Memorias de un ídolo en Asia
Su vida es como entrar en el cine. Tailandia, Indonesia, la última vez en Jordania, José Pedrosa Galán llegó a ser 'jugador franquicia' en el fútbol asiático. En sus inicios, una lesión le apartó de jugar en Primera. Su experiencia le ha llevado a concluir que "en el fútbol es difícil encontrar gente de palabra".
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MADRID.- Hay gente que no hace más que tomar decisiones para encontrar su destino y
posiblemente no lo va a encontrar nunca. A los 29 años, José Pedrosa Galán, futbolista de profesión, acepta que puede ser uno de ellos, pero ya no le pesa ni el rencor ni la agonía. El último año ha jugado en el Al Shaba de Jordania y antes lo hizo en Tailandia, en Indonesia o en Austria.
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"Reconozco que me fue imposible motivarme en la Cultural Leonesa. Quizá porque el cambio fue excesivo. De soñar con jugar en Primera a hacerlo en Tercera; de haber compartido vestuario en el filial del Atlético con De Gea, Mario Suárez, Manu del Moral…"
Su solución inicial estuvo en la Cultural Leonesa, el equipo de su tierra, que entonces jugaba en Tercera división, donde Galán perdió la química. “Pudo ser culpa mía y de nadie más, pero reconozco que me fue imposible motivarme. Quizá porque el cambio fue excesivo. De soñar con jugar en Primera a hacerlo en Tercera; de haber compartido vestuario en el filial del Atlético con De Gea, Mario Suárez, Manu del Moral…, a ver, de repente, como se me pasaba el tren… Quería, pero no podía. Necesitaba cambiar, necesitaba olvidar y, en vez de protestar, decidí marchar. El fútbol me concedió esa posibilidad y no lo dudé”.
Sin darse cuenta, su vida iba a cambiar y lo iba a hacer para siempre. Y como pasa en el ‘Poema de los emigrantes’, después encontró el camino. El resultado es su biografía de hoy, la del hombre que ha jugado en esas ligas de Asia de las que no sabemos ni sus equipos y en las que no nos atrevemos a intuir nada.“Pero puedo prometer que en ninguna Liga del mundo es fácil competir. Nadie te regala nada. Siempre hay alguien que desea vencerte”.
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"He conseguido un colchón, me he podido comprar mi casa en Almería, y acabo de terminar la carrera de Psicología, porque nunca dejé los estudios"
Y lo dice él, que lo sabe como casi nadie, acostumbrado a viajar solo por el mundo, acompañado, a lo sumo, por una maleta pero sin una novia o sin una pareja con la que desahogarse o explicarle alguna vez ‘esto yo lo haría de otra manera’. “Hay días que claro que me hacen pensar o preguntarme qué va a ser de mí cuando veo a gente de mi generación con una vida estable y, sin embargo, yo…” Pero entonces prefiere no arrepentirse. “No, porque fue mi elección. Nadie me la impuso. He conseguido un colchón, me he podido comprar mi casa en Almería, y acabo de terminar la carrera de Psicología, porque nunca dejé los estudios".
Esa seguridad de Jordania
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“La gente se creía que estaba en la guerra. Mis padres casi no se atrevían a venir a verme a Jordania. Pero yo nunca llegué a temer por mi vida"
El mundo, en definitiva, le ha preparado para una conversación inteligente, distinta. El último año en Jordania, en Amán, en la capital, le ha dejado una impronta distinta. “La gente se creía que estaba en la guerra. Mis padres casi no se atrevían a venir a verme. Pero yo nunca llegué a temer por mi vida. Al contrario: Jordania ha podido ser de los sitios más seguros de los que he estado en el mundo. En los 55 kilómetros que hice desde Amán hasta el Mar Muerto por carretera me pararon cinco controles policiales, increíble”. Pero como le pasó antes en Tailandia, en Indonesia o en Austria, José Pedrosa Galán sólo duró un año en Jordania, siempre un año, nunca más. Quizá porque ese es uno de los alegatos de su vida, de la canción de su vida en la que tampoco es oro todo lo que se cuenta. “En el fútbol no sobra tanta gente con palabra. Te dicen, te prometen y, sin embargo, luego…”
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"Me hicieron jugador franquicia del Chainat FC (Tailandia), la gente me trataba como si fuese Messi por las calles, me regalaban fotos, llaveros, muñecos con mi estampa"
Marchó de Jordania y le dejaron dinero a deber como le había pasado en Indonesia. Jugó en Thailandia, “donde me hicieron jugador franquicia del Chainat FC, la gente me trataba como si fuese Messi por las calles, me regalaban fotos, llaveros, muñecos con mi estampa… Pero había otras cosas que no me gustaban. Si perdíamos, como castigo nos obligaban a correr 12 kilómetros y el presidente nos perseguía con el coche para ver si los hacíamos… En 15 meses no pude ir más de 15 días a la playa. Entrenábamos mañana y tarde. Nos concentrábamos tres días antes de todos los partidos. No pude ir a España ni de vacaciones en Navidad. Resultó asfixiante”.
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“Indonesia es un país maravilloso, con 14.000 islas, en el que los estadios siempre estaban llenos, a mí me recordaban al Calderón, pero infinitamente más guerreros"
Indonesia fue la siguiente estación. “Un país maravilloso, con 14.000 islas, en el que los estadios siempre estaban llenos, a mí me recordaban al Calderón, pero infinitamente más guerreros… Allí vi tirar piedras a los árbitros… Pero, vamos, a mí me iba bien hasta que metieron al presidente en la cárcel y nos dejaron de pagar”.
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El deseo de volver a Europa