Ismael Serrano: "Cuando tienes veinte años todo es urgente y definitivo, pero al madurar descubres que nadie se muere de amor"
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madrid, Actualizado:
Ismael Serrano (Madrid, 1974) ha sacado un nuevo álbum, 'Seremos', y toca el 2 de julio en la capital en las Noches del Botánico. Más de 20 años de carrera dejan tras de sí un puñado de canciones de amor, protesta y compromiso. A sus 47 años confiesa que compara sus nuevas canciones con las que abrieron las puertas de los escenarios principales y que echa en falta compositores que hagan un relato de su generación. ¿Quién escribirá el 'Papá cuéntame otra vez' de las nuevas juventudes?
¿Siente este concierto en las Noches del Botánico un poco como la vuelta a la normalidad?
Sí, porque he dado algún concierto en aquel verano después del gran confinamiento, pero estábamos traspasados por estrés y eso fue más para tantear el suelo. Desde el punto de vista anímico, es diferente. Para mí sí va a ser emocionante porque me planteo cómo no estar llorando desde que suba hasta que me baje.
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Para la promoción del nuevo disco dijo en Twitter que atenderían todas las peticiones posibles de medios pequeños de todo el mundo. Ser accesible no es habitual entre los que están bien posicionados en el panorama musical.
Nos parecía una iniciativa bonita para hacer un ejercicio de memoria. Cuando el acceso a los medios era difícil, los pequeños te daban la opción de difundir tu música. Además, yo tenía un programa en una radio que se llamaba Onda Verde y en TeleK, la tele de mi barrio, tenía un programa y me acuerdo que una vez vino Aute y me hizo una ilusión tremenda entrevistarlo. Tendría 18 años. Además, ahora no hay que menospreciar la capacidad de difusión de los medios por pequeños que sean.
Sus fans dicen que cuanto más le siguen en redes más normal parece.
Es un reto del que soy consciente: no perder el contacto con la realidad de la que al final te nutres para escribir canciones. Creo que tiene que ver también con tu forma de entender el oficio. Sí, es de privilegiados porque vivo de algo que me apasiona, pero no deja de ser un trabajo como cualquier otro.
Siempre he tenido la sensación de que mi carrera es como montar en bicicleta, que tengo que ir permanentemente pedaleando o si no la bicicleta se cae. Esa sensación de trabajo constante me acompaña, más allá del privilegio, del que soy consciente.
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¿Compara su ego con el de sus compañeros de gremio? ¿Se nota con los pies en la tierra?
A veces me pregunto por qué no soy así, esa estrella intocable y ese personaje ajeno a a la realidad. A veces proyectamos en esos artistas la fantasía de vivir ajenos a la realidad y escapar; ese artista casi superhéroe. Aunque no soy ajeno a esas necesidades, tendré mi parte de ego.
"Los músicos no sabemos convivir con el paso del tiempo y por eso escribimos canciones"
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Supongo que, como en todo artista, hay un componente de vanidad, pero en el sentido de que necesitamos sentirnos queridos. Hay miedo a la soledad y una necesidad de aceptación. Las canciones no son más que espacios de encuentro para entender que no estás solo en el cuestionamiento de la realidad, en ese intento por comprender tu mundo. Siempre he pensado que la necesidad de escribir no es un don, sino un déficit, somos gente averiada, por lo general. Somos muy infantiles, no sabemos gestionar la pérdida y la derrota. No sabemos convivir con el paso del tiempo y por eso escribimos canciones.
Después de más veinte años de carrera, ¿sufre más cada disco o los vive con menos presión? ¿Es difícil seguir componiendo?
Es un reto cada vez más difícil, porque cada vez eres más exigente, porque buscas no repetirte y el compositor tiene ciertos tics y manías que aparecen de manera recurrente y lo que quieres es ofrecer otra mirada.
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Soy más exigente con los contenidos, no quiero que haya un verso de más. No tengo tanto miedo al folio en blanco o la falta de inspiración. No hace mucho participaba en un taller de composición y me preguntaban por las claves, y soy bastante malo para eso. Creo que lo único importante es tener algo que contar. Mientras lo tengas, el resto viene hecho. Luego hay que ser exigente en cuanto a las formas, que trascienda la propia experiencia... Pero lo importante es tener algo que contar, no perder la permeabilidad es importante para poder nutrirte de historias.
