, se había quedado.

No fue lo único. Los agentes también recuperaron 28.000 euros en efectivo y más de 200 teléfonos móviles de alta gama, además de equipos informáticos, cámaras digitales, joyas, relojes y prendas de peletería, entre otros objetos.

Entre las víctimas de los robos de la banda de Doña Inés están los huéspedes de cuatro hoteles de lujo de Madrid y de dos de la provincia de Murcia, entre ellos los futbolistas del Tenerife CD, que el pasado 1 de marzo descubrieron al regresar al hotel de la ciudad de Cartagena donde se habían hospedado para enfrentarse con el equipo local que sus habitaciones habían sido asaltadas.

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