ROMA.- El fútbol italiano vuelve a estar envuelto en la polémica tras la explosión, el pasado domingo, de un petardo en el Juventus Stadium durante el derbi turinés, que provocó diez heridos y que ha reavivado el debate sobre la seguridad en los eventos deportivos.
El suceso se produjo cuando un petardo cayó en la grada granate en el momento en el que se disputaba el Torino-Juventus, que concluyó con victoria local (2-1). El balance: una decena de heridos leves y uno de gravedad.
Aunque en un principio se creyó que se trataba de fuego amigo, es decir, que fue culpa de los propios torinistas, la Policía acabó confirmando, tras revisar varias grabaciones del encuentro, que el explosivo provenía de los ultras del Juventus.
En total, la jornada de fútbol en la capital piamontesa se saldó con quince denuncias y un total de seis arrestos debido a la violencia registrada antes, durante y después del encuentro.
Tres personas fueron detenidas por lanzar objetos durante el partido mientras que otros tres corrieron la misma suerte por los incidentes previos a la cita, cuando recibieron al autobús de la Vecchia Signora con golpes e insultos.
Este hecho ha levantado una oleada de reacciones provenientes de todos los sectores del ámbito deportivo, desde la dirección de la Liga, de los clubes y hasta del Ministerio del Interior del país.
Reproches mutuos
El presidente de la Federación de fútbol italiana (Figc), Carlo Tavecchio, reivindicó ayer que el Estado debe proteger al "calcio" de "los violentos" con la aplicación de "condenas severas".
Por esa razón, ha solicitado al Ministerio del Interior una reunión urgente para estudiar nuevas medidas contra estas situaciones y para analizar el protocolo a seguir de acuerdo a la legislación vigente, recientemente endurecida. Condenó "cualquier tipo de debilidad de los clubes" y defendió la educación para evitar estos acontecimientos en el futuro.
"Las barreras, los tornos o las prohibiciones de acceso habrán reducido los incidentes pero debemos ir más allá de la militarización de los estadios. Partamos de la escuela, necesitamos un cambio cultural", dijo en declaraciones recogidas por los medios. Y añadió: "La Figc no cuenta con los instrumentos necesarios para detener a esta horda de bárbaros. El Estado debe ayudarnos a salvar el 'calcio'".
Por su parte, el ministro del Interior, Angelino Alfano, aseguró que desde el Gobierno "se ha hecho mucho pero no se puede hacer todo" y exigió a las sociedades futbolísticas que asuman sus "responsabilidades" para combatir el fenómeno de la violencia en sus estadios.
Precisamente Alfano es el impulsor de un decreto que endurece penas como el Daspo, la prohibición de acceso a los estadios de personas que hayan recaído en comportamientos agresivos durante manifestaciones deportivas.
Defendió que desde agosto, el número de heridos en los estadios han pasado de 41 a 22 civiles, de 26 a 24 miembros de las fuerzas del orden y de 24 a 3 trabajadores de la seguridad en los estadios. Además señaló que en la actualidad se ha prohibido el acceso a eventos deportivos a 5.029 personas, de las cuales 1.742 en lo que va de temporada.
Por otro lado, el presidente del Comité Olímpico Nacional, Giovanni Malagó, abogó por adoptar la misma política que puso en práctica el Gobierno de la británica Margaret Thatcher contra los "hooligans" a finales de la década de 1980. "Las sanciones del juez deportivo no son suficientes (...) Tenemos que seguir las disposiciones legislativas emprendidas por el Gobierno Thatcher. Urgen sanciones fuera de lo común, de lo contrario (estos sucesos) perjudicarán al país", defendió.
Informe sobre el crimen y el fútbol
El diario La Gazzetta dello Sport se hizo hoy eco de un informe del Ministerio del Interior que alerta de que la criminalidad se encuentra cada jornada sentada en las curvas de los diferentes estadios del país.
Según este documento, entre el 30 y el 40 % de los delitos cometidos en los estadios son perpetrados por personas con antecedentes penales y relacionadas con el crimen organizado como la 'Ndrangheta o la Camorra.
En los últimos once años, se han registrado casi cinco mil heridos, además de tres homicidios: el del inspector de Policía Filippo Raciti, en 2007, el del "tifoso" del Lazio, Gabriele Sandri, en el mismo año, y el seguidor del Nápoles, Ciro Esposito, en 2014.
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