¿Con el paso de los años es más complicado cantar al amor o a la revolución? Tal vez se note ya de vuelta de todo.
Lo difícil es buscar otra mirada en cuanto al amor. No vivo ninguna de las dos cosas como cuando tenía veinte años. Cuando tienes veinte años todo te nombra. Estás en el centro de todo, en el centro del amor y de la revolución, y todo es urgente y definitivo. La ruptura en el amor y la ruptura en la política tiene que ser siempre definitiva. Con el paso del tiempo te das cuenta de que hay cosas urgentes y otras no tanto. Y que lo de definitivo... Pues no, hay pocas cosas definitivas. Y dejas de estar en el centro. Y te das cuenta de que puedes acompañar ciertas revoluciones y luchas y de que no tienes que estar en el centro. Lo vives de otra manera.
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"Los 'para siempre' que se dicen con veintitantos suenan un poco a amenaza"
Hay ciertas declaraciones de amor con veinte años que suenan a chantaje. Los "para siempre" que se dicen con veintitantos suenan un poco a amenaza [Risas]. Descubres otras formas de sentir amor, e incluso descubres que nadie se muere de amor, y que eso está bien. Eso no quiere decir que no duela o que la música no acompañe, pero nadie se muere de amor.
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Y con la política, no es que desapasione, es que se vuelve más flexible. Pero para mí siguen teniendo más vigencia algunas canciones políticas de mi adolescencia que las canciones de amor.
¿Queda algo de ese chico de su canción 'Ya quisiera yo'? ¿Sigue sin poder abstraerse de los problemas del mundo?
Totalmente, no hay que más que leer mi twitter [Risas]. Soy un desastre, no soy capaz de dar un paso atrás muchas veces. Yo mismo me digo que igual me iría mejor si no me expresara políticamente ante todo. No digo dejar de hacerlo, pero al menos ser menos vehemente. Aunque a estas alturas quién se va a sorprender. Soy coherente y procuro seguir siéndolo.
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Me va muy bien, tengo público y soy un privilegiado, pero opinar tiene un coste. Un coste en un país muy sectario políticamente y donde una marca tiene reparos en asociarse con un muchacho que se expresa políticamente. Y me consta que alguna vez, aunque ha sido anecdótico, algún ayuntamiento ha pensado: bueno, mejor llamemos a este otro chico.
¿Y ese coste por opinar deja de sufrirse con los años?
Se ha recrudecido. Se han polarizado más las posiciones. Se es más agresivo en la critica política. Estamos trasladando dinámicas de las redes sociales a la vida real, y una de esas es el bloqueo. Pero tampoco quiero dar imagen de resentido de que me censuran. Pero no sé, no sé cuanto tiempo hace que no voy a Radio 3, y no es tanto una cuestión de censura si no de lo que se impone en la hegemonía cultural. A veces no es tanto una cuestión política.
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"No sé cuanto tiempo hace que no voy a Radio 3, y no es tanto una cuestión de censura si no de lo que se impone en la hegemonía cultural"
Siempre fui a mi bola, nunca sentí que se cerraran puertas. Creo que ha ocurrido anecdóticamente, y más en tiempos hiperpolitizados, que hacen que la gente rechace a alguien que relacionen con la expresión política. Algo que no deja de sorprenderme es que se me relaciona con la expresión política porque lo hago, pero no porque lo haga mucho. El 80% de mis canciones son canciones de amor. Es solo un 20% el político, que entiendo que el resto no lo hace por miedo o por prudencia.
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En su nuevo disco colabora Pablo Alborán. ¿Hace años hubiera colaborado con un perfil tan comercial? ¿Con la edad se le han ido cayendo prejuicios?
Yo creo que hubiera colaborado con él igual. Es verdad que me he ido liberando de prejuicios. Cuando empecé tenía claro lo que no quería pero no tanto lo que quería. Para mí, la industria musical era territorio hostil, casi hasta el escenario. Venía de pequeños cafés y al firmar con una multinacional estás a la permanente defensiva. Te sientes en la obligación, casi por soberbia de la edad, de hacer tu camino solo y sin concesiones. Y con el paso del tiempo te vuelves permeable y empiezas decir: "Qué cojones, por qué no mezclarme".
