Perea, arma letal
Un error del central desquicia al Galatasaray y el Atlético ya está en octavos
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Cuando no se juega a nada y a nada se aspira, la aparición de un tipo como Perea es como el impacto de un meteorito en el área pequeña del Atlético. Precisamente ahí fue donde el colombiano armó el taco en el minuto 78. El central pretendió proteger el balón del acoso de Caner. Le dio la espalda, se trastabilló, cayó al suelo y, viendo que el turco se llevaba la pelota, se la rebañó con la mano. El árbitro no pitó penalti y ello provocó una explosión de ira general en el Galatasaray. Tanta, que Caner, rabioso, pateó consecutivamente y por detrás a Jurado y Varela en las dos jugadas siguientes: dos amarillas y a la calle.
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Apenas tres minutos después de la enésima astracanada de Perea, el conjunto de Estambul se halló con diez jugadores y con un entrenador extrañamente excitado y furioso. Porque Rijkaard, en su peor versión, es un somnífero. Ante los micrófonos arrastra palabras y frases con una cadencia de tortuga que duerme al más despierto. Como entrenador del Galatasaray, anunció un partido cerrado, y a fe que tapió cualquier rendija a la imaginación. La del holandés nunca ha sido una propuesta ruda. El bueno de Frank mata de aburrimiento. Su actual equipo, a base de pesadez.
Forlán marca el gol decisivo tras un pase de Reyes, el mejor
El Atlético, además, carece de la chispa colectiva necesaria para encender partidos como el de ayer. En un club que navega cual barco fantasma, sin una figura firme al timón, nadie comunica con claridad los objetivos que se pretenden. Envueltos en la indefinición, todos se dejan llevar. Nadie sabe a ciencia cierta si interesaba seguir o no en la Liga Europa. Los dueños silban hacia el cielo y Quique Flores se escuda en banalidades dialécticas, más ocupado en llegar a fin de mes que en soñar con algo verdaderamente grande. Los jugadores, habituados al desamparo, gestionan su suerte como pueden.
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En noches como la de Estambul, cuando están obligados a marcar, a lo único que pueden acogerse es al genio de Agüero, a la calidad de Reyes y Simao y, cuando aparece, al instinto de Forlán. Ayer necesitaron medio partido para remangarse, apretar los dientes y buscar el triunfo. El rodillazo que dejó fuera de combate al Kun pareció retumbar en el vestuario español hasta hacer reaccionar a los rojiblancos. Tras el descanso, Reyes encadenó un par de ocasiones en otros tantas apariciones esporádicas. Fueron dos fogonazos que pillaron desprevenidos a los turcos. Se tiraron hacia atrás y posibilitaron el esperanzador gol de Simao.
Rijkaard anunció un partido cerrado y su equipo fue un tostón
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Sin embargo, Asenjo y Antonio López apenas tardaron unos minutos en escenificar el común error aéreo de la defensa atlética. El Galatasaray empató, se rehizo y, con cierta complicidad atlética, esperó la prórroga. Pero, claro, no contaba con Perea, un elemento subversivo. Luego, airados y exhaustos, los turcos fueron liquidados por la letal y postrera obra de Reyes y Forlán.