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Marta Perarnau, jugadora del Rayo: "El fútbol es lo que me mantiene viva"

Hija de Martí Perarnau y Loles Vives, estudia psicología y juega en el conjunto vallecano y, aunque el fútbol no la da ni mucho menos para vivir, declara su pasión por este deporte: "No puedo vivir sin el fútbol. Los días en los que no tengo partido o entrenamiento se me vienen abajo".

Marta Perarnau en un partido con el Rayo Vallecano.

“Para mí es tan importante las matemáticas como el deporte”. Así contestó Loles Vives, la madre de Marta Perarnau, que hoy es futbolista del Rayo Vallecano, a la tutora del colegió cuando le llamó para explicarle que su hija “aprobaba todo, pero podría sacar muchas mejores notas si no llegase tan cansada a clase de jugar al fútbol”.

Una anécdota que a la madre, la primera mujer española en bajar de 12 segundos en los 100 metros, una de esas leyendas de nuestro atletismo, le tocó la fibra. De hecho, se lo explicó a la profesora como también se lo explicaba ella misma o su marido, Martí Perarnau, que llegó a ser olímpico en Moscú 80 en salto de altura, en casa: “Para nosotros, el deporte es muy importante porque te da una explicación de la vida que no la encuentras en casi ningún sitio”.

Marta Perarnau: "El fútbol siempre fue mi pasión y, desde que entré en el Rayo Vallecano, encontré un amor a medida"

En realidad, no se trataba de una obsesión, sino de una forma de vida que Marta respeta totalmente. “El problema es cuando me quedo quieta en el sofá, porque entonces no disfruto de la vida”. Su biografía es corta pero intensa a los 22 años. Antes de hacerse futbolista, fue atleta de obstáculos. “Llegué a hacer mínima para el campeonato de España”, recuerda ella que, en cualquier caso, no consiente engañarse. “No sería justo. No podría renunciar a mí misma. El fútbol siempre fue mi pasión y, desde que entré en el Rayo Vallecano, encontré un amor a medida”.

Hoy, ya ha ido convocada con el primer equipo y, aunque no se gane la vida con el fútbol, ha comprobado que no puede “vivir sin el fútbol". "De hecho, es lo que me mantiene viva. Es más, es parte de mi motivación para vivir. Los domingos que no tenemos partido se me hacen muy raros. Pero no sólo eso, sino que entre semana, si ese día por lo que sea no tenemos entrenamiento, siento que me falta algo”, expresa Marta Perarnau.

"Todas necesitamos una motivación y yo ahora la he encontrado en el amor por el fútbol que, además, me ha ayudado a descubrir el valor de la psicología"

Y no se trata de que haya dejado descuidada su formación. “No, no hubiera podido ser. Ni por mí ni por mis padres”, replica ella misma. Su padre, Martí Perarnau, es el hombre que ha escrito el libro de Guardiola en el Bayern Munich, ‘Her Pep’ o el mismo que fue jefe de deportes de TVE en Catalunya, creador del programa ‘Estadio 2’ en los años ochenta. “Claro que impone ser ‘la hija de…’ y lo reconozco. No lo puedo evitar, porque es algo que está ahí y va a estar siempre ahí. Mi apellido es mi apellido. Pero eso no quiere decir que yo no me pueda ganar la vida por mi misma: todas necesitamos una motivación y yo ahora la he encontrado en el amor por el fútbol que, además, me ha ayudado a descubrir el valor de la psicología”. La prueba es que Marta estudia la carrera de psicología en la universidad, “que pudiera ser la responsable de que mis días se quedasen sin horas. Hay demasiados días que llego a las tantas a casa…” Pero ella misma, en vez de protestar, elige una lectura más valiosa.

