Elon Musk encabeza el club de los futuros billonarios forjados a golpe de especulación en los mercados
La mano invisible del mercado determina los grados de riqueza entre los grandes patrimonios del planeta. La irrupción de la Inteligencia Artificial y del negocio de los chips ha engordado las fortunas de los superricos.
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MADRID, Actualizado:
La brecha de la desigualdad se ha ensanchado hasta límites insultantes desde comienzos del presente siglo al calor de los sucesivos golpes de especulación bursátil, que han elevado exponencialmente los patrimonios individuales, y de las consiguientes correcciones de valores que también han dejado su huella a la hora de calibrar las pérdidas y ganancias de los inversores.
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Siempre con la certeza de que las fortunas más rutilantes gozan de privilegios inalcanzables y, a veces, insospechados para el común de los mortales que emprenden su aventura en los mercados de capitales. Nunca como en la actualidad, y a raíz de la crisis financiera de 2008 que hirió de gravedad a las clases medias, y tras la Gran Pandemia, con el cambio de ciclo de negocios hacia la Inteligencia Artificial (IA) y la era del chip, de los minerales raros y la geopolítica, la diferencia entre ricos y pobres ha sido tan acentuada.
El último certificado de esta injusta distribución de la riqueza la acaba de plasmar Oxfam en su más reciente radiografía de situación: el 1% de las mayores fortunas del planeta supera la media de ingresos del 95% de la población mundial. Su diagnóstico de 2024 va acompañado de una lectura sin paliativos y sumamente irónica: la del falso multilateralismo que esconde el poder influyente de una "oligarquía global" que perpetúa los fueros patrimoniales y la inmunidad bursátil con la que, de manera habitual, operan las carteras de inversión y las posesiones accionariales de los ricos.
Los expertos de Oxfam, que presentaron su estudio en la reciente Asamblea General de la ONU, instaron a esta institución multilateral a impulsar junto al G20 un nuevo marco de fiscalidad internacional que grave a las grandes fortunas y cuyas recaudaciones se enfoquen a cancelaciones de deudas soberanas y alimentar fondos que contribuyan a generar justicia social.
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Sin embargo, dentro del selecto club de los superricos las luchas fratricidas también existen. No resultan tan crueles, porque no está en juego su propia supervivencia vital; pero no por ello se deben frivolizar, pese a que puedan resultar sarcásticas e irritantes. Una de ellas es la que deja una doble lectura cargada de hipocresía entre quienes confían en un equilibrado reparto de la riqueza.
Así, solo cuatro fortunas estarían en disposición de crear antes de que finalice esta década el grupo de los billonarios (más de un millón de millones de dólares), esto es con una riqueza semejante a los PIB de Arabia Saudí o Suiza. En ese selecto grupo estaría, cómo no, Elon Musk, al que acompañarían el magnate indio de la minería, Gautam Adani; el jefe de Nvidia (la multinacional californiana de los chips que durante meses superó en bolsa a Microsoft y Apple), Jensen Huang; y el rival indonesio de Adani en el negocio de los minerales, Prajogo Pangestu.
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Otro análisis de la firma Informa Connect, que hace una proyección de la acumulación de riqueza de las grandes fortunas, también sitúa a Musk como el primer socio de esa eventual fraternidad de los billonarios. Si el actual patrimonio del magnate de origen sudafricano (que se cifra en 293.000 millones de dólares) sigue progresando a un ritmo del 110% anual, en 2027 rebasaría los 1,195 billones (o trillones, si se utiliza la terminología anglosajona). Los siguientes en ingresar en el club de los 13 dígitos de fortuna, según este análisis, serían, de forma simultánea un año más tarde, Adani, Huang y Pangestu.
Jerarcas de 'big-techs', minerales raros y chips
Este estudio, del que se han hecho eco publicaciones como The Conversation, compara estos stocks de riqueza con el dato de que casi 1.000 millones de seres humanos no tienen acceso a la electricidad en sus hogares. O con el hecho de que un billón de segundos equivale a 31.000 años, así como con una regla de tres sencilla: un billón de dólares depositados en un banco a un interés del 4%, como deberían estar con el precio del dinero actual los instrumentos de ahorro en las potencias de rentas altas, generarían anualmente 40.000 millones de dólares de beneficios.
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De confirmarse esta trayectoria, el dueño de Tesla, SpaceX o la antigua Twitter podría adquirir hasta cuatro Palacios de Versalles, valorados en torno a los 300.000 millones de dólares.
La presencia de Musk y Huang y la de los grandes jerarcas de las big-techs en el top-ten de las grandes riquezas planetarias que elaboran publicaciones como Forbes conceden credibilidad a la aseveración de Yannis Varoufakis de que en el mundo se está creando un tecnofeudalismo con el que las plataformas online asumen oportunidades para explotar a su plantilla laboral con horarios y exigencias profesionales draconianas o expulsar a sus empleados del mercado de trabajo. El exministro de Finanzas griego explica que Adam Smith no fue capaz de imaginar, ni por lo más remoto, el vínculo que el mercado ha engendrado entre consumidores y productores de bienes y servicios.
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Para Varoufakis, se deben articular regulaciones restrictivas a la acumulación grosera de riqueza por parte de multinacionales que juegan con datos personales y medidas de restricción de los márgenes empresariales, además de un mapa impositivo progresivo y que grave especialmente a los grandes patrimonios.
