Albert Banal-Estañol: "La posibilidad de que haya restricciones al suministro de gas y de luz en Europa es muy alta"
Publicidad
madrid, Actualizado:
Albert Banal-Estañol es profesor titular del departamento de Economía y Empresa de la Universidad Pompeu Fabra (UPF) especializado en regulación del mercado energético.
El investigador, que acaba de publicar un nuevo informe sobre el sobredimensionamiento del sector gasista español, habla con Público sobre la crisis energética derivada de la guerra, las posibilidades que se abren en materia de renovables y analiza algunos debates de actualidad, como la rentabilidad del gasoducto MidCat o el futuro de las nucleares en España.
Publicidad
La guerra en Ucrania ha dinamitado todo el sistema energético europeo y ha abierto un debate político sobre la necesidad de transformar el sector para ganar independencia respecto a Moscú, ¿qué margen tiene Europa para dejar de lado los combustibles fósiles rusos a corto plazo y elevar el despliegue de renovables?
Lo que tenemos que hacer está claro a largo plazo: reducir el consumo de gas y electrificar una gran parte de la economía; por ejemplo, las calefacciones. Tenemos que sustituir la flexibilidad que nos da el gas como tecnología para producir electricidad por una mayor flexibilidad en el lado de la demanda. El problema es que no hay ninguna tecnología limpia que nos permita tener la flexibilidad del gas.
Las renovables no nos dan esa flexibilidad. Hay momentos en los que no hay viento o no hay sol. Hasta ahora, cuando eso ocurría, incrementábamos la producción de energía con gas. ¿Qué ocurre? Que si vamos a disminuir el consumo de gas, porque la mayor parte viene de Rusia, la única opción que vamos a tener es reducir la demanda, hacer que sea menor. Pienso que a corto plazo esto va a ser muy difícil, por lo que es probable que sigamos consumiendo combustibles fósiles, pero de otros sitios. De hecho, una de las opciones que baraja la Unión Europea es intentar sacar gas de Mauritania e invertir en una nueva infraestructura que haga posible traer el combustible desde allí.
Alemania abre la puerta al carbón, Italia pretende volver a aprobar licencias para extraer hidrocarburos... ¿Los objetivos de transición energética de Europa están en peligro por la guerra?
Y España está utilizando más gas que nunca... Esta situación no ha hecho otra cosa que dejar claro que tenemos que apostar más fuerte y más rápido por esa transición. Debemos reducir, lo antes posible –sin que pueda ser este año– la dependencia de todos los combustibles fósiles, porque no están en España ni en Europa y por tanto no son ni seguros para el suministro ni baratos. Las dos principales razones por las cuales los usábamos, aun sin ser limpios, eran la seguridad y el precio bajo. Esta circunstancia ya no se cumple, así que debemos quitarlos lo antes posible del sistema. Eso significa electrificar, ser más eficientes, tener más flexibilidad en la demanda y apostar por las renovables.
Publicidad
En este contexto se ha abierto el debate sobre construir el gasoduto MidCat y se habla de utilizarlo para llevar hidrógeno verde a Europa desde España, ¿es viable?
A corto plazo seguro que no. A medio plazo, usándolo para llevar gas natural, tampoco es del todo claro. En el tema del hidrógeno hay mucha incertidumbre, no sabemos cómo va a ser el mercado del hidrógeno verde, ni que costes va a tener en el futuro, pero en este momento sí sabemos que es carísimo. ¿Vamos a conseguir reducir ese coste?
Sabemos que ya hay industrias y sectores que están utilizando hidrógeno, pero no está claro si las familias van a cambiar sus calderas para que funcionen con hidrógeno verde; si va a ser rentable ese cambio. Hay mucha incertidumbre. Ahora mismo, apostar por una infraestructura [el MidCat] así, sin tener la certeza de que va a haber reducción de costes y aumento de la demanda, así como necesidad de transporte geográfico, a mi me parece una decisión muy arriesgada.
Publicidad
Entonces, ¿por qué España está presionando tanto para construir esta infraestructura?
El gas natural va a desaparecer a medio plazo. La industria, los operadores de gas natural, se están reconvirtiendo al hidrógeno verde y es normal porque es su forma de sobrevivir. Pero aquí, desde el lado del Gobierno, tiene que haber, según mi opinión, un poco más de cautela. Es normal que los intereses privados existan, pero hay demasiada incertidumbre y no es necesario, al menos todavía, financiar esta infraestructura y hacer responsables a los consumidores de los pagos y peajes en las facturas.
