Están tan cerca y se tenían tantas ganas que había que buscar caminos inexplorados para intentar sorprender al vecino. La vía ortodoxa no servía para un partido que se llevaba esperando en uno y otro lado de la ciudad desde hace tres años. Así que el que se suponía que iba a atacar decidió que era lo mejor esperar y el que daba pinta de defender quiso congelar al Villamarín con una apuesta decidida. ¿Quién era quién? El Sevilla se disfrazó del equipo osado. No había mucho precedente de algo así fuera de casa desde hacía mucho. A Marcelino le gusta derretir los partidos, cuando el hielo ya se ha hecho agua, entonces es momento de meterle mano al contrario. Pero era el Villamarín, era el Betis y el entrenador tenía ojos hasta en el cogote.
El único problema de esta intención tan prometedora es que al Sevilla le falta gol desde hace semanas. Ha creado ocasiones para dar y regalar en las últimas semanas, pero no atina. Al Betis le pilló este discurso de sopetón. Jamás se había visto a los verdiblancos tan timoratos. Pasaron muchos minutos hasta que Beñat se enganchó a la noche. No fue una jugada asociativa, el balón parado alumbró al creativo del de Mel. Una falta centrada, cerca del borde del área y gol. Demasiado sencillo para un futbolista que tiene la bota hecha de seda.
Ningún pecado había cometido el Sevilla para una condena tan cruenta. No perdió el norte el el equipo sevillista a pesar del golpe. Del Betis sólo Casto había entendido bien cuál era su papel en esta derbi. Primero le sacó a Luna un mano a mano en el que el portero tenía todas las perder, luego otro remate de cabeza en un vuelo acrobático.
A los verdiblancos, como que de repente les había dado vértigo el derbi. Ver al rival tan enconado en el mismo césped fue un shock que pareció difícil superar. A Navas ya no le afectan cosas así, cuando las cosas peor van siempre se presenta voluntario. En una de sus carreras por la banda le telegrafío a Negredo un centro de esos que es un regalo soñado para un delantero.
Esa era la tendencia de la noche. Un irreconocible Betis, pero con una practicidad fantástica. Le han dado palos a Mel por no pintar al equipo con ese maquillaje en algún que otro domingo; lo hizo ayer en el derbi y parece que queda más feo por ser el rival que era.
La expulsión de Fazio le quitó los miedos a los locales. La salida de Salva Sevilla le metió cierta valentía a un equipo que no había encontrado manera de meterle bocado a la cita. Javi Varas evitó una noche de cuchillos largos. Cuando el Betis se espabiló, se encontró delante con el portero sevillista. A veces el empate sirve para ocasiones como esta en la que ni uno ni otro se asomaron a la victoria de verdad.
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