Precio de la energía El recibo de la luz afloja, pero poco, tras dos décadas de subidas desbocadas
La caída de los precios en los últimos meses y la menor demanda por las suaves temperaturas, que se mantendrán este invierno, y por el enfriamiento de la economía tiran a la baja, aunque tampoco tanto, de la factura de un bien de primera necesidad cuya cuantía ha estado cerca de duplicarse en lo que va de siglo.
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zaragoza,
El recibo de la luz está bajando en España después de dos décadas en las que su cuantía por el mismo consumo ha estado cerca de duplicarse. Y lo está haciendo como consecuencia, principalmente, de una caída de la demanda en la que, además del enfriamiento de la economía, está resultando clave la suavidad de las temperaturas, que, si no fallan las previsiones meteorológicas, va a mantenerse en los próximos meses.
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Según los datos facilitados por la asociación de consumidores Facua, el recibo de la luz de un consumidor doméstico medio, con un gasto mensual de 366 Kw.h y una potencia instalada de 4,4 Kw, se sitúa este año en una media de 71,31 euros y este mes en 65,01.
El dato anual supone una bajada de casi seis euros y un 7,6% en relación con el registro del año anterior y de algo más de cuatro y un 5,6% frente al anterior. No obstante, sigue estando más de tres euros y cuatro puntos y medio por encima del nivel de 2016.
Esa tendencia bajista resulta algo inusual en un país que lleva dos décadas encadenando subida tras subida hasta el punto de que los precios finales, con un disparatado sistema de facturación con términos fijos que encarecen el ahorro, han estado cerca de duplicarse tras batir su récord varias veces en los últimos años: un 66% entre 2008 y 2018 según la Agencia Europea de Reguladores Eléctricos, un 85,7% según Facua entre agosto de 2003 y el mismo mes de 2018, con un aumento del 152% en la parte fija de la factura y un 71,5% en la vinculada al consumo.
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Temperaturas más suaves
¿A qué se debe esa bajada del recibo después de dos décadas de subidas consecutivas? Básicamente, a la coincidencia de factores como son la caída del precio del kilowatio.hora, que en principio va a mantener esa tendencia en los mercados de futuros, y, junto con la menor actividad productiva, al descenso de la demanda provocado, principalmente, por un aumento de las temperaturas en los meses de primavera y de otoño, cuando tradicionalmente se daban los últimos y los primeros fríos, y que comienza a darse en los de invierno mientras el verano se ensancha hasta ganar cinco semanas en tres décadas.
Las previsiones meteorológicas y las económicas apuntan a que las tres tendencias van a mantenerse en los próximos meses. Así, mientras Red Eléctrica Española, la empresa pública que gestiona la distribución de esa energía por todo el país, constata que la temperatura ha tirado a la baja de la demanda en cuatro de los últimos doce meses (diciembre, febrero, marzo y septiembre) y que resultó inocua en otros dos (abril y octubre), la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) pronostica para el primer trimestre de 2020 “una mayor probabilidad de que la temperatura se encuentre en el tercil superior en la península ibérica y Baleares”, con medias superiores en más de un grado a las históricas.
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Esa predicción anticipa menores consumos, aunque estufas y calefacciones seguirán siendo necesarias en todo el país para alcanzar la temperatura de confort invernal de 21º a 23º que recomienda el IDAE (Instituto para la Diversificación y el Ahorro Energético), dos grados inferior a la veraniega por el uso de ropa de más abrigo.
Una bajada que no llega al bolsillo
Paralelamente, la caída del precio del petróleo y sus derivados, las previsiones bajistas de los mercado de futuros sobre la electricidad, que apuntan a caídas de hasta el 20% en el arranque del año, y medidas como la supresión del Impuesto de Hidrocarburos para el gas natural, el gasóleo y el fuelóleo que se quema en las centrales térmicas para reducir el uso del carbón, tiran también a la baja de los precios de la energía eléctrica.
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Otra cosa muy distinta es que ese desplome del coste del kilowatio.hora se esté trasladando o vaya a trasladarse de una manera directa al bolsillo del consumidor. Esa posibilidad queda descartada por la propia configuración del sistema eléctrico y su sistema de facturación.
Según los datos de Omie, la empresa que regula el mercado ibérico de electricidad (Mibel), el precio del megawatio.hora en España y Portugal ha pasado en el último año de 57,05 a 31,09 euros, una caída del 45,5% que dejaba este viernes el kilowatio.hora en 3,1 céntimos, menos de la mitad de los 6,94 de mediados de enero de 2019. Es decir, que el descenso es siete veces mayor que el que ha registrado el recibo.
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"La energía es el 30% de la factura"
Lo que falta para llegar hasta los 10,7 céntimos que marcaba la tarifa media de las seis a las siete de la tarde del viernes son los llamados “componentes”, que en el caso español vienen a ser unos costes de producción y de distribución de las compañías que soportan los consumidores, a los que hay que añadirles el tramo fijo de la tarifa y los impuestos, entre los que sigue llamando la atención el IVA del 21% en un producto de primera necesidad.
De ahí lo escaso de la bajada pese al menor consumo, que ha llevado a Red Eléctrica a pronosticar para este año una caída de la demanda del 2,5% influida por el enfriamiento de la actividad económica y tras cuatro años consecutivos de aumento, y al desplome de los precios.
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“El precio de la energía representa el 30% de la factura de un consumidor doméstico acogido a la modalidad de mercado regulado” advierte la CNMC (Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia), que añade que “en porcentaje, aproximadamente, para un consumidor doméstico, podemos decir que en su factura de la luz paga: 30% de precio energía + 50% peajes y otros componentes regulados + 20% impuestos (impuesto electricidad e IVA)”.