He tenido colaboraciones con el ámbito del pop, pero, independientemente de eso, uno se desprejuicia de muchos aspectos. Y yo creo que el panorama español carga con más prejuicios que el resto. Ves un homenaje a Cohen y ves a gente del hip hop o del rock... No existen esos prejuicios.
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El gran prejuicio que nos hemos quitado todos ha sido el del reggaeton, que es el género musical de éxito.
Sin duda. Aunque el otro día hablábamos del éxito o del fracaso con un directivo de Sony y hablábamos de como lo que más visitas tiene no es lo que más tickets vende. Ni que decir que los que más suenan en la radio no lo son tampoco. Vivimos en una realidad líquida y el panorama musical no está exento de eso. Se da la circunstancia de que somos artistas de nicho, salvo contados casos como Bad Bunny.
Ahora preguntas a cierta gente sobre ciertos artistas y te dicen: "No tengo ni puta idea de quien es". Y resulta que llena estadios. Y pasa igual con los cantautores: "¿Ismael serrano? Sí bueno...". Y no me va tan mal [Risas]. Las redes sociales han creado, en términos generales, comunidades que son nichos de gustos afines, y los vasos comunicantes son más estrechos.
Este directivo me decía que han hecho estudios y ven que la música ya no se traspasa de padres a hijos. Ahora esa conexión se ha roto porque casi no existen espacios comunes para escuchar música. Ya no hay tocadiscos en el salón y el móvil ha impuesto otra relación con la música. Los chavales jóvenes escuchan la música ahí, aislándose un poco donde un algoritmo te propone cosas.
"Decía yo de hacer un vídeo donde contara primero una historia y luego agarrara la guitarra y me decían: "Cuidado, que eso el algoritmo lo penaliza"
La figura del prescriptor musical es ahora un algoritmo. Y ya define incluso el tipo de música que hacemos, porque determina todo. La música se hace pensando en el algoritmo. El otro día en la radio decían que la radiofórmula buscaba el estribillo pegadizo y que ahora con TikTok buscas la frase. Como si los autores musicales tuviéramos que hacer memes musicales. Cada vez acortamos más. El disco, el single, el estribillo, la frase. Y yo me cuestiono hasta qué punto condiciona nuestra forma de expresarnos.
Decía yo no hace mucho de hacer un vídeo donde contara primero una historia y luego agarrar la guitarra y me decían: "Cuidado, que eso el algoritmo lo penaliza". Porque no te sitúa en tal contexto y te coloca en otro lado... Yo ya no escucho tanta música, sobre todo cuando sacas y grabas un nuevo disco, pero a veces pienso en cómo investigará la gente joven.
Lo más sorprendente es cuando un algoritmo de Spotify o YouTube te recomienda algo y encima te gusta. No sé si cambia demasiado a cuando alguien por la radio te ponía música y no podías elegir.
Pero yo creo que la radio era capaz de ponerte cosas diferentes; no sé si el algoritmo hace eso, porque busca afinidades. No sé ni nos estamos educando demasiado en la afinidad y no somos capaces de abrir nuestras orejas a otra cosa. El sesgo de confirmación vale para la política y para la música, y nos educa en aparcar lo que no nos da la razón.
¿Identifica el 'Papa cuéntame otra vez' de las nuevas generaciones? Decía Pancho Varona que tal vez el nuevo Sabina podía ser Quique González. ¿Se ve en alguien joven?
No lo sé. Sí echo en falta, y suena a viejísimo... pero yo soy un tipo obsesionado con los relatos. Pienso mucho en el relato de las nuevas generaciones, en quién la escribe, porque creo que nadie lo está haciendo. Quizás las mujeres jóvenes, como Ede, Ainoa Buitrago, Alice Wonder... Hay muchas chicas que sí están escribiendo un relato. El relato musical de las nuevas generaciones lo están escribiendo las mujeres y desde el punto de vista político, también.
"El relato musical de las nuevas generaciones lo están escribiendo las mujeres"
Ahora se cumple el 50 aniversario de Mediterráneo, de Serrat. Y en ese disco escucho Pueblo Blanco, una historia de un pueblo del que se van los jóvenes y solo quedan los viejos. Habla de la España vacía. Yo no sé si hay alguien que esté escribiendo los paisajes compartidos. Sí hay un relato que habla del nosotras, y es lo más interesante que se está haciendo. Pero esa tradición de la canción de autor no sé si se está cultivando. Si viene un marciano y le tengo que contar cómo ha sido España de los sesenta en adelante le digo que escuche a Serrat, Sabina... Y así entenderá el devenir político y sentimental. ¿Y ahora quien cuenta ese relato? Quizá ellas sí lo hacen.
