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Kun gobierna solo

Un golazo del argentino acaba con el Espanyol y propicia el Madrid-Atlético

LADISLAO MOÑINO

 

Estaba el Atlético instalado en la mediocridad. Sin juego. Aguantando las primeras embestidas del Espanyol, que trataba de imponerse con el balón para recortar el gol de desventaja que traía del Calderón. En ese desierto emergió esplendoroso y contundente Agüero. Por encima del juego de su equipo, por encima del Espanyol, por encima de todo lo que había sucedido hasta el momento, incluida una volea preciosa que Raúl García estampó en el larguero. No se correspondía la estética de esa acción con lo que había ofrecido el Atlético.

El partido era del Espanyol y el Kun aún no había tocado un balón en 20 minutos, pero estaba con el instinto afilado y corrió a un despeje orientado de Raúl García. Enfiló la portería Agüero en velocidad y soltó un derechazo que entró tras tocar en la parte interna del larguero. Una maniobra contundente. Un balón, un gol. En esa carrera mató al Espanyol y la eliminatoria. Así es Agüero, que se envalentonó y se hizo el dueño del partido. A Forlín, antes de picarle la pelota suavemente a Cristian Álvarez, le convirtió en el defensa-tierra: le hizo girar un par de veces sobre su propio eje. No entró esa obra, pero le dio autoconfianza para intentar al poco en una carrera maradoniana de 50 metros que acabó estrellando en el lateral de la red. Con ese potencial para hacer tanto daño, siempre queda la duda de qué sería capaz de hacer el Kun si la producción de fútbol rojiblanca fuera mayor y más regular. Más goles, seguro, y mayor capacidad de intimidación de su equipo, también.

A partir del gobierno de Agüero, el Espanyol se desencajó hasta el descanso y aparecieron los mejores momentos del Atlético, en especial de Filipe Luis. Hizo un par de maniobras interesantes el lateral brasileño entrando por dentro cuando el Kun le doblaba por afuera. En una de ellas, la mano de Cristian evitó el gol en su tiro cruzado.

Le pesó demasiado el gol al Espanyol, que no recuperó la iniciativa hasta la reanudación. Quedaron en entredicho dos de sus fichajes estrella, Sergio García y Dátolo, más el español que el argentino. Había prescindido Pochettino de Callejón y Luis García para darle una oportunidad de altura a ambos. En la comparación salen ganadores los titulares, tal y como se empeñó en demostrar Luis García en cuanto pisó la hierba. De Gea le sacó un voleón en un gesto que requería de reflejos y colocación. Luego, le envió un derechazo a la cruceta y entre medias un centro chut de Dátolo se estrelló en el travesaño.

El Atlético volvió a entregarse al contragolpe y de nuevo el Kun en una carrera volvió a sembrar el pánico en el área local. Otra carrera vertiginosa, aunque esta vez el Espanyol no podía asustarse. Reyes también tuvo una contra para asistir al Kun, pero picó en el aguante que le hizo Javi López y optó por chutar cuando tenía al argentino solo para marcar a placer. Como despedida, Luis García impuso su clase en una falta directa magistral que entró por la escuadra. No había tiempo para más para un equipo que sucumbió a la ley del Kun: un balón, un gol.

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