Cayó en Nueva York (EEUU) el banco de inversión Lehman Brothers en 2008, hace diez años, y los efectos del terremoto que causó su derrumbe reventaron las costuras de todo el sistema económico mundial y lo dejaron al desnudo, frágil como un cristal en una caja de cartón. La onda expansiva de la quiebra -la mayor de la historia- del gigante financiero llegó prácticamente a todas partes, incluida, claro está, Andalucía.
El PIB, que contabiliza el valor de todos los bienes y servicios que se producen en un año en un lugar determinado, superó por los pelos los 152.000 millones de euros al cierre de 2007 en Andalucía -por comparar: la caída de Lehman dejó un agujero de más de 600.000 millones de dólares, cuatro veces más-. Solo ahora, diez años después, el PIB de Andalucía ha alcanzado los niveles de entonces -el año pasado cerró en el entorno de los 160.000 millones-. Sin embargo, esta costosísima y dramática, en numerosos casos, recuperación de la actividad no se ha trasladado al empleo, tampoco en el sector de la banca.
En estos diez años se produjo en España un arrasamiento del sistema bancario, el verdadero corazón de este sistema económico, el que irriga a todos los demás sectores. La red de cajas de ahorros, que operaban en el mercado igual que los bancos, pero con una lógica ligeramente diferente, debido al apego al territorio en el que estaban establecidas, ha quedado prácticamente desmantelada, y se ha producido una concentración de activos en menos manos, en manos que solo tienen en cuenta la lógica del beneficio, y que han ido clausurando oficinas. Si antes había más de 40 grupos bancarios en España (y en Andalucía), ahora hay apenas una decena.
Así, los cierres de sucursales han implicado, en palabras del sindicato CCOO, un “durísimo proceso de reestructuración; la disminución de la competencia por la concentración de entidades, y la exclusión financiera de amplias capas de la población a consecuencia del cierre masivo de oficinas bancarias”.
Desde el año 2008, en lo que respecta al empleo, Andalucía ha perdido más de 12.000 puestos de trabajo en la banca, según CCOO. En aquel momento trabajaban en el sector financiero en Andalucía más de 37.000 personas y ahora lo hacen poco más de 24.500. Esto supone que en Andalucía se ha perdido el 34,19% del empleo directo que tenían las entidades financieras a comienzos de la crisis en el año 2008, algo más que la media española: en toda España se perdieron uno de cada tres puestos en el sector.
“A ello se une, a pesar de los beneficios crecientes del sector, un empeoramiento de las condiciones laborales de la plantilla que se ha quedado, con prolongaciones de jornada que siguen creciendo por el incremento de las cargas de trabajo y una inaguantable presión comercial”, denuncia el sindicato CCOO.
Beneficios y ayudas públicas
Esta destrucción de puestos de trabajo se produce en un contexto en que el sector ciertamente gana dinero. La gran banca, gracias, entre otras razones, a las inyecciones de dinero público, ha obtenido pingües beneficios en estos años. Entre 2008 y 2017, Santander, BBVA, CaixaBank, Bankia, Sabadell y Bankinter, obtuvieron en conjunto 84.000 millones de euros. Y el último año los grandes ya hacían más dinero que antes de la caída de Lehman.
Todo el proceso de reestructuración del sector, infectado por el virus de los manejos bancarios fraudulentas que causaron la caída de Lehman, le acabará costando al Estado, según las cuentas del Banco de España, varios miles de millones de euros.
En todo este periodo, la banca se ha llevado más de 56.000 millones en ayudas públicas, de los que se han recuperado apenas unos 3.500 millones. El Banco de España calcula que los bancos acabarán devolviendo, en total, al final del proceso, unos 16.000 millones, con lo que la factura que acabarán pagando los contribuyentes para rescatar un sector asolado por sus propias prácticas rondará los 40.000 millones de euros, unos 6.000 millones más que un presupuesto entero de la Junta de Andalucía.
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