Por fin volvió el Atlético. En la jungla que fue el Calderón. En la selva que anunció su entrenador en la previa. Sí, regresó el Atlético. Su nombre, su escudo, tanto tiempo arrinconados. Sí, resucitó la rojiblanca. Fue en un partido caníbal, visceral, como demandan los guiones de las grandes gestas. Como marca el arte de intimidar y achicar al contrario. A la hora de juego ya había materializado la remontada. Ni siquiera el empeño de Assunçao por jugar a ser Luiz Pereira, que le costó el gol del Recreativo, pudo con ese Atlético racial. Ni siquiera que Assunçao, desconcertado por su error dejara al equipo con diez. En noches como la de ayer nada parece imposible porque el fútbol nace desde la actitud.
El Calderón fue la jungla que demandó Quique en la previa
Sí, apareció el orgullo rojiblanco con ese lado del fútbol que lo eleva a lo emocional. Que responde de verdad a esa pregunta publicitaria que tanto daño le hizo. No hay nada que identifique más a una grada que el sentimiento, que justifique la elección de unos colores que la negación de sus futbolistas a la rendición. A partir del sudor y de la autoestima construyó el Atlético una noche épica. Autoestima de Jurado y Reyes para encarar desde el primer minuto, del Kun para asumir que desde su distinción podía hacer estragos o de Domínguez para marcar la raya.
Ataque, ataque y ataque. A cara descubierta para intimidar. A los 20 minutos el Atlético ya sabía que podía. Simao finalizó un centro raso de Forlán desde la derecha. Estalló el equipo y se encendió la grada. Necesita tan poco la hinchada del Atlético para hacerla vibrar, para que lleve en volandas a sus jugadores que los bochornos que le hacen padecer son un despilfarro.
En esas condiciones la figura de Agüero dominó el partido e intimidó al Recre
El gol de Simao generó esa electricidad que comunica futbolistas con tribunas. Esa corriente que agiganta al que le favorece y empequeñece al que la padece. En esas condiciones la figura de Agüero dominó el partido. Hizo el segundo gol y le dibujó la cara de pánico a los jugadores del Recreativo. Se sintió Agüero flotar, emperador del Calderón y sacó una retahíla de esas arrancadas y recortes que le emparentan con Romario. Al rebufo de Agüero, hasta Ujfalusi se impuso en un córner para igualar la eliminatoria poco antes del descanso. Hace una semana, con el desastre ofrecido, nadie hubiera apostado porque a esas alturas del partido el Atlético creyera tanto en sí mismo. Tanto que a falta de media hora ya había logrado su objetivo. La descompresión por la proeza la subsanó De Gea con un guantazo a mano cambiada prodigiosa a un tiro lejano y en uno contra uno que le ganó a Barrales. Carmona le sentó en el gol que dejaba fuera al Atlético. Hasta que Simao puso el balón en la escuadra en una falta que confirmó el regreso del Atlético.
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