Valdebebas, 2; La Masia, 8
Los onces reflejan la diferente visión de las canteras. Dos fábricas vistas según las sensaciones de sus pupilos
Publicidad
Desde la llegada de Guardiola al banquillo azulgrana, el Barça gana por goleada el clásico de la cantera. Esta noche, el Madrid alineará a dos futbolistas criados en casa, Casillas y Arbeloa; el Barça, a ocho: Valdés, Puyol, Piqué, Busquets, Xavi, Iniesta, Messi y Pedro.
Publicidad
El silencio y las conversaciones en voz baja predominan en los trayectos por Valdebebas. La orden es transmitir seriedad y profesionalidad en todo momento. Desde que ingresan en el Madrid son advertidos de que son portadores y defensores de la imagen de la entidad. "No gusta los pendientes, los tatuajes, ni que la vestimenta descuidada. El sentimiento de club se nota: aquí hay que ganar siempre", explica Marc de Val, reclutado del Espanyol. Juega de mediocentro en el Madrid C y comparte piso con un compañero: "Los que tenemos contrato y somos mayores de edad podemos vivir solos".
El Madrid pesa a los canteranos cada lunes y si engordan les multa
Los menores no madrileños duermen en la residencia del colegio San Estanislao de Koska de Villanueva del Pardillo, municipio cercano a la capital. "Antes los teníamos en pensiones o en casas de huéspedes regidas por señoras que les cocinaban. Eran como sus madres", recuerda Santamaría, que se hizo cargo de la cantera blanca cuando colgó las botas, en 1964. Santamaría trabajó con el mítico Miguel Malbo. La leyenda cuenta que a los que necesitaban coger peso Malbo los mandaba a Cedeira (Galicia) en verano, a beber leche de vaca recién ordeñada y comer chuletones de ternera.
Publicidad
Por entonces, a la fructífera cantera del Madrid se la conocía como el horno de Malbo. Heredero suyo fue Del Bosque, que siguió la línea paternalista. No sólo conocía las características técnicas de cada canterano, sino que memorizaba nombre, apellidos y fecha de nacimiento de todos. Ahora todo es más frío, acorde con el profesionalismo imperante. Valdebebas es un centro de alto rendimiento puntero en tecnología. "Me entreno de 10 a 12:30; y por las tardes, de lunes a jueves, tengo piscina y gimansio. Todos los lunes nos pesan y tenemos que tener un 10 % de porcentaje de masa corporal. Si te pasas, pagas 25 euros de multa", cuenta De Val, que disfruta del presente, pero sabe que el futuro es complicado: "Llegar al primer equipo es muy difícil, hay que ser un súpercrack. La competitividad existe, sólo hay que ver los entrenamientos: peleas con todo con el que juega en tu puesto. De momento, mi objetivo es el Castilla".
"Mi hijo es racional, no descarta llegar al primer equipo, pero sabe que es muy complicado", dice Andrés Aguza, padre de Sergio, jugador del juvenil B que vive en la residencia del SEK. "Teníamos una oferta del Espanyol, pero cuando vimos las instalaciones se decidió por el Madrid prosigue Aguza. Hay una gran competencia y la lógica incertidumbre de lo que sucederá la temporada que viene, pero es feliz. Ve a los jugadores del primer equipo y se ilusiona. El otro día coincidió con Pepe en una sesión de recuperación".
Publicidad
Para que sus chicos no se lo crean, el Barça les aísla de las estrellas
Los equipos inferiores del Madrid no adoptan el sistema táctico del primer equipo. Los del Barça, sí. "Eso puede facilitar que se integren mejor cuando los suben. Cuando todo va bien es más fácil que un canterano de ellos suba y, si cuentan con él, que note menos el cambio". Puede que sea así, pero los canteranos del Barça no parecen tener tan claro lo del ascenso. O no lo confiesan. Porque no les dejan. Desde que José Ramón Alexanco se puso al frente de la cantera azulgrana, en 2005, la ley del silencio impera en la Masia. Sus ocupantes tienen prohibido hablar con la prensa. Los medios del club sí retransmiten sus partidos y los entrevistan una vez concluidos.
Publicidad
"Yo, personalmente, veo complicado llegar al primer equipo. Lucho por hacerlo y sé que si hago bien mi trabajo, tendré mi oportunidad", confiesa uno de esos chavales desde el obligado anonimato. Es uno de los que apuntan alto. De esos que un día recibieron la llamada de La Masia porque sus cualidades, desplegadas en un equipo local de Girona, convencieron a los ojeadores azulgrana. Tenía 14 años cuando su entrenador le comunicó el interés del Barça. "Fue una sorpresa tremenda", confiesa. "Estuve una semana a prueba y me quedé en el Infantil A". Durante un tiempo siguió la rutina de muchos canteranos catalanes: viven con sus familias y se desplazan a los entrenamientos del equipo en taxis fletados por el club. Es una manera de retrasar la separación, a veces traumática.
"A algunos les cuesta dar ese paso", señala Carles Folguera, responsable de la La Masia. "En los extranjeros, que no pueden visitar a sus familias los fines de semana, se añade el problema del idioma", abunda. Actualmente, 25 de los 59 chavales que acoge La Masia proceden del extranjero y de países tan dispares como Nigeria, Rusia, República Dominicana o Hungría. Hace una década sólo había dos niños de Brasil. "Una vez estás aquí, encuentras una nueva familia y todo es mucho más fácil: sólo tienes que estudiar y entrenarte", apunta el canterano anónimo.
Publicidad
"Nuestro objetivo es formar chavales que, si no triunfan en el fútbol, puedan tener otra salida en la vida. Podríamos hacer que los jugadores del primer equipo vinieran a dar una charla cada mes, pero queremos alejarnos de la visión del triunfador", sostiene Folguera. "Si algo me ha cautivado del Barça son los valores que les transmiten a los niños; definitivamente, es más que un club", concluye Mapi, orgullosa madre de un aspirante.