En uno de los movimientos empresariales más extraños que se recuerdan en los últimos años, Sam Altman volverá a ser el consejero delegado de OpenAI, la empresa que creó ChatGPT, cuatro días después de ser despedido y sólo un día después de que Microsoft anunciara su contratación. La presión de varios inversores y la rebelión de los empleados para que la empresa especializada en inteligencia artificial recuperara al directivo ha puesto en jaque a los rectores de la empresa, obligándolos a rectificar.

El pasado 17 de noviembre, OpenAI anunció que prescindía de Altman al haber "perdido la confianza" en él. En un comunicado, la junta directiva concluía que Altman "no fue consistentemente honesto en sus comunicaciones" con el resto de directivos, lo que "perjudicó su capacidad para ejercer sus responsabilidades". "La junta directiva ya no tiene confianza en su capacidad para seguir liderando OpenAI", indicaba el mensaje. 

Este pasado lunes, el consejo de OpenAI decidía nombrar como nuevo consejero delegado interino de la compañía a Emmett Shear, cofundador y ex consejero delegado de Twitch, después de haber reemplazado el viernes inicialmente a Altman por la directora de tecnología Mira Murati

Hasta el momento de su despido, Altman era el rostro visible de la empresa y de la era de innovación en el campo de la inteligencia artificial. No hay que olvidar que él cofundó y copresidió OpenAI junto a Elon Musk, que dejó la empresa en 2018.

La intervención de Microsoft

El despido de Altman, alma máter de OpenAI, convulsionó a la empresa. El lunes, casi todos los trabajadores amenazaron con dimitir y seguir los pasos de Altman hacia Microsoft, cuyo fichaje incluso fue anunciado en redes sociales por Satya Nadella, consejero delegado delegado del gigante tecnológico. 

Es más, el propio Altman confirmó su fichaje en la red X.  Posteriormente explicó que cuando decidió incorporarse a Microsoft el pasado domingo "estaba claro que ese era el mejor camino para mí y el equipo".

Sin embargo, la estructura jerárquica de OpenAI, empresa sin ánimo de lucro gobernada por una junta directiva de mayoría independiente que no tiene participación de capital, ha favorecido la vuelta de Altman: la junta directiva estaba contra Altman, pero los inversores estaban con él.

Entre los inversores que apoyan la vuelta de Altman está precisamente Microsoft, que ha invertido varios miles de millones de dólares en OpenAI, a la que considera su "socio" en el ámbito de la inteligencia artificial. El gigante de Windows prefiere que Altman recupere sus antiguas responsabilidades en OpenAI.

Cambios en la junta directiva

Con el apoyo de empleados e inversores, incluido Altman vio que las puertas de la empresa seguían abiertas para él. "Con el apoyo de la nueva junta directiva y de Satya (Nadella, CEO de Microsoft), espero volver a OpenAI y aprovechar nuestra sólida asociación con msft (Microsoft)", escribió en redes sociales.  

Junto con Altman también regresa a la empresa Greg Brockman, otro de los confundadores de OpenAI y presidente de la misma hasta la semana pasada tras ser despedido también. Brockman y Altman son uña y carne. "Regresando a OpenAI y volviendo a codificar esta noche", ha anunciado Brockman en sus redes sociales, acompañando esta declaración de un foto junto con los empleados de OpenAI y el texto "nosotros estamos de vuelta".

El regreso de Altman y Brockman implica cambios en la junta directiva. Y es que nada volverá a ser como antes. Los instigadores del despido de Altman salen casi todos y se incorporan nuevos miembros,  más próximos a su cuerda. "Hemos llegado a un principio de acuerdo para que Sam Altman regrese a OpenAI como consejero delegado con una nueva junta inicial formada por Bret Taylor (presidente), Larry Summers y Adam D'Angelo", ha anunciado OpenAI en un comunicado emitido en las últimas horas.