Brexit, pandemia o crisis energética: causas y consecuencias del desabastecimiento que se cierne sobre Europa
El despertar económico post-coronavirus ha provocado un cocktail molotov que ha hecho saltar las costuras de la cadena de suministros de nivel mundial. Crece el temor de ciudadanos y empresas de cara a una posible escasez de productos de cara a la Navidad.
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BRUSELAS, Actualizado:
Los problemas con la aplicación de los acuerdos del Brexit, el aumento de la inflación o la crisis global de suministro de materias primas amenazan con crear la tormenta perfecta de cara a la próxima campaña navideña. Al igual que ocurre con la crisis energética, que ha disparado los precios de la luz, la reactivación de las economías de buena parte del planeta tras más de un año de pandemia ha dejado un desequilibrio entre la oferta y la demanda.
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El regreso a la normalidad ha provocado un incremento muy elevado en la petición de recursos en buena parte del planeta. Pero se ha topado con un comercio internacional incapaz de seguir este ritmo en términos de personal, contenedores y materias primas. Muchas de ellas proceden de China, que ha reducido sus exportaciones en un ejercicio de acopio interno y de remodelación de su tejido productivo.
La vuelta paulatina deja también importantes cambios en el consumo, dejando cambios en los patrones de comportamiento. El adiós del teletrabajo ha supuesto un alza en la demanda de productos concretos como los ordenadores. A ello se le suma la tendencia registrada durante la crisis sanitaria en una mayor adquisición de los productos destinados a hacer deporte o los de protección sanitaria. Ante este efecto dominó y multidimensional, las perspectivas apuntan a que la situación no se encaminará hasta bien entrado el próximo año.
El volumen de coches comprados en España ha caido más de un 30% con respecto a los niveles registrados en el mismo periodo de 2020
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Todo ello, unido a la congestión del tráfico marítimo y a la escasez de contendedores, ha provocado históricos cuellos de botella en puertos como el de Amberes en Bélgica. En consecuencia, el precio de productos básicos como los semiconductores, unos componentes fundamentales para el sector automovilístico y electrónico, se ha disparado. El volumen de coches comprados en España cayó en septiembre más de un 30% con respecto a los niveles registrados en el mismo periodo de 2020. El impacto también ha sido palpable en productos textiles, alcohólicos o de juguetes, pero los empresarios españoles han enviado un mensaje de sosiego de cara a los próximos meses.
Durante el verano, el 70% de las empresas de Alemania –la locomotora europea- reconocían problemas en la marcha de su producción industrial. Y el riesgo de que la crisis energética y la de los suministros frene la recuperación impulsada por el Fondo Europeo de Recuperación es muy real.
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A nivel global, la escasez de las materias primas y la inflación de los productos amenaza ya con ralentizar la recuperación económica post-pandemia. El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha empeorado su pronóstico de crecimiento económico global aludiendo entre las causas la situación actual en la cadena de suministro, que está golpeando con especial dureza a Estados Unidos y el Reino Unido. A este último se le unen las consecuencias del divorcio inacabado con la UE. Los supermercados británicos han padecido importantes retrasos en la entrega de alimentos o bebidas. Y las imágenes de gasolineras sin combustible han dado la vuelta al mundo. A raíz del Brexit, el submarino amarillo enfrenta un importante reto de suministros, pues ha perdido decenas de miles de conductores de camiones en los últimos años.
Un fin de año difícil en la UE
Esta situación no es exclusiva del Viejo Continente, pero sí le afecta de lleno debido a la alta dependencia que la UE tiene de las importaciones en materias primas. La pandemia del coronavirus supuso una llamada de atención en esta falta de autonomía estratégica, ya que los europeos fueron conscientes a la fuerza de su incapacidad para fabricar por sí mismos un gramo de Ibuprofeno. Por ello, una de las lecciones inmediatas que la Covid deja en Europa es la necesidad urgente de disminuir su dependencia logística con China, la fábrica del mundo.
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La combinación de eventos está agitando el miedo de consumidores y empresas de cara a la Navidad. Los primeros meses de crisis sanitaria dejaron las imágenes de estanterías de papel higiénico vacías en buena parte del mundo. Y la sensación es que los ciudadanos aplicarán esta misma estrategia ante los temores de agotamiento de los artículos clave para sus regalos. De hecho, una encuesta reciente promovida por Idealo revela que el 46% de los españoles optará por comprar los regalos navideños durante el Black Friday por miedo a este desabastecimiento. Algunos analistas afirman que algo parecido estaría ocurriendo en el lado de los fabricantes: están aumentando sus pedidos y sus reservas de stock por encima de sus necesidades, lo que podría agravar todavía más la crisis.
Todo ello se suma a varios retos actuales que están dejando al bloque comunitario en una situación complicada. La crisis energética está dejando precios históricos en toda la UE. Países como Austria han llegado a plantear un escenario de "apagón europeo" en los próximos años. Y la virulencia de la variante Delta Plus ha vuelto a situar a la Unión en el epicentro mundial de la pandemia. Los confinamientos están regresando a varias capitales, cada vez son más los Gobiernos que optan por aumentar las restricciones y países como Alemania anotan cada día récords inéditos de nuevos contagios. El efecto dominó de todos estos escenarios hacen saltar las alarmas de Bruselas ante viejos y nuevos retos que recuerdan que la pandemia no ha acabado y que sus consecuencias han llegado para quedarse durante mucho tiempo.