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Sergio Scariolo: "Nos está faltando normalidad; la preparación para los Juegos no está siendo la ideal"

En una entrevista con 'Público', el seleccionador de baloncesto desgrana los problemas a los que se está enfrentando para preparar los Juegos y analiza las opciones de la ÑBA en Río y sus posibilidades de seguir al frente del combinado tras la cita olímpica

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Sergio Scariolo, durante el entrenamiento de la selección española de hace unos días. EFE/Juan Carlos Hidalgo

MADRID.- Juan Carlos Navarro y Pau Ribas tiran decenas de triples en una canasta mientras Calderón y San Emeterio hacen lo propio al otro lado de la pista ante una decena de periodistas y varios familiares de jugadores en las gradas del Triángulo de Oro, muy próximo a las Torres KIO de Madrid. El convaleciente Marc Gasol se duele de una mala zancada al bajar de la grada a la pista y Claver y Abrines departen con los suyos. Al final del entrenamiento matinal de este domingo en el pabellón, poblado de ventiladores en lo alto para combatir el calor, Pau baja a la cancha y se hace el silencio. Se hace varias fotos con niños y entra por el túnel de vestuarios.

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-¿Le ha resultado complicado confeccionar la lista para Río?

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Sencillamente, hemos tenido que ampliarla hasta un número superior de nombres de lo habitual. Llamando a veinte, ha habido un par de días en los que no hemos llegado a diez para poder hacer cinco por cinco. Por jugadores que, por razones distintas, no podían entrenar. Esa ha sido la complicación real. Luego, yo diría que la elección de los nombres lo ha sido incluso menos.

-¿Menos que otros años?

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Claro, cuanto más amplio es el número, menos decisiones tienes que tomar de salida. Las decisiones se van tomando más sobre la marcha. Cuando ya los tienes aquí, y no ocurre como otras veces que no los has podido ni ver entrenar, se da una solución de salida en que la definición es algo superior a la teoría de que los veinte tienen opciones reales. Algunos, obviamente tienen una función muy concreta, que es ayudar al equipo a entrenar, y al mismo tiempo tienen que aprender a convivir y adquirir los conceptos por si ocurre algo durante la concentración.

-En la presentación de la lista decía: “Han sido meses convulsos, los más complicados en mi etapa como seleccionador”. ¿Por qué?

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Porque hemos tenido una inestabilidad institucional que ha conllevado problemas de diferente naturaleza. Obviamente, acentuados en las últimas semanas por una campaña electoral y por el hecho de que cada vez había más cosas acercándose el momento de la concentración.

-Entre lesiones, una temporada muy larga y viajes de última hora, ¿cómo llega el equipo físicamente?

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Ahora es imposible hacer cualquier tipo de previsión. Hay que ver cómo van recuperando fuerzas los jugadores que han disputado la final [de la Liga ACB]… muy tarde. Tenemos que ver si, y cómo, podrá llegar Marc. Tenemos que ver si conseguirán adquirir forma jugadores como Chacho, Pau o Willy [Hernangómez], que han perdido muchos días de la concentración por sus compromisos contractuales. Hay muchas, muchas incógnitas este año que todavía no estamos en situación de despejar.

-Todos estos temas de los fichajes de españoles en la NBA y sus respectivos viajes, ¿han desconcentrado?

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No ha descentrado, porque los que estaban aquí actuaban con máximo empeño y concentración, pero, desde luego, ha quitado [hace énfasis en la palabra] del grupo de entrenamiento a algunos jugadores muy importantes. Han tenido que estar al margen y, obviamente, no es la situación ideal.

-Prácticamente sólo se habla de EEUU, pero el grupo de España en los Juegos es complicado.

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Sí. Sin ninguna duda. Parece desequilibrado. Más allá de eso, cuando todos estos problemas se vayan, cuanto menos, minimizando, esperamos poder homogeneizar el nivel de preparación de los jugadores para poder llegar a Río listos. Empezamos contra un rival que sale del Preolímpico [Croacia] y, por tanto, con un ritmo competitivo superior al nuestro. Tenemos que ponernos las pilas muy pronto porque el grupo dejará fuera a un candidato a medalla.

-Hemos hablado mucho de problemas. ¿Les ha faltado tranquilidad hasta ahora?