El trauma de estar parada

Tengo mucho respeto a la psicología, porque me he ayudado a crecer. Soy joven pero también he pasado mis momentos malos. No todo ha sido tan fácil. He tenido lesiones. Tuve un edema óseo que me dejó cinco meses parada”, recuerda hoy con madurez. “Los médicos entonces me ordenaron reposo total y yo no entendía vivir así, sin hacer nada. Llegué a pensar en dejarlo. Me levantaba o me acostaba con ganas de llorar”.

Pero entonces entendió que el cambio estaba en su cabeza, la responsable de todo. “Me di cuenta de la importancia de la cabeza en el fútbol y en la vida. Desde entonces, he aprendido a suavizar los malos momentos, porque también he encontrado a gente que ha sabido ayudarme como Patricia González, que fue una entrenadora que tuve. El día que me dijo, ‘tú no tienes por qué sentirte inferior a nadie’…, ese día es como si estuviese presente en cada día de mi vida”. De ahí que eso también se plasme en esta conversación, “en la que nunca se sabe lo que pasará mañana”, admite ella misma que hasta se pregunta: “¿Mantendré o no la misma motivación por el fútbol?”

“No lo sé”, responde, “porque ahora es diferente. Vivo en casa de mis padres y, más allá de salir una noche a cenar, ir una tarde al cine, la gasolina…, no tengo gastos. Y los que tengo los puedo cubrir con lo que gano entrenando a los benjamines del Rayo. Pero no sé qué pasará mañana cuando me haga mayor”. La respuesta, en cualquier caso, no le corre prisa. Quizá porque en casa le acostumbraron tanto a ella como a su hermano mayor, que se dedica a la música, a ir sin prisa. “Sobre todo, había una palabra que nos cansábamos de escuchar, ‘respeto’, ‘Marta respeta al rival’, ‘Marta respeta a tus compañeras’ o ‘Marta, no somos más que nadie, en la calle estamos todos al mismo nivel’. Por eso hoy me declaro inseparable de todo eso que escuchaba cuando era una niña y me doy cuenta de que mis padres llevaban razón”.

"No pasa nada porque sea mujer y quiera ser jugadora de fútbol. Sé que es más difícil ganar mucho dinero, pero ¿acaso los sueños no valen?"

A partir de ahí tampoco es que haya exigencias tan altas. El mensaje en el que insiste su madre, Loles Vives, que a los 60 años sigue compitiendo en atletismo y escribiendo libros, es una prueba perfecta. “A mí sólo me preocupa que Marta sea feliz”. Y en ese viaje Marta Perarnau (al menos, ahora, a los 22 años) no habla de dinero ni de riqueza, sino de fútbol como una pasión inclasificable. “No todos tenemos las mismas pasiones. No pasa nada porque sea mujer y quiera ser jugadora de fútbol. Sé que es más difícil ganar mucho dinero, pero ¿acaso los sueños no valen? ¿No estamos aquí para cumplir sueños?”, añade ella, que ha tenido hasta conversaciones de fútbol con Pep Guardiola.

“Sí, porque mi padre vivió un año en Münich y algunos fines de semana iba a verle y después de los partidos acostumbrábamos a cenar con él, con los jugadores en el mismo restaurante”, recuerda ella, que es lateral o central. “Por eso la primera pregunta que se me ocurrió hacerle a Guardiola creo que fue: ‘Pep, ¿por qué los laterales se tienen que meter por dentro?’” Hoy, no memoriza exactamente la respuesta, pero sí recuerda que un día Guardiola le dijo: “Marta, los buenos jugadores son los que no pierden el balón’. Desde entonces, la tengo grabada a fuego y puede que haya en algún momento en el que hasta me obsesione. La prueba es que cada partido cuento los pases que fallo y me digo a mí misma, ‘esto en el siguiente no se puede volver a repetir’”. Y, en caso de duda, siempre se acuerda de su madre que a los 60 años todavía se machaca en la pista para campeonatos de veterano: “Marta, el sacrificio de hoy son los frutos que recogerás mañana”.

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