madrid
Julio cerraba con grandes datos en el mercado laboral y con la mayor caída registrada nunca del paro. Los síntomas de mejora en el empleo reavivan el debate sobre el aumento del Salario Mínimo Interprofesional (SMI), encabezado por Yolanda Díaz de Unidas Podemos y resistido por el cerebro económico de los socialistas, Nadia Calviño.
El debate se antoja como uno de los más activos de la agenda política española tras el parón estival. Y tanto la ministra de Trabajo como los sindicatos urgen a Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, a un compromiso para consumarla cuanto antes.
Pero, ¿cómo es la situación de España con respecto a sus socios comunitarios? El país cuenta con uno de los salarios mínimos interprofesionales más elevados de la Unión Europea. Solo seis países (Luxemburgo, Irlanda, Países Bajos, Bélgica, Alemania y Francia) se encuentran por encima. El sueldo actual mínimo por ley en España se sitúa en 950 euros brutos al mes en 14 pagas, lo que equivale a 1.108 euros en doce, la referencia que toma la Oficina de Estadística de la UE (Eurostat), encargada de realizar esta evaluación.
Los dos extremos en suelo europeo van desde los 2.202 euros mínimos fijados en Luxemburgo a los 322 euros que cobra un trabajador búlgaro. Junto a Luxemburgo, también se encuentran por encima de la barrera de los 1.500 euros Francia, Alemania Bélgica y Países Bajos. En el otro lado de la tabla, por debajo del umbral de los 500 euros se sitúan Hungría, Rumanía y Letonia.
Entre los países de nuestro entorno destacan Grecia con 758 euros o Portugal con 776 euros. En la Unión Europea todos los países cuentan con un sueldo mínimo regulado legal a excepción de Dinamarca, Italia, Austria, Finlandia y Suecia.
¿Un salario mínimo europeo?
Las diferencias a los largo y ancho de los 27 Estados miembros son abismales. Para reducirlas, la Comisión Europea presentó hace poco más de un año una propuesta para establecer un salario mínimo europeo. Esta fue una de las exigencias de los socialdemócratas a Ursula von der Leyen para que le dieran su voto de investidura.
En ningún caso se trataría de una cantidad idéntica en todas las capitales, sino adaptada a la situación socioeconómica de cada país. Sería insostenible, por ejemplo, que Bulgaria adaptase el SMI de Luxemburgo. La idea es incrementar el salario mínimo al 60% del sueldo medio de cada país. "Nunca habrá, o al menos en el futuro cercano, el mismo nivel de salarios en todos los Estados miembro. Es algo que tampoco ocurre en Estados Unidos", matizó por aquel entonces Nicolas Schmit, comisario de Derechos Sociales.
La iniciativa vio la luz en medio de los peores momentos de una pandemia que ha expuesto con más virulencia a los colectivos vulnerables y a aquellas personas con peores condiciones laborales. Durante la crisis del coronavirus, el 22% de los hogares europeos reconocieron tener dificultades para llegar a finales de mes.
El objetivo de este nuevo marco regulatorio es evitar que esta brecha continúe engordándose. Y es que según los datos que maneja la Comisión Europea, uno de cada seis trabajadores europeos tiene en este momento un salario excesivamente bajo y el 10% de los empleados comunitarios vive en situación de pobreza. La medida, sin embargo, no termina de materializarse por resistencias internas de muchos países, principalmente los nórdicos.
España, excepción en tiempos de pandemia
A finales del año pasado, el Ejecutivo que lidera Pedro Sánchez aprobó la congelación del salario mínimo interprofesional. Tras ello, el país se ha convertido en una de las pocas excepciones europeas en no aumentar su valor durante la crisis sanitaria. Un escenario que solo comparte junto a Bélgica, Grecia y Estonia.
Así se desgrana del último informe anual elaborado por la agencia Eurofound, que concluye que la pandemia ha ralentizado el incremento general del SMI en el conjunto de la UE, pero evidencia que, aun con todo, la respuesta ha sido mucho menos austera que la acaecida durante la crisis financiera de 2008. También las circunstancias han sido muy distintas. La pandemia actual ha tenido un impacto sectorial y en el modelo productivo diferente al que produjo la crisis económica anterior. Además, ha puesto de relieve la importancia de profesionales con salarios más reducidos, como los cajeros de los supermercados, que han sido imprescindibles para mantener a la sociedad cohesionada en los peores tiempos de la pandemia.
Establecer un salario mínimo nunca es una asignatura fácil, pero lo es todavía más difícil en tiempos de crisis. En un momento marcado por la incertidumbre económica, los líderes han sido más cautos a la hora de tomar decisiones que pudieran poner en riesgo las perspectivas de crecimiento. Como resultado, el salario mínimo en la mayoría de los Estados miembros aumentó entre 2020 y 2021 un promedio 3%. Letonia, Eslovenia, Eslovaquia, Bulgaria y Lituania han sido los países que han impulsado una mayor subida durante los últimos meses.
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