La jornada empezó comoacabó la última, con decisiones arbitrales polémicas: Aranzubía había atajado, corrióal balcón del área para patear largo y Salva, perro viejo, tocó con el codo el balón, que cayó de las manos del portero. La recogió y el árbitro, muy lejos, decidió libre indirecto. La zurda de Luque no perdonó, aunque Aranzubía pudo hacer más.

A falta de ocho minutos, para echar sal en la herida del Depor, anuló un gol a Riki. Y a falta de dos, para ganarse para siempre a Lotina, señaló como penalti una falta fuera del área de Manuel Pablo a Luque. Ahí, Aranzubía salvó al Depor y al árbitro.

Málaga y Depor, polizones en el yate europeo, llegaban a empujones por el tercer premio de la Liga, en un partido para eliminarse. El Deportivo asimiló mejor la trascendencia de la cita y obligó al Málaga a programar otro partido sobre la marcha. Dio un paso adelante y no tuvo dudas. Dominó el juego.

Provocó la desconexión del fútbol local anulando y alejando a Apoño de la artillería preparada por Tapia. En el buen aspecto del Depor tuvo mucho que ver Lassad. El francés jugó de casualidad, por la lesión de Verdú, y por detrás de Bodipo -su sitio natural- fabricó peligro. El Málaga sólo pudo recurrir al fútbol directo.

El Depor encontró premio a sus intenciones. Sergio ideó, tejió y finalizó la mejor jugada hasta el momento. Luque perdió el balón, pero ningún rival le acompañó en los treinta metros que recorrió para impedir el gol. El Málaga seguía partido y sin ver la pelota, el Depor crecía. Como casi siempre, al equipo coruñés le penalizó su déficit goleador. El equipo de Tapia sólo se mostraba a balón parado y a la contra.

En una de ellas, la primera que Apoño conectó con Luque, el ex del Depor estalló el larguero en el primer tiro de su equipo en la segunda mitad. Los últimos diez minutos aglutinaron lo mejor, emoción, del partido: el gol anulado a Riki, el penalti parado por Aranzubía y el Depor metido en el área el Málaga.