Estamos apostando muy fuerte por algo que todavía no sabemos. Lo que me preocupa más es que si esto no funciona, es decir, si la demanda no existe, ¿quién se va a hacer cargo de esta infraestructura? En el caso del gas, las infraestructuras que tenemos se planificaron en los años 2000 con una previsión de demanda muy elevada que después no se dio y que ahora el consumidor sigue financiando en la factura. Me preocupa que pase lo mismo con el hidrógeno, que hagamos una apuesta que termine pagando el consumidor.
Publicidad
La derecha está pidiendo que se apueste por la energía nuclear para rebajar la factura, sea con nuevas plantas o alargando la vida de las que ya operan. ¿Qué capacidad tiene realmente esta energía para bajar el precio de la factura?
Este es uno de los grandes temas. Si la nuclear es verde, como dice la la nueva taxonomía de la Unión Europea, o si no lo es. Creo que los técnicos lo han dejado muy claro; si uno observa todo el ciclo, la energía nuclear no es verde. Es verdad que tiene costes relativamente bajos, de hecho la estamos remunerando por encima de los costes. Pero, ¿tiene sentido construir nuevas plantas? Eso es hablar de inversiones que tardan años y años en construirse. Si empezásemos a construir una central ahora, no tendríamos nada hasta mucho más allá de 2030. En Inglaterra comenzaron una planta y hubo tantos sobrecostes y retrasos que no saben si la van a poder terminar. Apostar por esto no va a solucionar el problema ni a corto ni medio plazo. Y a largo plazo, las renovables son más baratas, más limpias y más flexibles.
También está el debate del combustible, es decir, a quién compramos el uranio...
Claro. De ahí que haya que tener en cuenta todo el ciclo de las nucleares. Si miramos de dónde viene el uranio, lo que implica sacarlo y el qué hacemos con esos residuos, al final, de verde no tiene nada.
Publicidad
Esta semana el Gobierno ha aprobado una bajada del IVA del gas, ¿este tipo de medidas tienen efecto?
Está claro que tenemos que hacer algo, porque estos precios de gas o electricidad no se pueden soportar, sobre todo las familias vulnerables que usan una parte muy grande de sus ingresos para pagar esa energía. Reducir el IVA, si se acaba traduciendo en una reducción de lo que paga el consumidor, es una buena media, pero solo si esto es así. Esto se puede hacer también vía impuestos, con un incremento de impuestos dirigido a quienes tienen más. En el tema de la electricidad y la energía, en general, los que tienen menos pagan más.
El caso del impuesto a las eléctricas, ¿qué le parece?
Estamos viviendo una situación en la que se debe hacer algo. A lo mejor tenemos que adoptar medidas que no son ideales, que tengan ventajas pero también inconvenientes. Puedo entender que las empresas digan que han realizado inversiones y que un impuesto así supone cambiar las reglas del juego. Incluso, puedo entender que digan que este impuesto eleve la incertidumbre en su negocio. Pero es que tenemos que hacer algo y lo que está claro es que han generado muchos beneficios y mayores que en el pasado. A Situación extraordinaria, un impuesto extraordinario para unas empresas que se han beneficiado de algo que no depende de ellos. Es decir, han aumentado ingresos, pero no porque hayan invertido o arriesgado, sino porque hay una situación geopolítica que les beneficia. Me parece una medida que puede ayudar. Además, coincide con que necesitamos financiación. Los Gobiernos están con muy poco dinero tras la crisis de la covid y se requiere de dinero para poder financiar a las personas y a las empresas más vulnerables ante esta crisis.
Publicidad
En este contexto, con el invierno cerca, se habla de riesgos en el suministro, ¿habrá cortes?
Creo que puede ser un invierno muy duro. Va a depender de muchos factores, como las condiciones climáticas o si se necesita mucho gas y electricidad para calentar hogares. Pero puede pasar, puede que lleguemos a cortes. Antes de llegar a cortes de energía en los hogares, el regulador optará por actuar en el suministro de las empresas y de otras áreas. De alguna forma estamos viendo que ya está pasando en Alemania, donde hay empresas que, debido a la falta de gas, no pueden producir como antes y están amenazando al Gobierno con echar a la gente a la calle... Por tanto, la posibilidad de que haya restricciones al suministro de gas y de electricidad es muy alta. En gas estamos algo mejor porque hemos avanzado mucho con las plantas de regasificación y almacenaje, pero el mercado eléctrico es diferente. Hay países como Francia que, además, ha tenido problemas con sus plantas nucleares y es posible que no lleguen a cubrir la demanda y eso significarían cortes.