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Las sanciones a Rusia en España cierran la puerta a los millonarios de Putin

Las sanciones por la invasión reducen a cero la concesión de permisos de residencia por la compra de residencias de lujo y por la adquisición de activos de empresas, que había alcanzado un ritmo de más de 25 por semana.

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Las relaciones de España y Rusia son ahora bastante menos amistosas que cuando José María Aznar presidía el Gobierno. — Kremlin

zaragoza,

"Ante la guerra de Ucrania se han hecho los ajustes correspondientes, y de ella no parecen derivarse más riesgos geopolíticos que los derivados de una victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de EEUU, que podría suponer la retirada de apoyos a Ucrania y un posible refuerzo de la posición de Rusia que, a su vez, forzaría un mayor gasto en defensa en Europa", analiza Julio Rodríguez, de Economistas Frente a la Crisis.

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"Ahora mismo hay más un riesgo potencial que una amenaza real con la guerra de Ucrania", señala, en un análisis que se extiende al ámbito económico.

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En este se han dado algunos movimientos relacionados con el conflicto bélico desatado con la invasión de Ucrania por parte de Rusia, aunque la mayoría de ellos apenas ha acabado teniendo impactos destacables en la economía española.

De 25 millonarios rusos por semana a cero

El creciente asentamiento de millonarios rusos en España ha quedado reducido a cero con el inicio de la guerra, que conllevó la decisión del Gobierno de dejar de conceder Golden Visa o visados para inversores, una vía por la que en vísperas de la invasión se estaban afincando una media de 25 potentados y familiares de estos por semana.

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La Golden Visa supone la concesión de visados de residencia de un año de duración siempre que se cumplieran requisitos como comprar casas de más de medio millón de euros, invertir "al menos, 2 millones de euros en títulos de deuda pública española", adquirir "acciones o participaciones sociales de sociedades españolas con actividad real de negocio" por un millón o, también, depositar esa cantidad en "fondos de inversión o capital riesgo constituidos en España" o en entidades financieras españolas.

A esas vías se les añade la de promover "un proyecto empresarial en España que se considere de interés general, en función de la creación de puestos de trabajo, del impacto socioeconómico (…) o de su aportación relevante a la innovación científica o tecnológica".

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Los últimos 16 visados de este tipo fueron concedidos antes de la invasión rusa

Según los datos facilitados por el Ministerio de Asuntos Exteriores, los últimos 16 visados de este tipo fueron concedidos en los dos primeros meses de 2022, antes de que el 24 de febrero el ejército ruso invadiera Ucrania.

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Desde entonces no ha concedido más, lo que supone que los millonarios rusos titulares de los 318 emitidos a lo largo de 2021 y parte de los 96 del ejercicio anterior se han ido quedando sin esa cobertura para residir en España.

La presencia de millonarios ucranios por esa vía siempre fue más reducida, con una veintena entre 2019 y 2020, otros 32 en un repunte notable en el año posterior a los confinamientos, y solo seis desde el comienzo de la guerra.

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El curioso caso del propietario de los supermercados DIA

Frente a la creciente afluencia de millonarios rusos capaces de cumplir los requisitos de la Golden Visa en vísperas de la guerra de Ucrania, en España ha sido escasa la presencia de oligarcas más allá de que algunas ramas de sus tinglados empresariales llegaran a mantener algunas actividades y de que adquirieran segundas residencias, principalmente en el litoral mediterráneo.

Los oligarcas son los adinerados miembros de la "corte" empresarial del presidente Vladimir Putin, la mayoría de los cuales amasaron sus fortunas en el proceso de desmantelamiento del Estado soviético y transición hacia el actual modelo de libre mercado bajo vigilancia. Se caracterizan por la elevada cuantía de sus patrimonios y el valor de sus inversiones y por sus vínculos con el poder.

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El oligarca que mayor presencia empresarial tuvo en España fue Mijail Fridman, propietario de DIA

El que mayor presencia empresarial tuvo en España de esos "multimillonarios del régimen", aunque él niega tener relaciones con Putin o su entorno, fue Mijail Fridman, propietario de hecho de la cadena de supermercados DIA como accionista de referencia del fondo luxemburgués LetterOne, que era el que formalmente poseía el 77% de las acciones de la empresa.

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Fridman, a quien se atribuía una fortuna de 14.000 millones de euros antes de la guerra y que tiene todo su dinero y propiedades bloqueado (dispone de un límite de gasto de 2.500 libras mensuales en Londres), tuvo que renunciar a los derechos derivados de su participación en el fondo de inversión tras ser incluido en el listado de oligarcas objeto de sanción por la UE como represalia por la invasión de Rusia, aunque eso no afectó a la actividad diaria de la cadena.

Este empresario, natural de Lviv o Leópolis, una de las ciudades ucranias más castigadas durante la guerra, y que posee doble nacionalidad rusa e israelí, añade a estas sanciones otras del Gobierno de Volodomir Zelenski como la incautación de 400 millones de euros en cuentas del banco AlphaBank, el principal del país y del que era el principal accionista como en la compañía de telecomunicaciones KyivStar.

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La Fiscalía de Ucrania anunció en agosto la apertura de una investigación como presunto autor de un delito de fraude fiscal de 17,4 millones de euros supuestamente cometido en operaciones a través de su banco.

