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Que 15 años no es nada

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La historia, de aquí a 15 días, puede repetirse? A juzgar por las escenas del mitin de ayer, en Sevilla, los socialistas necesitan hacer creer a sus electores, que sí, que del mismo modo que el PSOE acudió a las elecciones generales de 1996 con los sondeos en contra, aquel 3 de marzo las urnas dieron una derrota inesperada por lo dulce del resultado. De una distancia media de nueve puntos, con encuestas que daban una victoria de Aznar por 14 puntos, el PP sólo ganó por 1,2 puntos. Fueron unos 270.000 votos, 156 escaños a favor del PP, 141 del PSOE, con una fuerte participación del 80%.

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Ya lo evocó Felipe González en la conferencia política de finales de septiembre pasado: "En 1996 estábamos a 14 puntos y nos faltó un telediario".

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Los discursos de González y Guerra de ayer son similares a los de 1996

Y en una repetición de la jugada, González y Guerra, como ya lo hicieran aquel 4 de febrero de 1996, volvieron ayer a actuar juntos por primera vez desde aquella campaña. Los discursos de ambos, el del 4 de febrero de 1996 y el de ayer, 5 de noviembre, son muy parecidos. Los temas son recurrentes. La amenaza que suponía el poder en manos de la derecha para el Estado del bienestar, por ejemplo.

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Pero, atención, hay una gran diferencia. En aquellas elecciones, el blanco de González era la Izquierda Unida de Anguita, con su pacto de hecho mira por dónde a la griega, entre IU y el PP, contra un Gobierno socialista en descomposición. A González le obsesionaba, pues, el voto útil. Se trataba de azuzar al electorado de izquierda identificando la división del voto progresista como alfombra roja para la llegada de la derecha al Gobierno.

A diferencia de hace 15 años, al voto útil ni está ni se le espera el 20-N

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González tenía sus propios sondeos que vaticinaban resultados más apretados. Había partido. Si lograba movilizar a las bases socialistas y abría una brecha en IU a través del voto útil, podía darle la vuelta. Le faltó, es verdad, poco. Quizá por ello, en lo que es un intento evidente de trasplantar aquella realidad al presente, ha dicho que necesitaba un telediario más.

Pero el vaticinio similar de las encuestas, en 2011 y 1996, es superficial y asimila los témpanos de hielo contra los cuales han chocado el PSOE de González en 1996 y de Zapatero en 2011. El iceberg gigante contra el cual ha chocado Zapatero todavía está casi entero y proyecta su infantil manera de abordar una crisis económica española e internacional a la que, por otra parte, están sucumbiendo líderes, gobiernos y partidos de todos los colores políticos.

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Es esa resistencia del iceberg a deshacerse, incluso después del varapalo del 22 de mayo pasado, la que tiene una cita definitiva el 20-N.Por otra parte, el abismo que separa lo que afirma Zapatero en las cumbres europeas y en el G-20, donde necesita la comprensión de los que mandan, y lo que afirma Rubalcaba en España es cada vez mayor. Y ya no digamos que fue González quien más elogió al "mejor Zapatero", el de los recortes y las reformas antisociales.

En otros términos, el voto útil, en esta elección, ni está ni se le espera. Y, sin embargo, en aquel mitin de Sevilla de 1996, el entonces presidente del Gobierno dijo algo respecto del PP que quizá ahora, 15 años más tarde, valga como preocupación para el PSOE. "La derecha, si no gana el 3 de marzo, se deshace". Ganó y no se deshizo. ¿Y qué pasa con el PSOE si pierde el 20-N? Es aquí donde está la cabeza de Rubalcaba.

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