madrid
El avezado periodista Fernando Jáuregui publica La ruptura. La revolución en marcha que no supimos ver (Almuzara), una crónica muy personal del fin del juancarlismo por la que desfilan algunos de los personajes que han urdido la trama política de nuestro país en el último medio siglo.
¿Por qué ruptura?
Porque llevo 50 años ejerciendo el oficio de periodista y de pronto, en 2020, han culminado tres rupturas diferentes. Una es la del modelo bipartidista con el primer Gobierno de coalición en 80 años. La segunda ruptura es la institucional, con Juan Carlos I y Felipe VI enzarzados en una batalla en regla que acaba con el llamado juancarlismo, lo que supone el fin del espíritu del 78. Por último, la tercera ruptura es la que nos ha provocado la pandemia, con una serie de revoluciones que han venido para quedarse y que han cambiado nuestros planteamientos vitales.
¿Y qué ve usted tras la ruptura?
Veo que nuestra historia cambia de forma dramática. No es que estemos en una segunda Transición, es que ya la hemos superado. Para mí, hubo un momento clave en 2014 cuando irrumpen los partidos emergentes y abdica el rey. También el año en el que Rubalcaba se va y en el PP empiezan a haber movimientos internos de relevo. Pero hoy día vivimos una ruptura que abre un proceso que no controla nadie...
¿Cree que no hay nadie al volante?
Bueno, hay un señor, que es Pedro Sánchez y que ha ganado varias elecciones. Pero el problema es que hay dos volantes en un mismo coche, y uno trata de girar a la izquierda y otro a la derecha. Creo que hay que dar unos cuantos giros de manivela para que esto se vuelva un poco más coherente de lo que es ahora. Me preocupa el momento en el que estamos...
¿No cree que gobernar en coalición es también un síntoma de madurez democrática?
Sin duda, lo que pasa es que las coaliciones que funcionan, por ejemplo, en Europa, suelen decir lo mismo ante asuntos esenciales para el Estado. Aquí, en cambio, da la impresión de que tenemos dos almas que dicen lo contrario. En temas mollares como la Jefatura del Estado o ante la posibilidad de negociar unos Presupuestos con Ciudadanos, parece que hay dos visiones diferentes. Me parece muy bien que haya un giro a la izquierda, pero estamos presenciando algunas disfunciones importantes y ahí el timonel Pedro Sánchez debería encauzar el barco.
¿Qué opina cuando desde la derecha y la extrema derecha se califica a este Gobierno como no legítimo?
Creo que el Partido Popular es una formación a la que habría que incorporar cuanto antes a las tareas de gobierno, incluso creo que se le debería tender la mano de una forma más comprensiva. En cambio, para mí lo que dice Vox no tiene ningún sentido. Vox es trumpista, un gobierno con Vox sería un auténtico dislate, haría mucho daño a este país. Cuando en Vox se sueltan un poco el pelo y abandonan esa contención artificial, dicen cosas que me aterran.
¿Presagió usted la irrupción de la extrema derecha?
Era evidente que algo tenía que surgir a la derecha del PP, pero nunca hubiera pensado que llegarían con tanta fuerza al Parlamento. Parecía obvio que después de Fraga, que era un hombre capaz de aglutinar a toda esa derecha autoritaria, y sobre todo después de Aznar, que también la mantuvo unida, se iba a producir algo como lo que ha sucedido. En todo caso, no hay más que mirar a Francia, Alemania o Italia, estamos ante un eurofenómeno.
¿Peligra la forma de Estado en nuestro país?
Yo lo que creo es que últimamente con relación a la forma de Estado no se están cometiendo más que dislates y desaciertos constantes. La manera como se presentó la salida de Juan Carlos I de España, casi como una huida, por no hablar de su destino, un país del Golfo Pérsico; todo fue un error detrás de otro. Pero es que si nos remontamos la cosa no mejora, porque aquel comunicado de Zarzuela en el que casi que se acusaba al ex monarca, sin presunción de inocencia, de haber delinquido, es poco elegante y poco beneficioso para la causa monárquica.
¿Cree que Felipe VI incumplió su deber de neutralidad al telefonear a Lesmes?
Lo que creo es que Felipe VI tenía que haber ido a Barcelona. Decir que no se puede ir a Barcelona porque no se puede garantizar su seguridad es casi como decir que las fuerzas de seguridad del Estado no están capacitadas para garantizar la presencia del jefe de ese Estado en todo el territorio. Y eso es, sobra decir, muy serio. En todo caso, yo echo en falta un discurso serio del rey, creo que está mal asesorado, ahora bien, de ahí a decir que atentase contra la Constitución por llamar a Lesmes... Creo que este país está en un momento muy delicado y sólo faltaba que se empezase a tambalear lo que estaba atado.
¿No cree que deberíamos votar al respecto?
Algún día habrá que decidir entre monarquía o república, pero si hay un momento poco conveniente en este país, sería este. Ahora deberíamos estar todos unidos pensando cómo vamos a salir de esta, no podemos olvidar que hay 8 millones de excluidos socialmente.
¿Qué opina de la defensa a ultranza que hace de la monarquía la derecha y la extrema derecha?, ¿hasta qué punto le beneficia?
Fíjate, creo que ahora el dique de contención se llama Pedro Sánchez. El día que retire explícitamente, tal y como hace su vicepresidente segundo, el apoyo a la Corona, se acabó lo que se daba. Pero claro, Pedro Sánchez es mucho más listo y más moderado de lo que algunos quieren ver, él sabe que si se tambalea la forma de Estado, se tambalea también la forma de Gobierno, y esto implicaría un periodo de derecha dura durante una temporada mucho muy larga.
¿Cuándo situaría el principio del fin de Juan Carlos I?
Hay dos Juan Carlos; el imprescindible, que va del 76 al 90, y luego el Juan Carlos que de pronto vio en la Constitución que él era inviolable y por tanto todo le era debido. Ahí se equivocó mucho. Quizá en su conjunto, haciendo balance, encontramos más cosas positivas que negativas, pero tengo la sensación de que la crisis actual no se está gestionando bien, a lo mejor incluso estamos abriendo un conflicto dinástico, y eso es lo que nos faltaba. Vivimos una tormenta perfecta en la que todo lo que podía salir mal, está saliendo mal. Es un momento clarísimo de ruptura absoluta, y no digo que esté mal, lo que digo es que las rupturas son buenas si tienes con qué sustituirlas.
¿No ve la ruptura como una oportunidad?
Debería ser una oportunidad para el encuentro entre los representantes de los ciudadanos, un encuentro que permita construir una alternativa económica, social y moral. Estoy leyendo mucho sobre el 98, es una época de nuestro país que me interesa, y lo cierto es que ahora mismo la moral de los españoles se asemeja mucho a la moral que se sentía en las calles en 1898.
¿Usted cree?
Ya lo creo que sí, nuestra generación no ha perdido Cuba, pero a este paso igual perdemos Catalunya... Nos hemos dejado muchas plumas en todo esto, la pandemia ha hecho estallar un proceso en marcha.
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