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Trabajo en España España tardará al menos tres años en recuperar el nivel de empleo previo a la crisis

El mercado laboral español sigue arrojando elevados índices de precariedad entre los que destaca que más de la cuarta parte de los trabajadores siguen siendo temporales.

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La recuperación del mercado laboral está siendo mucho más lenta que la destrucción de empleo en los primeros años de la crisis.

¿Catorce años de crisis? En esa dirección apuntan las tendencias del mercado laboral español en términos cuantitativos, las que miden los volúmenes de ocupación y desempleo, aunque sin tener en cuenta los retrocesos registrados en esos años en aspectos como la calidad del empleo, la remuneración salarial, la negociación colectiva o los derechos sociales. 

La media de trimestres de la EPA que este viernes hizo público el INE (Instituto Nacional de Estadística) revela cómo la cifra de ocupados de 2019 continúa siendo inferior en 690.000 a la de 2008: en aquel año llegaron a emplearse a lo largo de todo el ejercicio 20,46 millones de personas, mientras que el pasado lo hicieron 19,77.

El desfase entre este último registro y los 19.996.900 ocupados registrados al finalizar el cuarto trimestre de 2019 se debe a que los métodos de cálculo de la EPA trimestral y la anual son diferentes.

El dato de 2019 indica que el año pasado se crearon 452.000 puestos de trabajo en España, lo que supone un aumento del 2,33% que llega tras sendos avances de 503.000 (2,67%) y 483.000 (2,63%) en los dos anteriores. 

De mantenerse el ritmo de creación de empleo, el mercado laboral español recuperaría el tamaño anterior a la crisis a finales de 2021. Sin embargo, los síntomas de desaceleración de la economía, que ya han comenzado a dejarse sentir en el ritmo de crecimiento de la ocupación, invitan a moderar esas expectativas. 

De hecho, el Gobierno, que ha reducido las previsiones de crecimiento de la economía española a una horquilla del 1,5% al 1,7% para el próximo cuatrienio tras los casi dos puntos del año pasado, en línea con los pronósticos de entidades como el BBVA y con las que se proyectan para el conjunto de la UE, al mismo tiempo que ha pronosticado que la creación de puestos de trabajo aumentará a un ritmo del 1,4% los tres próximos años para hacerlo al 1,5% en 2023.

De cumplirse esas previsiones, el mercado laboral español no superaría el listón de los 20,5 millones de ocupados hasta la segunda mitad de 2022, con lo que la crisis se habría prolongado a lo largo de catorce años en términos cuantitativos y en cuanto al empleo. Otros indicadores macroeconómicos como el PIB superaron las cotas de 2008 hace ya cuatro años y hoy se encuentran ya a más de doce puntos de distancia.

"Se está creando subempleo"

"La salida de la crisis está siendo lentísima", señala Antonio González, de Economistas Frente a la Crisis, que advierte que la recuperación del empleo es en realidad menor si son los puestos de trabajo equivalentes en tiempo lo que se utiliza como referencia.

Esa recuperación tiene, por otro lado, algunos aspectos engañosos. "Se está creando subempleo. No se pueden sumar los millones de puestos temporales como si fueran un empleo más, ni tampoco olvidar que para el 60% de las mujeres que trabajan a tiempo parcial esa jornada no es una elección voluntaria sino que la aceptan porque carecen de alternativas".

"No tenemos en mismo tipo de empleo que antes de la crisis. Esto está mucho peor, y eso sin tener en cuenta otros factores como los salariales", apunta el economista, que llama la atención sobre los elevados niveles de temporalidad que se dan en España.

De acuerdo con los datos de la EPA, el número de eventuales sobre el total de los asalariados lleva cuatro años por encima del 26% después de haber estado creciendo en los tres anteriores, en los que avanzó casi tres puntos.

Una de las causas fundamentales de lo elevado de este indicador, que en todo caso se encuentra un 2,8% por debajo del registro de 2008, se encuentra en el fraccionamiento del empleo y la rotación en las plantillas, que hace que cada tres ocupados eventuales vayan alternándose entre dos puestos de trabajo y las entradas y salidas del paro.

La caída del desempleo también se ralentiza

La recuperación del empleo, por otro lado, se está concentrando en la empresa privada, que al cierre de 2019 ocupaba a 1,3 millones de personas más que en 2008 como asalariadas, en un avance de algo más del 20% desde que la destrucción de puestos de trabajo en el sector privado tocó suelo a finales de 2013.

La recuperación ha sido mucho menor en las administraciones, aunque ya han recuperado prácticamente el nivel de empleo previo a la crisis y a los ajustes del periodo 2011-2017, mientras que el trabajo autónomo, que durante unos años se convirtió en un disparatado asidero  para evitar la expulsión del mercado laboral, ya presenta un volumen de ocupación superior al de principios de la década, aunque con amplias bolsas de fraude apoyadas en el fallido incentivo de la tarifa plana.

Por último, el desempleo se mantiene en niveles claramente superiores a los que se daban al comienzo de la crisis, con una bolsa de 652.000 parados más que hace once años y con un ritmo de reducción que, como ocurre con la creación de puestos de trabajo, lleva tres años ralentizándose.

La polarización del nuevo empleo

Por otro lado, el economista llama la atención sobre dos tendencias de polarización en la creación de empleo que se dieron el año pasado: una por edades y otra por grados de formación.

"El crecimiento del empleo ha sido notable entre los más jóvenes, con subidas de más del 12% en los trabajadores de 16 a 19 años y de casi el 4% en los de 20 a 24", explica, en una tendencia que también se ha dado a partir de los 45, con aumentos de hasta el 8,7% en algunas franjas, mientras el aumento de la ocupación se quedaba por debajo de la media en el grupo de los 25 a los 44.

"Los más mayores están saliendo menos hacia la jubilación y el desempleo, y la capacidad de inserción de los jóvenes está siendo mayor de lo que era", explica González, que no halla una explicación para el gripado en la colocación de los del tramo intermedio de edad.

Paralelamente, explica, "la creación de empleo se está concentrando entre quienes tienen estudios superiores o han terminado la educación secundaria obligatoria, apenas avanza o arroja tasas negativas entre los que no han acabado la ESO o han cursado otros estudios, lo que incluye la FP, y retrocede en los niveles de formación más bajos".

"Se está dando otra polarización del empleo de la que se benefician quienes tienen estudios de mayor nivel", anota, mientras los perjuicios se concentran en el grupo que no llegó a finalizar la enseñanza obligatoria, del que forman parte ocho millones de personas.

Esas tendencias, señala González, "ponen de manifiesto la existencia de desajustes graves que afectan a mucha gente y a que hay que abordar desde las políticas públicas", por lo que califica de "disparate" los planes del Gobierno para extraer del Ministerio de Trabajo las acciones de formación relacionadas con el empleo y trasladarlas al de Educación.

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