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Las eléctricas europeas se atrincheran en sus mercados domésticos

Las empresas comienzan a deshacerse de sus inversiones transfronterizas, que han perdido atractivos, mientras unos gobiernos cada vez más nacionalistas rechazan que un sector estratégico descanse en manos extranjera

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Torres de alta tensión de la eléctrica EDF cerca de la localidad francesa de Valenciennes. REUTERS/Pascal Rossignol

PARÍS/FRANCFÓRT,

Las eléctricas europeas se están atrincherando en sus mercados domésticos y están deshaciendo las fusiones transfronterizas que se financiaron a golpe de deuda mientras unos gobiernos cada vez más nacionalistas rechazan que activos de electricidad que consideran estratégicos descansen en manos extranjeras.

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Hungría fue uno de los primeros países europeos en volverse en contra de la titularidad extranjera en sus eléctricas en 2013, pero hay señales crecientes de que las fronteras se están alzando de nuevo en un sector en el que ha costado mucho rentabilizar las operaciones internacionales.

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Varias eléctricas europeas mostraron interés en la compra de Innogy, pero al final el pasado marzo la matriz RWE y su rival E.ON acordaron repartirse los activos de la empresa de energía renovable en un acuerdo de acento completamente alemán.

Esta semana, el grupo minorista francés de electricidad Direct Energie, el mayor competidor independiente del líder de mercado EDF, cayó en manos del gigante petrolero galo Total en otro acuerdo nacional.

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Banqueros de inversión dicen que el acuerdo alemán, alcanzado en solo dos meses, se hizo en parte para mantener los preciados activos de Innogy lejos de manos extranjeras y el rechazo a los propietarios extranjeros está ahora alimentando la especulación de que algunos grandes acuerdos transfronterizos podrían ser desmantelados.

Edison, la filial transalpina de EDF y tercer mayor productor de energía en Italia, es considerada como un excelente ejemplo de una inversión transfronteriza heredada lista para ser desmantelada.

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Las actividades de petróleo y gas de Edison ya no se ajustan a la estrategia de bajo carbono de EDF y la perspectiva de que gane cuota en el mercado minorista a Enel, en la que el estado italiano tiene una participación del 24%, parece poco prometedora. "Los italianos nunca han aceptado que Edison ya no sea italiana", dijo un banquero de París, que añadió que las perspectivas de crecimiento de la firma en Italia siempre se verían limitadas por su propiedad francesa.

Fuentes indicaron a Reuters este mes que Edison había seleccionado a bancos para vender su división de exploración y producción de petróleo y gas, uniéndose a otras empresas eléctricas que han vendido activos de hidrocarburos mientras lidian con una demanda de energía estancada, unos bajos precios mayoristas de electricidad y con el auge de las energías limpias y renovables.

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Ola de adquisiciones

La española Endesa es otro activo propiedad de una empresa extranjera que se considera un candidato potencial para su reventa. La italiana Enel, la mayor empresa eléctrica europea, se llevó el gato al agua frente a la alemana E.ON en 2007 durante una serie de fusiones transfronterizas en el sector europeo.

Aunque Enel, que posee el 70,1% de Endesa, ha negado que tenga planes de venta, su control de Endesa le ha generado críticas por parte de políticos domésticos que aseguran que la filial no está invirtiendo lo suficiente en España y que paga demasiados dividendos a su dueña italiana.

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El consejero delegado de Enel, Francesco Starace, reconoció que el nacionalismo estaba teniendo impacto en las fusiones y adquisiciones de empresas eléctricas en Europa. "Algo hay, pero no creo que los grandes países de Europa puedan darse el lujo del nacionalismo porque necesitarían 'bolsillos realmente profundos' para mantener a estas compañías lejos de sus mercados", dijo a Reuters.

La avalancha de adquisiciones transfronterizas de eléctricas antes y justo después de la crisis financiera de 2008 se produjo cuando 10 países se unieron a la Unión Europea en la mayor ampliación del bloque hasta la fecha, momento que las eléctricas europeas vieron como una oportunidad de convertirse en campeones energéticos regionales.

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E.ON gastó 11.500 millones de euros en activos fuera de Alemania después de perder la batalla por Endesa, RWE compró la británica npower, EDF compró Edison y British Energy, la francesa Engie compró la británica International Power, la española Iberdrola compró Scottish Power y la sueca Vattenfall adquirió Dutch Nuon Energy.

Pero el derrumbe de los precios mayoristas de la electricidad ha erosionado muchos de estas operaciones financiadas con deuda. Sólo Engie, E.ON y Vattenfall han tenido que ajustar a la baja el valor de sus inversiones internacionales en 34.000 millones de euros.

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"Un negocio muy nacional"

Actualmente, ya no queda mucha euforia en lo que acuerdos transfronterizos se refiere.

Con los nacionalistas en el poder en Hungría, Polonia y Austria, y los partidos de derecha en auge en otros grandes países europeos, las empresas están sintiendo un rechazo a la internacionalización que abrazaron una década antes.

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"Este sigue siendo un negocio muy nacional", dijo un banquero senior que trabajó en el acuerdo de Innogy. "Las situaciones más difíciles en una gran transacción son aquellas en las que participan jugadores de diferentes países".

Aunque una posible propiedad extranjera no fue un problema político antes del acuerdo con Innogy, políticos alemanes se opusieron públicamente a los intentos de China State Grid Corp de comprar al fondo australiano IFM una participación en el operador de red 50Hertz.

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Una fuente con conocimiento de la situación dijo a Reuters que las autoridades alemanas habían animado a la belga Elia , principal accionista de 50Hertz, a subir su participación para que State Grid no la comprara.

Las primeras medidas contra la propiedad internacional de empresas eléctricas se produjeron en Hungría, donde el primer ministro populista Viktor Orban dijo en 2013 que el estado quería recomprar los activos húngaros de E.ON, RWE, EDF, Engie y la italiana Eni.

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Desde entonces, Orban ha impuesto recortes drásticos en los precios de la energía, obligando a las empresas extranjeras a asumir la factura, y varias han vendido sus negocios al estado.

En Polonia, EDF y Engie sintieron el aguijón del nacionalismo energético en 2016 cuando el partido gobernante Ley y Justicia colocó a activos propiedad de la empresa francesa en una lista de compañías consideradas importantes para la seguridad energética a fin de bloquear su eventual venta.

EDF, que había estado negociando con la firma checa EPH e IFM la venta de sus activos en Polonia, se vio finalmente obligada a venderlos a empresas estatales polacas.

"¿Ha habido alguna vez un gran acuerdo de fusión o adquisición transfronteriza en el mundo de las eléctricas? Tendría que pensar mucho para encontrar una respuesta", dijo un banquero asentado en Fráncfort, que ha trabajó en operaciones en los sectores alemán y europeo. 

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