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Kun y Sergio tienen una cita

Saltaron demasiadas chispas en el derbi de la primera vuelta. Pero Ramos y Agüero protagonizaron los momentos más duros del choque

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El fútbol es uno de los pocos deportes que ofrece revancha en un tiempo insultantemente corto. Cada semana, el jugador tiene posibilidad de desquitarse, de enmendar el fracaso del día anterior. También otorga la posibilidad de saldar viejas cuentas pendientes. Agüero y Sergio Ramos tienen una desde el último derbi del Bernabéu. Sus compañeros se los tuvieron que llevar en volandas del túnel de vestuarios después de varios empujones y algún que otro puñetazo mal dado al aire.

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"Ahora te voy a dar el puñetazo que te iba a dar ahí dentro", le espetó el de Camas, que le recriminó que se tirara a la piscina. El dedo índice del Kun señalando al defensa fue, a su vez, amenazador: citó a Ramos en el Calderón.

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El descaro como origen

El arranque de ese pique tiene como origen la pillería, esa faceta del fútbol que dominan los argentinos a la perfección. Ese coqueteo con el límite de lo ético que ya le ha costado al Kun algún que otro disgusto y cierta fama de marrullero. El último derbi fue especial para al argentino. Lo tenía señalado y llegaba con sangre en el ojo.

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Quería quitarse la espina de su primera aparición por Chamartín, en la que apostó a una vaselina genial para superar a Casillas. Domina esa suerte, pero en esa ocasión se le escapó por centímetros. Para unos, fue de sobrao; para otros, pese al error, enseñó su clase y su frialdad ante el gol. A él le quedó el poso amargo que separa una tarde gloriosa de un simple apunte de buenas maneras. Aquella vaselina, de haber entrado, hubiera acelerado su encumbramiento.

 En el último derbi, Agüero abrió el marcador y estaba muy metido en el partido. A falta de 13 minutos y con empate a uno, controló un balón en el lateral del área. Miró a Ramos y le enseñó el balón. Le dejó distancia oportuna para medir su embestida; sabía que una genialidad le llevaba al paraíso rojiblanco.

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El mismo en el que ya moran Albertini, Hasselbaink, Futre, Manolo, Cabrera... Agüero gambeteó, se fue en carrera y, ante el intento del madridista de robarle el esférico, se dejó caer en el área. Mejuto no picó. Los segundos posteriores desataron un pique que todavía resuena en la cabeza de cada uno.

Mientras Mejuto se alejaba del área, Sergio Ramos se desentendía de la jugada y cogió al rojiblanco por la camiseta para levantarle del suelo. Ramos le recriminó su mentira, pero Agüero se revolvió y se quedó a un centímetro del sevillano. Ante el desafío del argentino, el defensa blanco levantó el puño en clara amenaza.

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El 10 no se achicó y el intercambio de lindezas verbales prosiguió hasta que Casillas decidió que era momento de jugar al fútbol. Ya nada fue igual, más si cabe porque en la jugada posterior el Madrid marcó el segundo gol. Después, a la conclusión del partido, tángana, nervios, insultos...

Semanas después, el madridista reconoció en una entrevista a Público que "entre Messi y Agüero, me quedo con Messi". Ante la pregunta de si esa contestación era por el altercado, la respuesta fue firme: "Se vio lo que se vio. Nada más. Las cosas sobre el césped ahí quedan y se resuelven de nuevo sobre el césped".

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El Kun les trae de cabeza

No es la primera vez que Agüero saca de sus casillas a un defensa madridista. En la 06-07 en el Calderón, Cannavaro fue el protagonista. El italiano reconoció en El País tras ser expulsado: "La segunda tarjeta es incomprensible porque no hice nada. La primera está justificada, lo admito. Agüero me tocó los cojones y le di una hostia".

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Mientras, el Kun lo contaba de una manera diferente en Público: "Me hizo una falta por detrás y le dije: ‘¿Usted es Cannavaro? Imposible, me dijeron que era bueno. Así que entre a la pelota, lo redondo es la pelota'. "Si los defensas me dan, les digo: ‘Ven a por otra'. Los defensas juegan a medir tu miedo". El domingo, Agüero ya sabe de uno que le medirá el miedo.

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