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La banca se hace más fuerte a costa de destruir un 40% de su empleo

Sólo cuatro grupos concentran más de dos tercios del ajuste de plantillas llevado a cabo en el sector desde 2007.

Varias oficinas bancarias en una calle de Madrid. . REUTERS/Sergio Perez.
Varias oficinas bancarias en una calle de Madrid. Sergio Perez / REUTERS

VICENTE CLAVERO

Los grupos bancarios resultantes del proceso de concentración vivido por el sector en España desde el estallido de la crisis económica de 2008, contaban a finales del año pasado con 144.274 trabajadores, es decir, un 39,4% menos que en 2007.

Más de dos terceras partes del ajuste (68.914 empleos, sobre un total de 93.998) se concentró en los cuatro grupos más grandes: Santander, BBVA, CaixaBank y Bankia.

Así se deduce de un informe de la Federación de Servicios de CCOO, con datos procedentes de la Asociación Española de Banca (AEB), de la Confederación Española de Cajas de Ahorros (CECA) y de las cuentas individuales y consolidadas de las propias entidades.

A los 93.998 empleos perdidos entre 2007 y 2019 hay que añadirles los ajustes de plantilla del año en curso y los que se lleven a cabo como consecuencia de las fusiones en marcha: la de CaixaBank y Bankia, ya aprobada por sus respectivas juntas de accionistas, y la de Unicaja y Liberbank, cuyas negociaciones están muy avanzadas.

Por lo que respecta a las bajas registradas hasta 31 de diciembre pasado, en las entidades que hoy forman el Banco Santander se produjeron 20.471. Eso significa una reducción de empleo del 43,3% en relación con el que sumaban en 2007. Durante los últimos doce años, Santander se ha anexionado Banesto, Banco Popular, Banco Pastor, Banco de Andalucía, Banco Galicia, Vasconia, Crédito Balear y Banif.

Las entidades integradas en el BBVA (las caixas de Catalunya, Tarragona, Sabadell, Manresa, Terrasa y Manlleu, además del propio banco), por su parte, se habían desprendido de 17.814 profesionales hasta el 31 de diciembre, un 41,3% de las plantillas que tenían en 2007.

Otro hachazo laboral importante tuvo lugar en el conjunto de cajas de ahorros que dieron lugar a Bankia: las de Madrid, Ávila, Segovia, Murcia, Granada, Rioja, Sa Nostra, Penedés, Insular de Canarias, Laietana y Bancaja. Los puestos de trabajo perdidos por el grupo bajo control estatal desde su intervención en 2012 ascendieron a 16.714, un 51,7%, lo que supone el porcentaje más alto del sector.

El cuarto mayor ajuste correspondió a la actual CaixaBank, compuesta por la antigua Caixa, las cajas de Navarra, General de Canarias, Guadalajara, Gerona y Burgos, Cajasol, Banco de Valencia, Banco de la Pequeña y Mediana Empresa y el negocio español de Barclays. Por separado, estas entidades tenían 41.687 personas en plantilla en 2007 y se desprendieron de 14.115 (33,9%) hasta 2009.

El resto de los grupos bancarios, al ser más pequeños, registraron pérdidas de empleo también menores en valores absolutos, pero en ciertos casos muy significativas en términos porcentuales. Cajastur, Caja Cantabria, Caja Extremadura y la quebrada Caja Castilla La Mancha, integrantes de Liberbank, redujeron sus plantillas a menos de la mitad; en concreto, en 4.025 efectivos, un 56,6%.

Unicaja Banco, creado a partir de Unicaja, Caja Duero, Caja España y Caja de Jaén, hizo un recorte del 44,5% (4.823 trabajadores). Abanca (Caixagalicia, Caixanova y Banesco), del 41,2% (3.324).

En lo que ahora es Kutxabank, fruto de la unión de BBK, Kutxa, Caja Vital y Cajastur, el ajuste fue del 39,4% (3.596). Y del 35,8% (2.815) en las entidades fundadoras de Ibercaja: la propia Ibercaja, Caja Inmaculada, Caja Badajoz y Caja Círculo de Burgos.

A considerable distancia se sitúa el Banco Sabadell, resultante de la absorción del Banco Guipuzcoano, del Banco Gallego y de la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM), que se deshicieron de 4.748 trabajadores (24,1%). La entidad que menos empleo perdió fue Bankinter, con 314 (7,7%) debido a que su crecimiento ha sido básicamente orgánico, es decir, a base de compras muy selectivas, como EVO Banco.

Los solapamientos derivados de las fusiones, la transformación digital y la necesidad de compensar la caída de los márgenes como consecuencia de los bajos tipos de interés son las razones esgrimidas para justificar este el aligeramiento de las plantillas, que se ha apoyado generalmente en prejubilaciones y bajas incentivadas.

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