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[Se lo piensa varios segundos] Normalidad, más bien. Nos ha faltado, una preparación normal, como la que hemos ido desarrollando prácticamente todos los años. Luego, la experiencia y la madurez obviamente ayudan a sobreponerse a estas situaciones, porque desde luego la situación ha estado muy lejos de lo que todos hubiésemos deseado. Es un desafío dentro del desafío ajustar el sistema de juego, definir los roles y poner en forma física a los jugadores en unas condiciones que obviamente no son las ideales.

Scariolo y Sergio Rodríguez, durante el entrenamiento de la selección española de hace unos días. EFE/Kiko Huesca

-¿Qué objetivo se marca en Río?

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A nosotros nos encantaría subir al podio, independientemente de cuál fuera el peldaño. Creo que sería un éxito tremendo y que habría que enmarcar en un contexto histórico de una generación, de un deporte y de la capacidad de un país de producir en un deporte concreto a un equipo capaz de subir tres veces consecutivas a un podio olímpico. Algo que está –o ha estado hasta ahora- al alcance de casi nadie.

-Cuando esta generación se retire y quizás ya no se gane tanto, igual hay gente que entonces ponga en valor todo lo logrado.

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Los que no saben apreciar lo que tienen desde luego tienen a engordar las filas de los que lamentan después. Pero creo que hay mucha gente que ha sabido y sabe valorar lo increíble que ha sido la capacidad de éxito de este equipo en los últimos años.

-¿Y el objetivo de Sergio Scariolo en la vida, en lo profesional? ¿Lo ha llegado a cumplir?

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Bueno, siempre tenemos metas. Siempre tenemos un reto más, una ambición y una ilusión que nos llevan a intentar subir un peldaño más o, sencillamente, repetir algo fantástico que has vivido y que te encantaría volver a vivir. Lo que más me motiva es volver a sentirme capaz de ayudar a un grupo de jugadores a convertirse en un equipo, y, después, convertirse en un equipo de éxito.

-¿Echa de menos el día a día de un equipo?

Sí. Hay momentos en que sí. Obviamente, cuando estás en la intensidad de una concentración, la sucesión de todo lo que hay es tan fuerte que no te planteas que haya algo más intenso que eso. Pero, evidentemente, en muchos momentos, sobre todo durante el año, sí que lo he echado de menos. Todavía no sé si la temporada que viene lo seguiré echando de menos porque hay opciones diferentes para poder volver a un club.

-Decía hace meses que después de los Juegos le gustaría probar en la NBA. ¿Sigue con ese pensamiento? ¿Hay opciones?

Hay un par de situaciones que podrían convertirse en oportunidad, pero es un paso que, en el punto de mi trayectoria y de mi vida personal, familiar y profesional en el que me encuentro, hay que dar si se presenta la oportunidad adecuada. Un chaval de veinte o veintidós años puede permitirse ir a la NBA casi sin condiciones, porque ya sólo eso es algo que conlleva un tremendo salto en su trayectoria. En mi caso, tengo que valorar más factores.

-En su caso, el salto es mayor.

Sí. Hay que valorar lo que uno debería de dejar.

Jorge Garbajosa y Scariolo se saludan durante el entrenamiento de la selección de este sábado. EFE/ Alberto Nevado

-Hace unos meses hablaba de Río como el final de un ciclo en la selección. ¿Se incluye usted?

Hombre, si fuera por ilusión, por ganas de estar, ninguno de los jugadores estaría al final de un ciclo. Lamentablemente, en el caso del jugador, los años influyen sobre sus cuerpos, su explosividad, su velocidad… Es exclusivamente una cuestión física, incluso de tener que dosificar sus energías cuando se acerca al final de su etapa. En el caso de un entrenador, hasta que hay dedicación, ilusión, energía y pasión por el juego, no hay realmente una necesidad. Por supuesto, cuando se cierra un ciclo olímpico, hay que valorar muchas cosas para volver a abrir otro.

-¿Se ve cerrando esta etapa y no regresando?

En este momento no me lo planteo. Tengo que valorar las oportunidades profesionales que tengo encima de la mesa y hablar con el nuevo presidente [de la Federación Española de Baloncesto]. Hay que conocer los programas de la Federación para la selección.

