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La precariedad atrapa a tres millones de jóvenes, migrantes y mujeres pese a la reforma laboral

Más de un millón de asalariados subsisten en empleos de exigencia inferior a su preparación y otros dos millones aceptan contratos parciales por no poder acceder a los de 40 horas. 

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La logística y las subcontratas de las multinacionales se sitúan como uno de los nichos de precariedad del mercado laboral español. — PxHere

Zaragoza, Actualizado:

Más de tres millones de trabajadores continúan subsistiendo en los nichos de precariedad que se mantienen en el mercado laboral español pese a los avances que este ha registrado en los últimos meses como consecuencia del cambio de normas de contratación que supuso la entrada en vigor de la nueva reforma laboral a finales del año pasado. A la cabeza se encuentran los jóvenes, las mujeres y los migrantes como colectivos más frecuentes dentro de ese grupo.

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Esos reductos se concentran en el subempleo y en la parcialidad no deseada. El primer concepto supone la dedicación a tareas que requieren niveles de formación inferiores a los que posee el empleado, mientras que el segundo se refiere a la aceptación de contratos con jornadas de menos de 40 horas cuando la voluntad es alcanzar esa duración. A ambos factores se suman el mantenimiento de la devaluación salarial acumulada entre 2012 y 2021 en algunos sectores, así como de las vías para generarla con el actual marco normativo.

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"La reforma laboral es un paso en la buena dirección, pero no resuelve todos los problemas del mercado laboral español, en el que tenemos una tasa de desempleo excesiva y un subempleo elevado", explica el economista Carlos Martín Urriza, director del Gabinete Económico de CCOO, quien anota que "la rotación general del empleo se ha reducido, aunque ha aumentado algo entre los indefinidos. Hay cambios en la cultura de contratación, pero la indemnización por despido no se ha tocado y eso hace que muchos contratos fijos sean tratados como temporales".

Para Miguel Fadrique, secretario general de CGT, "la reforma laboral ha servido para dar por bueno que un contrato temporal se haga estable, pero eso no te soluciona la vida si no está ligado a un convenio con condiciones laborales adecuadas, un salario digno que permita llegar a fin de mes y una jornada completa".

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Los registros de contratación del Ministerio de Trabajo apuntan a una clara tendencia a la estabilización del empleo a lo largo del último año. Los 6,56 millones de contratos indefinidos -originales y transformación de eventuales- de enero a noviembre suponen un aumento de 4,62 millones y del 238% frente al mismo periodo de 2021, mientras los temporales, con 10,55, se dejan un 33% al ser 5,2 menos.

Sin embargo, esas cifras de contratación y la clara tendencia a la estabilización del empleo que revelan convive con otras realidades a las que no acaban de llegar las mejoras laborales, como revelan los datos de subempleo y de parcialidad no deseada que ofrece la Encuesta de Población Activa (EPA).

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Según esos registros, 1,73 millones de trabajadores ocupan puestos cuyas exigencias de formación son inferiores a las que poseen, en un fenómeno que puede llamarse tanto subempleo como sobrecualificación. Más de la tercera parte de quienes se encuentran en esas situaciones tienen estudios superiores y cerca otro de medio millón ha superado la enseñanza secundaria.

A esas cifras se les suman las de otros 1,9 millones de personas que trabajan a jornada parcial contra su voluntad, ya sea por no encontrar un empleo de jornada completa (1,37) o por impedirle sus obligaciones familiares acceder a uno de esa duración (522.000).

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Los primeros son casi 120.000 menos que un año antes y el volumen de los segundos se ha reducido en 55.000. Esta última bajada tiene una serie de matices, ya que ha aumentado el recurso a la jornada parcial por motivo de cuidados (+22.000) y se ha reducido la de quienes no logran acceder a empleos de 40 horas semanales (-88.000), si bien ambas bolsas siguen teniendo un tamaño muy elevado.

Ambos grupos, cuyos miembros a menudo forman parte de ambos de manera simultánea, así como las personas migrantes son tres de los principales focos de inframileurismo (trabajadores pobres cuyos salarios no alcanzan los mil euros brutos mensuales). La cifra total alcanzaría los más de tres millones de trabajadores, según indican los datos del Decil de Salarios del Empleo Principal, un trabajo del INE que sitúa el sueldo medio en España en 2.086 euros brutos mensuales mientras el mediano -al que no llegan la mitad de los ocupados- lo ubica en 1.757,4.

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"Aproximadamente 4.980.450 personas ganaron menos de 1.366,5 euros brutos mensuales en 2021", señala ese estudio. De ellos, dos tercios apenas llegaron a los 1.000.

Averías del sistema productivo y goteras de la reforma laboral

"El infradesarrollo del sistema productivo impide llegar al pleno empleo, ni siquiera con precariedad, y a pesar de que las subidas del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) y los cambios en la contratación han estimulado el consumo y lo han hecho más resiliente", explica Martín, que destaca cómo "una parte del capital patrio está especializado en capturar y extraer recursos públicos mediante concesiones y contratos, y eso es un negocio que no requiere innovar ni competir ni internacionalizarse y que no crea empleo".

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Esa avería del aparato productivo tiene entre sus consecuencias una acumulación de capital formativo entre los jóvenes y la generación de una rueda en la que "los universitarios desplazan a los que tienen una Formación Profesional (FP) y estos, a los de la Educación Secundaria Obligatoria (ESO). Por eso hay fracaso escolar, porque el título de la ESO no tiene recompensa laboral".

A dicha avería, añade Martín, se suma la distracción de "rentas empresariales que no van a la economía productiva sino a la financiera, ya sea mediante la compra de inmuebles o la recompra de acciones para repartir menos los beneficios",

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Fadrique, por su parte, señala tres sectores como los principales focos de precariedad laboral del país: el telemarketing, que describe como "un ámbito muy feminizado en el que los contratos a tiempo completo apenas existen y en el que casi nadie llega al SMI"; el tercer sector y la atención domiciliaria, en los que la norma son los "contratos muy precarios y por horas para trabajar para unos servicios sociales a los que a veces acaban teniendo que ir a visitar para poder dar de comer a la familia" y, por último, las contratas de grandes empresas, que "operan en sectores muy precarizados y que dependen de los caprichos de la multinacional".

El secretario general de CGT llama la atención sobre cómo "la mayor precarización de esos sectores está haciendo crecer la brecha salarial de género y provoca que la mujer trabaje una media de dos o tres meses menos que el hombre al cabo del año".

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Asimismo, alerta acerca de un efecto secundario aparentemente indeseado de la reforma laboral como es el aumento de las horas complementarias -más baratas que las extraordinarias-, con las que las empresas prolongan por debajo de 40 horas las jornadas de los fijos de tiempo completo cuyos contratos pasan a ser de indefinidos parciales vía ERE.

"No me sirve una mejora de la contratación si no es de calidad. Hoy muy pocas familias tienen la posibilidad de llevar a casa dos sueldos de tiempo completo", concluye.

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