La del club de los billonarios no es la única anomalía del capitalismo desordenado y salvaje que se ha instalado en los mercados. Por distintos caprichos bursátiles, el grupo de milmillonarios se ha resentido y ha reducido a una docena su número de integrantes, con las caídas patrimoniales de curiosamente dos de los cuatro posibles miembros fundadores del círculo de los primeros billonarios. Huang y Adani han visto cómo la valoración bursátil ha hecho retroceder sus fortunas por debajo de la cota de los 100.000 millones de dólares, asegura Bloomberg Intelligence. Igual que la de uno de los pioneros de la computación personal: Michael Dell.
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La riqueza de Huang ha descendido desde los 105.000 millones a los 90.500 y ha pasado de ser la decimocuarta persona más rica del mundo a la decimoctava, debido a la fuerte corrección de la acción de Nvidia tras el doble sorpasso de comienzos del periodo estival que la empresa de chips de California protagonizó sobre Apple y Microsoft y que llevó a varios analistas de bolsa a apostar por su victoria como primera compañía global en superar los cuatro billones de dólares de capitalización.
El fundador de Dell ha pasado de engrosar una fortuna de 107.000 a 96.300 millones por caídas del 5% de sus acciones en la compañía de la que es consejero delegado.
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Las pérdidas generalizadas de los 20 empresarios más ricos del planeta han llegado a acumular más de 60.000 millones en alguna jornada aislada de este verano. Con Elon Musk y sus 13.900 millones encabezando estos recesos patrimoniales -sin que por ello haya peligrado su liderazgo como mayor riqueza personal del planeta-, por delante del jefe de Amazon, Jeff Bezos (6.100 millones), el máximo dirigente de Meta, Mark Zuckerberg (5.800 millones), el mencionado Dell con 5.500 millones de pérdidas en un día, y uno de los cofundadores de Google, Larry Page, con 5.100 millones.
Aun así, Musk, por supuesto, Bezos, Zuckerberg y Page continúan en el club de los milmillonarios junto al cofundador de Microsoft, Bill Gates, Larry Ellison (Oracle), Warren Buffett (el oráculo del mercado y dueño del fondo Berkshire Hathaway), Bernard Arnault (LVMH), Sergey Brin (Google), Steve Ballmer (Microsoft), Mukesh Ambani -fortuna india del mayor conglomerado empresarial del país, Reliance Industries, el único que ha aumentado su capital- y Amancio Ortega.
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Si bien, el ranking de Bloomberg Intelligence admite que otra fortuna, la de Jim Walton (99.600 millones), mandamás de Walmart, llama a las puertas de este selecto club.
Musk lidera el ranking de Forbes 2024, con 205.400 millones de patrimonio, con Bezos a la zaga (203.200) y Arnault en el límite de los 200.000 al inicio del verano pasado. Zuckerberg (176.500); Ellison (153.700); Page (145.100); Brin (139.000); Buffett (134.000); Gates (131.000) y Ballmer (126.500) engrosan sus primeras diez riquezas.
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Las injusticias sociales de las grandes fortunas planetarias
En la actualidad, más de un tercio de las 50 mayores empresas del mundo -con una capitalización bursátil conjunta de 13,3 billones de dólares- tienen algún milmillonario como director ejecutivo o accionista principal. Mientras que las de los países del Sur global sólo poseen el 31% de la riqueza, a pesar de concentrar el 79% de la población mundial, compara Oxfam, que enfatiza que los cauces y la capacidad de influencia de los superricos sobre gobiernos, inversores y sectores se ha disparado, lo que ha dado lugar a concentraciones inusuales de riqueza, a una eclosión de los indicadores de desigualdad y a intentos de cambio -muchos consumados- en las reglas del juego que garantizan sus privilegios.
Además de hacer hincapié en el quebranto que la falta de cooperación fiscal internacional está ocasionando por la escasa amplitud de miras del marco supuestamente inclusivo elaborado por la OCDE con sus normas BEPS sobre erosión de la base imponible, que no ha logrado reasignar ni los derechos tributarios, porque apenas ha elevado en un 0,026% los ingresos corporativos, ni ha conseguido acabar con la declaración de sede oficial como origen de los pagos tributarios de las empresas transnacionales, el foco de sus elusiones impositivas. Y de instar al G20 a imponer mayores cauces de colaboración y de exigencias sobre las obligaciones fiscales para que el tipo mínimo del 15% sobre los beneficios sea una realidad en todo el mundo, y a que sus socios se comprometan a impulsar el tributo del 2% sobre los grandes patrimonios, como ha propuesto el economista y director del Observatorio Fiscal de la UE, Gabriel Zucman.
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Precisamente Zucman, que clama contra los paraísos fiscales por ser los artífices de las elusiones impositivas de ricos y compañías transnacionales, cifra en 45 billones de dólares -la suma del PIB de EEUU y China, las dos superpotencias económicas del planeta- la acumulación de riqueza en estos "territorios dañinos para la tributación", como los denomina la OCDE.
Vivimos un momento en el que el club de los inversores ricos en EEUU tiene overbooking. Según una ley de 1982 de la Administración republicana de Ronald Reagan, la SEC o Securities and Exchange Commission -la CNMV española- otorga tal estatus a aquellos ingresos patrimoniales superiores a los 200.000 dólares anuales o al millón de dólares de valor neto, con el objetivo de catalogarlos como "jurídicamente responsables" de sus operaciones en bolsa. En esa época, eran uno de cada 50 estadounidenses; ahora, uno de cada cinco es considerado "inversor acreditado".