El Gobierno de Reino Unido se ha desprendido de un 7,7% de Royal Bank of Scotland (RBS), reduciendo así su participación en la entidad escocesa, que tuvo que ser rescatada durante la crisis financiera, hasta el 62,4%, anotándose en la operación unas minusvalías de 2.136,8 millones de libras esterlinas (2.434 millones de euros).

En concreto, UKGI, el vehículo que gestiona la participación estatal en el banco, llevó a cabo una colocación acelerada de 925 millones de títulos de RBS entre inversores institucionales a un precio unitario de 271 peniques, lo que representa un descuento del 3,5% respecto del precio de cierre de las acciones en la sesión de ayer.

De este modo, UKGI obtuvo 2.506,7 millones de libras esterlinas (2.855 millones de euros) mediante la venta de este paquete de acciones de RBS, cifra que representa una minusvalía de 2.136,8 millones de libras (2.434 millones de euros) al tomar como referencia el precio de 502 peniques pagado en el rescate de la entidad, que ascendió a unos 45.000 millones de libras (51.300 millones de euros).

En declaraciones a la cadena BBC, el secretario de Estado de Economía, John Glen, defendía que el retorno obtenido "está basado en la realidad de la situación en que RBS se encuentra ahora". "Me habría encantado si hubiéramos podido vender las acciones a precio mucho mayor. Obviamente es lo que a todo el mundo le hubiera gustado hacer, pero es necesario ser realistas y ver las condiciones del mercado", añadió.

"Esta venta representa un paso significativo para que RBS regrese a manos privadas y dejemos atrás la crisis financiera", dijo el ministro de Finanzas británico, Philip Hammond.

El opositor Partido Laborista criticó la venta de este paquete cuando se anunció el lunes por la tarde, al considerar que los contribuyentes perderán dinero y que el gobierno debería haber esperado más.

RBS obtuvo un beneficio neto atribuido de 792 millones de libras esterlinas (902 millones de euros) en el primer trimestre de 2018, triplicando el resultado de 259 millones de libras (295 millones de euros) correspondiente al mismo periodo del año anterior, informó la entidad, que llegó a estar controlada en casi un 84% por el Estado.

RBS, en su momento uno de los bancos más grandes del mundo, se embarcó bajo la batuta del ex consejero delegado Fred Goodwin en un ambicioso programa de expansión hasta que su desastrosa oferta por el holandés ABN AMRO en 2007 le dejó peligrosamente debilitado justo cuando arreciaba la crisis financiera.

Pocos consideran que el Ejecutivo laborista que gobernaba entonces se equivocase al rescatar la entidad, pero desde entonces las reestructuraciones y los costes legales han pulverizado los beneficios de RBS y con ello las posibilidades de devolver el dinero de los contribuyentes.

El gobierno quiere vender el resto de su participación del 62 por ciento en RBS en los próximos años, muy probablemente de manera similar a esta última desinversión, aunque podría sacar a bolsa parte de las acciones.