Yates, coches y chalets intervenidos a una treintena de oligarcas

Resulta difícil hacer un balance de las acciones desarrolladas por el Gobierno de España sobre el patrimonio que los oligarcas rusos poseen en España, ya que apenas ha trascendido información sobre ese aspecto más allá de la docena de cuentas bancarias y fondos de inversión, tres yates y 23 inmuebles de cinco oligarcas cuya intervención confirmó en Gobierno en abril de 2022, a los dos meses de comenzar la guerra.

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Algunas informaciones periodísticas elevaron unos meses después a treinta el número de multimillonarios y/o políticos rusos a los que se les habían intervenido cuentas bancarias, propiedades y barcos o coches, cuyo valor estimaban en el entorno de los mil millones de euros.

El Gobierno sacó adelante en el Congreso ya en la primavera de 2022 un real decreto ley que permitía el embargo de propiedades cuando las fuerzas de seguridad detectaran "indicios racionales" de que sus titulares formales eran en realidad testaferros de oligarcas objeto de sanción.

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Las fluctuaciones del comercio con Rusia y con Ucrania

Las gráficas de las deficitarias relaciones comerciales de España tanto con Rusia como con Ucrania han adoptado una forma de acusados dientes de sierra en los dos años de guerra, con un pronunciado pico en 2022 antes de caer de manera clara al siguiente con el país invasor y con un acelerón en el primer año que se ha intensificado en el segundo con el invadido.

En el caso de las relaciones comerciales con Rusia la clave se encuentra en las empresas energéticas españolas, la factura de cuyas importaciones de gas y de petróleo comenzaron a dispararse ya en 2021 por el recalentamiento de esos mercados como consecuencia de las maniobras especulativas desatadas al abrigo de la tensión bélica.

Esos movimientos llevaron a triplicar la factura del gas (de 438 a 1.216 millones) y la del crudo (467 a 1.509) mientras la de los refinados se duplicaba (923 a 2.088) ya en 2021. Las vinculadas al petróleo se moderarían en 2022 con el inicio de las sanciones, algo que no ocurriría con las del gas, que estarían cerca de cuadruplicarse (4.354).

La importación de gas supuso casi el 60% de la histórica factura de importaciones de Rusia en 2022, que alcanzó en su conjunto los 6.341 millones en plena guerra ante la paradójica imposibilidad de resolver los contratos de suministro, que corría pareja a la de hallar nuevas vías de abastecimiento.

Un dato resulta claramente ilustrativo del coste de la dependencia española del gas ruso, que ahora comienza a mutar en otra del estadounidense: los 7.688 millones que ese suministro ha costado en los últimos tres años arrojan una media anual de más de 2.500 cuando antes de la pandemia no solía alcanzar los 500.

Antes de la pandemia el gas ruso costaba menos de 500 millones de media  y ahora supera los 2.500

En el caso de las importaciones de Ucrania, que con la guerra han pasado del entorno de los 1.500 millones anuales a los 2.500, la explicación se encuentra en la fragilidad de la soberanía alimentaria española y en la necesidad de abastecer de cereal tanto al complejo ganadero, cuya demanda supera los 35 millones de toneladas de pienso al año, como a las industrias del pan, la pasta y otros derivados para consumo humano en una etapa en la que la crisis climática está diezmando las cosechas.

El aumento del déficit con esos dos países, no supone, no obstante, un riesgo para la economía española. "La balanza de pagos española va de maravilla, sobre todo por los ingresos que genera el turismo, a lo que se suma que las exportaciones de bienes presentaron el año pasado un buen comportamiento, aunque no tan expansivo como en ejercicios anteriores, y las de servicios también lo hicieron", explica Rodríguez.

El economista señala como puntos de atención "la deuda y el déficit públicos, que son las notas menos positivas del agregado de la economía española, junto con la evolución de la productividad".

El flujo de divisas y de inversiones

El turismo era hasta la invasión de Ucrania el principal foco de negocio de origen ruso para la economía española con, según los datos del INE (Instituto Nacional de Estadística), un flujo de más de un millón de visitantes anuales (1,31 en 2019) que ha quedado reducido a la nada.

Su nivel de gasto, de 175 euros diarios en viajes de ocho días, solo se veía superado por los 264 de los estadounidenses, lo que los situaba como un colectivo de interés para la hostelería y el comercio, especialmente en el arco mediterráneo y en ciudades del interior como Madrid, pese a suponer solo un 1,57% del total de visitantes.

Sin embargo, su ausencia, que conlleva una merma de casi 2.000 millones de euros en divisas, ha quedado enjugada en términos macro por la avalancha de turistas extranjeros tras la pandemia: 85 millones de personas, uno y medio por encima que en el histórico 2019, con un desembolso conjunto, acrecentado por la inflación y el aumento de precios del sector turístico, superior a los 108.000 millones de euros.

Ocurre algo similar con las inversiones rusas en España, cuyo volumen resultaba ser más bien testimonial, con un peso del 0,12% en la última década (393,7 millones de 309.612) que en los primeros nueve meses del año pasado quedaba reducido a la cuarta parte (siete de 18.303) y, como en el caso del turismo, en un periodo de aumento de la llegada de dinero extranjero al país según los datos del Ministerio de Industria.

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