Agua, azucarillos y abucheos
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El barrio más castizo de Madrid, Lavapiés, se adelantó cinco días a la festividad de San Isidro y se puso más chulo que un ocho durante un mitin del PP. Acostumbrados a los aplausos y vítores, los compañeros de Xavier García-Albiol se dieron de bruces con la realidad: no eran bienvenidos en un barrio donde el 50% de la población es inmigrante.
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El incidente se rebotó por decenas de webs y redes sociales. Los vecinos de Lavapiés se felicitaban por haber echado a los candidatos del PP y por lograr que su barrio fuera uno de los términos más tecleados en la red social (global).
Un tal @pabmontes, agitador al que siempre se puede localizar en lo más profundo de la caverna, se ponía marcial: "A los reventadores de Lavapiés les mandaba una temporada al Ejército para que aprendieran disciplina y sobre todo un poco de educación". Con un par. Y seguía sin rubor: "Los perroflautas que queman el Zara en Barcelona, las meretrices que entraron desnudas en la UCM, los ninis de los huevos de Lavapiés. Gentuza".
Más calmado, Kobe86Marcos calificaba lo sucedido de "lamentable". "La democracia no es el principio de la mayoría, significa que todos puedan ser escuchados", defendía. jj_cabanillas no podía disimular su entusiasmo: "Qué grande Lavapiés!! el pueblo dando lecciones a los políticos de @Popular, los barrios humildes no os quieren!".
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Al final nadie se ponía de acuerdo sobre si debería prevalecer el derecho a expresar una opinión o el derecho a no quererla escuchar. La cosa terminó en tablas.