-Seguro que si algo tiene con el nuevo presidente, Jorge Garbajosa, es afinidad.

Digamos que nos hemos soportado. Más él a mí que yo a él. Yo le he disfrutado más que soportado [risas]. Hemos tenido muchos años de convivencia y de colaboración, la mayoría de ellos exitosos. Y también de sintonía, no sólo personal sino también profesional. Cuando, por primera vez hace casi veinte años, le tuve como niño que acaba de salir de las categorías inferiores en el Baskonia, vi que tenía algo especial. Sobre todo a la hora de poder entender las cosas muy rápidamente y con un punto de madurez superior a lo que un chaval de poco más de veinte años normalmente tenía. Y, efectivamente, su trayectoria ha demostrado que no sólo ha sido un deportista de talento, sino también una persona capacitada para entender y saber actuar en muchas facetas de la vida de un equipo y de una empresa. Creo que tiene, por un lado, cualidades para ser un excelente presidente y, por otro, una tarea extremadamente complicada, porque la sucesión de un presidente histórico como José Luis Sáez es una herencia complicada para cualquiera.

-¿Se ve compatibilizando la selección con un equipo?

[Medita la respuesta durante varios segundos] Creo que hay ejemplos de que se puede hacer. Si me pongo en la piel de un club, sinceramente no me gustaría que mi entrenador compatibilizara su trabajo con la selección. Me gustaría más que durante el verano estuviera más pendiente de descansar y de ayudar al club a conformar el equipo. Pero hay situaciones en las que se han dado y se pueden dar una convivencia. El primer campeonato de Europa lo gané cuando trabajaba en el Khimki; el segundo, cuando trabajaba en Milán. Se dan circunstancias para todo; no hay una condición excluyente desde el punto de vista del entrenador y de la selección. Igual sí desde la perspectiva del club.

-Si tuviera la ocasión, ¿qué cosas de estas dos etapas no volvería a hacer o haría de manera distinta?

Hay muchos pequeños detalles que siempre uno considera a posteriori que han sido errores y que igual sabiendo… Es que la ciencia del día después es muy fácil. Lo importante es que, estando en posesión de los datos el día antes, hayas tomado la decisión más lógica y adecuada. Luego, la pelota puede entrar o no. Todos somos capaces después. Pero reconocer los errores y saberlos corregir es una parte fundamental del dinamismo de mejora de un ser humano y de un profesional.

-“Al jugador actual le falta autoexigencia. Vivimos en la cultura de la excusa, de bajar los brazos, de no superar el momento complicado, de no poder asumir una bronca”, decía hace unos años. ¿Sigue pensando igual?

Desde luego, hay dos circunstancias que se han producido en todos estos años. La primera, que justo la generación de los niños de oro ha sabido cambiar la cultura competitiva, no sólo de este baloncesto sino también del deporte español en general, como han reconocido deportistas de otras disciplinas. Subir el listón, no conformarse, exigirse más es algo propio de este grupo de jugadores, que han sabido contagiar de ello a los que han venido después. Esperemos que pueda mantenerse este efecto contagio. Luego, hay otro factor que va a ser importante en los próximos años, que es la NBA. Como la oportunidad está ahí y va a estar cada año un poco más, la ambición de mejorar y de no conformarse tiene ahora un objetivo mucho más concreto que cuando estos empezaron. El mérito de estos es que por entonces nadie iba a la NBA y ellos han empezado a abrir esa puerta. En cierto sentido, tienen más fácil tener una motivación fuerte y visible, que es poder llegar a ser un jugador NBA. Y esto les sigue empujando hacia arriba.

-¿No es más complicado tener esa ambición y esas ganas de vencer y de seguir viniendo a la selección cuando ya eres NBA y has ganado casi todo, como algunos?

Hay un tema que palpamos los que hemos ganado campeonatos: ganar alimenta las ganas de ganar. Y también el conocimiento de lo que hay que hacer para vencer. Es un círculo virtuoso que no se rompe porque uno diga: “Ya me he cansado de ganar”, sino porque hay circunstancias físicas, profesionales y personales que llevan a interrumpirlo. No porque alguien se sienta ya saturado de competir si tiene opciones de ganar, por ejemplo, una medalla en los Juegos.

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