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JUEGOS DEL MEDITERRÁNEO Tarragona pincha en su intento de recuperar el esplendor de los juegos de Barcelona '92

Los XVIII Juegos del Mediterráneo han costado más de 75 millones a las arcas públicas. A cambio, queda un legado fallido que, lejos de exaltar las virtudes de la ciudad catalana, ha evidenciado fallos organizativos y el desinterés de los aficionados.

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Un hombre espera el inicio de un partido de waterpolo en los XVIII Juegos Mediterráneos / Javier Cebollada (EFE)

madrid,

Instalaciones deportivas en 15 municipios catalanes, 3.700 deportistas de 26 países, casi 3.500 voluntarios y una inversión pública de 75 millones de euros. Los Juegos Mediterráneos de Tarragona parecían tenerlo todo para recuperar el espíritu olímpico de Barcelona '92 pero, a pocos días de la clausura, el fiasco ya es indisimulable

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El proyecto ya comenzó con el pie cambiado. La falta de presupuesto y la crisis política que originó el desafío independentista provocaron que la competición tuviera que posponerse hasta el verano. Esta circunstancia ocasionó que los juegos coincidiesen con el Mundial de Rusia, un duro competidor que los ha desplazado a un segundo plano en las agendas informativas.

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Gradas vacías

Javier Villamayor, comisionado de los Juegos, trató de poner la venda sobre la herida antes incluso de que comenzara el evento deportivo. "¿Qué competición llena hoy  las gradas? Ni la Liga de fútbol lo logra", justificaba ante los medios dos meses antes de que las entradas salieran a la venta. Trataron de imponer precios populares, entre 6 y 25 euros pero, aún así, las gradas vacías han sido una constante desde la ceremonia inaugural. El caso extremo se produjo en el encuentro de waterpolo masculino entre Italia y Turquía al que acudió un único espectador. La organización ha esquivado la autocrítica y los errores se van acumulando.

Himno de Francia, a capela

La selección francesa de bádminton masculino se hizo con el oro en dobles de bádminton pero, cuando acudieron triunfantes al podio, se encontraron con un fallo de megafonía que paliaron cantando 'La marsellesa' a pleno pulmón.

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Un podio sin azafatas ni autoridades

La nadadora italiana Simone Quadarella, la portuguesa Diana Duraes y Mireia Belmonte esperaban junto a la piscina para la entrega de medallas de los 400 metros libre. Después de unos minutos incómodos en los que ni autoridades ni azafatas aparecieron, la española tomó las riendas y ella misma colgó las medallas a sus compañeras.

Desperfectos en las instalaciones deportivas

España y Eslovenia estaban disputando un encuentro de la fase de grupos masculina en la competición de baloncesto 3x3, cuando el árbitro se vio obligado a interrumpir el partido porque el suelo se había levantado por el hundimiento de una placa, justo debajo de la canasta. 

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Huelga de árbitros

Los árbitro de lucha internacionales decidieron realizar su trabajo el primer día de competición, pero llegaron a plantarse días después porque no les habían pagado 
las dietas de alojamiento y comida que se habían acordado. Esta situación ha provocado un importante retraso sobre el programa previsto.

Nada en el botiquín

No han sido los únicos profesionales que han denunciado los estragos que ha ocasionado la desorganización y la falta de recursos sobre su labor. Los médicos han denunciado que se han tenido que organizar para buscar material porque según denuncian "ni tenían para curar una ceja abierta".

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Y, por si fuera poco, un atropello

Un niño de cinco años ha resultado herido grave a consecuencia de un atropello por parte de un vehículo de la organización de los Juegos Mediterráneos de Tarragona. El conductor del coche fue sometido a la prueba de alcoholemia y triplicó la tasa permitida por la ley.

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