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El empleo doméstico cae por debajo del nivel del confinamiento por el teletrabajo, la uberización y la crisis

La proliferación de plataformas digitales que ofrecen servicios de limpieza y de cuidados de bajo coste, la presencia más frecuente de adultos en el domicilio y la menor disponibilidad de dinero en los hogares se llevan por delante 20.000 puestos en menos de dos años en un sector precarizado y feminizado como pocos.

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Una empleada de hogar plancha una camiseta, el día en que han aprobado el paro para las empleadas del hogar, a 6 de septiembre de 2022, en Madrid (España). - Ricardo Rubio / Europa Press

ZARAGOZA, Actualizado:

¿Qué está ocurriendo en el empleo doméstico, el que se encarga de las tareas del hogar y los cuidados, para que en los últimos meses se esté dando una caída de la ocupación tan pronunciada como para situar su volumen por debajo del que tuvo durante los confinamientos?

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Quienes observan la evolución del sector, uno de los más feminizados y precarizados del tejido productivo español, no aciertan a diagnosticar qué está sucediendo, aunque apuntan a una conjunción de factores en los que confluyen la menor disponibilidad económica de los hogares por una tensión inflacionista que lleva a recortar gastos, un recorte de la demanda derivado de la expansión del teletrabajo y la presencia más frecuente de adultos en los hogares. También, a la irrupción de plataformas multiservicio con ofertas de servicios low cost, todo ello mientras, pese a avances como el del desempleo, las inercias a la informalidad económica que históricamente han caracterizado el ramo no acaban de desaparecer.

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En números redondos, la cifra de empleadas del hogar (el 95% son mujeres y rondan el 4% del empleo femenino total) afiliadas a su régimen especial de la Seguridad Social se ha reducido en algo más de 20.000 desde las vísperas de pandemia: se mantuvo en el entorno de las 394.000 en los tres meses previos para caer a 374.000 durante los encierros y escalar a 380.000 en el tramo final de 2020, una tendencia alcista que se truncó con las 386.488 de junio del año pasado, cuando comenzó un descenso constante que situó el registro por debajo de las 372.000 en septiembre y octubre.

"Todos los años se están perdiendo miles de empleos", explica Ana María Corral, responsable del Departamento de Migraciones de UGT, quien no descarta "que se esté reduciendo el empleo legal y esté aumentando el irregular".

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"Ha habido una reducción importante, aunque un problema de este sector es que las fluctuaciones dependen de muchos factores, como la estacionalidad o el mantenimiento o la pérdida del único empleo en el que se está dado de alta", anota Daniel Barragán, secretario general de CCOO del Hábitat, quien añade que "en la mayoría de los casos no están dadas de alta por todas las horas que hacen ni por todos los empleadores que tienen".

Los efectos de la tensión inflacionista y el teletrabajo

Los datos de la EPA (Encuesta de Población Activa) indican que menos del 45% de los hogares con empleadas domésticas les ofrecen jornadas completas y dibujan un panorama de inestabilidad con un 24% de trabajadoras que no alcanzan el año de antigüedad en las casas en las que trabajan, cuyo número se ha reducido de manera notable en los últimos años al desaparecer más de 100.000 empleadores (530.700 en octubre por 641.700 a finales de 2017).

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El desfase entre el número de empleadores y el de empleadas, que rondaba los 160.000 en octubre y que hasta mediados de2018 se situaba en el entorno de los 20.000, se debe a que son escasas las ocasiones en las que una empleada trabaja en un único hogar.

Junto con la menor disponibilidad de dinero en los hogares por la tensión inflacionista desatada hace ya casi dos años e intensificada con la guerra de Ucrania y las maniobras especulativas desatadas a su socaire, que habría llevado a reducir la partida de empleo doméstico en los hogares de menos renta que la tenían, factores como la extensión del teletrabajo se perfilan como otro de los factores que tira a la baja de la ocupación en este ramo.

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Los registros de la EPA indican que, aunque con altibajos, un mínimo de 2,5 millones de personas ha ido acogiéndose a esta figura del trabajo en remoto, en la que no ha bajado de 1,3 el volumen de quienes la utilizan más de la mitad de los días.

Y eso apunta a una reducción de las necesidades de apoyo para atender la casa por motivos laborales, que es uno de los principales motivos para recurrir al empleo doméstico, y a un aumento de las posibilidades de participación en las redes de apoyo familiares, sociales y vecinales, estas últimas más frecuentes en el mundo rural.

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Los servicios ‘low cost’ y las bonificaciones de la Seguridad Social

A ello se le suma "la irrupción de modelos de negocio como las plataformas digitales que ofrecen servicios para tareas del hogar y de cuidado de personas", recuerda Corral. Algunas de ellas los ofrecen a entre ocho y doce euros la hora sin compromiso de permanencia, una tarifa aparentemente ventajosa frente a una eventual contratación con un recargo del 30% sobre el precio de la hora para la Seguridad Social.

Aunque eso no es tan así, ya que el Seguro contempla desde octubre de este año una serie de bonificaciones que reducen de manera notable ese recargo social, casi a la mitad cuando se trata de altas y siempre con las aportaciones para desempleo y Fogasa reducidas un 80%, y que llegan a la exención cuando se contratan personas minusválidas o víctimas de violencia machista o si el contrato tiene como objetivo incorporar a alguien desde el desempleo para sustituir de manera interina a una trabajadora de baja por embarazo.

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"Hay importantes reducciones de las cotizaciones para los empleadores", destaca Corral, mientras Barragán apunta que "no podemos descartar que la ratificación del convenio que garantiza la prestación de desempleo a las empleadas del hogar haya tenido en gente poco cumplidora el efecto contrario al deseado y hayan optado por prescindir del empleo doméstico o pagarlo todo en negro".

"La realidad es que hay trabajo 'en negro' y que es difícil de detectar si no hay una denuncia de la persona afectada, porque se trata de un sector muy precario", anota el secretario de CCOO Hábitat. "El convenio es un primer paso, es bienvenido aunque queda mucho camino por recorrer" hasta normalizar la situación del empleo doméstico", coincide con la responsable de Migraciones de UGT.

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