¿Cómo se lleva con sus canciones pasadas?
"Es interesante que las canciones hablen de un momento pero puedan tener lecturas diferentes con el paso del tiempo"
Con casi todas, bien. Las cantas desde otro lugar. Papa cuéntame otra vez era la de un hijo que reprocha a un padre y ahora la canto desde un padre que intenta encontrar un relato para su hija. Son canciones que en ese sentido me siento orgulloso, resisten bien al paso del tiempo, aunque sean coyunturales. Es interesante que las canciones hablen de un momento pero puedan tener lecturas diferentes con el paso del tiempo.
Luego hay canciones que escribí con 20 años, como una sobre un diputado que se enamoraba de una chica joven que a día de hoy podría interpretarse de otra manera. Tampoco es de mis favoritas.
'Tierna y dulce historia de amor', sí. Siempre he pensado que el cantautor que la publicara ahora se vería en problemas.
Ahora es impensable. Es una canción en la que pretendía reírme de un dibujo caricaturesco de un personaje patético y a día de hoy hay quien no sabe entenderla. A lo mejor fui yo que me expresé mal. Difícilmente puede interpretarse como una apología de este tipo de relaciones, porque quería reírme en un político de un partido muy conservador, gente muy habituada a darnos lecciones de moral.
¿Le han recriminado esa canción?
Sí, sí, claro. Pero no pasa nada. La romantización del rencor cuando a uno le dejan, el "no puedo vivir sin ti"... Creo que hay frases y canciones que hay que ubicarlas en el contexto histórico del que fueron escritas. Tampoco es dramático caer en la cuenta de que has escrito cosas que a día de hoy puedan ser malinterpretadas. Hace años escuchaba un chiste y no me gustaba ni me reía, pero no me indignaba como me indigno ahora. Todos hemos evolucionado y es saludable. A veces veo a algunos artistas que dicen: "Es que me han dicho que un poema de hace 20 años era machista". ¡Pues puede ser! Si todos tenemos expresiones machistas, porque lo somos, y todos tenemos esa tendencia por vivir en este mundo. Tampoco es señalarte, es lo que es y no pasa nada.
¿Le preocupa la posteridad de sus canciones?
[Abre los ojos y se sorprende] Me preocupa más qué será de mi futuro estando yo en él [Risas]. La parte del mundo cuando yo no esté solo me interesa en cuanto a mi hija. Pero con respecto a la posteridad... es que me da exactamente igual. A lo mejor soy tan egocéntrico que el mundo me interesa en tanto en cuanto yo esté en él [Risas]. Como me cuesta entender que haya otra vida, me da absolutamente igual. Mis ambiciones son más pequeñas.
Lo que más me preocupa sobre el futuro es qué tengo que contar. Siempre tengo la mirada en los siguientes proyectos y no me permito disfrutar de las cosas. Pero creo que eso cambia con el paso del tiempo.
No quiero parecer poco vanidoso; cuando alguien te dice que una canción tuya le ha cambiado la vida, es la hostia. Y quiero crecer en público y trascender los nichos musicales en el sentido del tipo de público. Envidio a la gente que tiene grandes ambiciones.
Dice Santi Balmes, compositor y vocalista de Love of Lesbian, que, tras sus discos de éxito, con dos canciones buenas por álbum lo considera un triunfo.
Es bonito ese ejercicio de honestidad y de ser consciente de lo que has sido capaz de hacer. Hay artistas de los que siempre se espera más y luego decepcionan y es muy injusto. Yo también tengo expectativas, pero si no se cumplen qué se le va a hacer.
Sí es cierto que me preocupa estar a la altura de lo ya he hecho. Soy consciente de que cada vez es más difícil proponer algo nuevo y sorprender al oyente. Ahora sí me veo con mucha claridad, sin prejuicios, que ojalá hubiera estado así con 20 años. Pero creo que mis últimos discos están bien y están a la altura, que es verdad que me preocupa. Y ahora que lo dices, es verdad que pienso: "Al menos tienen un par de canciones que me pedirán en los conciertos". Y eso no es menor.