'23 paseos'
Paul Morrison: "Los viejos también disfrutan y necesitan intimidad sexual"
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madrid,
El cineasta británico vuelve al cine después de un largo paréntesis con 23 paseos, historia de un amor otoñal con un fondo social de denuncia y una declaración de amor a los animales y a su manera de relacionarse.
"En las películas hay clichés muy molestos sobre las personas mayores". El cineasta británico Paul Morrison, una 'persona mayor' que se acerca a los ochenta años, decidió romper el silencio que mantenía en el cine desde hacía tiempo y regresar para reclamar la condición de seres humanos completos e independientes de los viejos. Viejos, una palabra que también reivindica y que utiliza constantemente en su conversación.
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Su respuesta a la indiferencia o a la falta de seriedad con que el cine se acerca a estos personajes es 23 paseos, un drama con historia de amor otoñal, nada cursi, y con un fondo de denuncia social interesante. Con Dave Johns y Alison Steadman –magníficos intérpretes británicos–, la historia en realidad depende desde el minuto uno de la presencia de Tillie y Henry, una pareja de perros –pastor alemán y yorkshire, ella y él– que va abriendo el camino a la pareja de protagonistas.
Nacida de las salidas al parque con su perro Benji, un golden retriever de la familia, la película se desarrolla a lo largo de los paseos que dan los personajes con sus animales. Los perros conectan mucho antes que ellos dos, que antes tienen que romper muchas defensas autoimpuestas por la experiencia y por el tiempo.
¿Cuando eres mayor llegas al amor con demasiadas cargas?
Sí, quería mostrar que enamorarse no es fácil, nunca es fácil, ni siquiera cuando eres joven, tampoco cuando eres mayor. Los personajes de mi película son héroes, primero porque todas las películas necesitan un héroe y segundo porque ellos son capaces de conquistar los demonios que llevan dentro, de perdonarse entre ellos, de perdonar sus propios errores, los de ahora y los del pasado, los errores de su vida.
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¿Qué le molesta más del tratamiento que hace el cine de las personas mayores?
Hay clichés muy molestos. Uno es que las mujeres mayores en el cine solo son madres o abuelas, no tienen una vida per se, solo se dedican a los demás. Otro cliché es el sentimentalismo que es más bien sentimentaloide. Además siempre están solos y deprimidos, eso es un lugar común. La mayoría de las películas no se toman en serio estos personajes.
¿Cree que el sexo en la tercera edad sigue siendo un tabú?
El sexo entre viejos... no lo sé, espero que no, se han hecho unas cuantas películas que han ayudado a romper ese tabú. Es verdad que hoy la juventud está idealizada y parece que solo puede haber héroes entre los jóvenes, pero eso no es verdad, no es así.
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La realidad...
...la realidad es que es importante mostrar, porque es la verdad, que los viejos también pueden disfrutar, ser alegres y que tienen necesidad de intimidad, espiritual y física, necesidad sexual, necesitan estar cerca de otras personas. Tienen que conectarse y lo hacen, eso existe.
En la película usted habla de los problemas que hay para asistir a las personas mayores dependientes. ¿Cómo es esto en Inglaterra?
Primero quiero decir que es muy importante para mí, en mis películas siempre mezclo lo político con lo personal, con lo íntimo de los personajes. Y, en segundo lugar, sí, en Inglaterra eso es un problema. En Inglaterra el sistema de bienestar tiene graves problemas, sobre todo la Seguridad Social. Con la Covid se ha demostrado que no estamos a la altura, el sistema se ha desmoronado.
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Los personajes son de diferentes clases sociales, los perros lo reflejan...
Sí, pero yo quería mostrar que ellos son capaces de superar esas diferencias sociales, además de las personales. El amor les ayuda a sobrevivir y a florecer. Quería evitarles dificultades, pero también decir que no es tan fácil vivir.
Usted pensó en esta película en sus paseos con su perro Benji. Ahora estamos revisando nuestra relación con la naturaleza, con los animales... ¿Qué aprendió usted de Benji?
Amor incondicional, mi perro me enseñó lo que es el amor incondicional. También he aprendido de él lo que es vivir en el momento. Los animales, los perros y los gatos en casa, viven en el momento, en el ahora mismo, sienten si hace frío, si les llega el sol, si tienen hambre... siempre son así, ensimismados en lo que sienten y en lo que tienen alrededor. Nosotros no nos detenemos nunca en eso. Por otro lado, tengo que decir que rodar con los perros no ha sido lo más fácil del mundo, aunque ha sido divertido.
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Al comienzo de la película, él le dice a ella que deje a los perros que se conozcan. Los perros conectan mucho antes que ellos, ¿cree que cada vez nos cuesta más relacionarnos?
Creo que sí y sobre todo ahora que nos están entrenando, nos están ensañando a no tener contacto con los demás, a mantener las distancias. Como sigamos así, voy a olvidarme de cómo se abraza. Ahora cuando veo películas de antes de la pandemia, me asombra que los actores se acercaran tanto. Creo que la pandemia nos está haciendo tomar conciencia de lo importante que son las conexiones, los vínculos de verdad con los demás. Si superamos todo esto será por nuestras familias, nuestros amigos, nuestros compañeros... Tenemos que seguir en contacto.
Hay un juego con el español y con España en su película, ¿tiene alguna relación con España?
Solo que a mi mujer y a mí nos encanta, y cuando los niños eran pequeños, íbamos a España de vacaciones. Lo que ocurre en la película, me sucedió a mí. Justo antes de viajar para rodar Little Ashes (la relación entre Dalí, Lorca y Buñuel en la Residencia de Estudiantes), paseando con Benji, una mujer estaba perdida y me preguntó una dirección, nos pusimos a hablar y yo le dije que estaba a punto de irme a España a trabajar y no hablaba español. ¡Ella era profesora de español! Estuvimos unos meses paseando mientras me enseñaba y yo aprendí a decir: película, corten, acción, rodar... lo indispensable para trabajar. En la película he invertido los papeles.