Forlán crea la épica a martillazos
El Atlético gana con 10 un partido que perdía 0-2 al descanso contra el Espanyol
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Sin orden ni concierto, con la épica como único plan y con un jugador menos, el Atlético ganó un partido que tenía perdido por dos goles al descanso. No tenía fútbol, el partido se jugaba a lo que quería De la Peña y la grada estaba ya calentándose. No había futuro. Hasta que apareció el resorte habitual: Forlán. El único futbolista capaz de encender al Calderón cuando está al borde de la depresión. Y lo hizo con su molde habitual: un latigazo lejano con la pierna izquierda desde 35 metros que reventó la portería de Kameni.
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Tienen esos martillazos de Forlán un efecto tan atómico como caótico. De repente, el Calderón empieza a corear agudo el "uruguayo, uruguayo", el juego se vuelve loco y sin saber ni cómo ni por qué el balón llega al área del contrario más que en todo el partido. Así que el Kun no tardó en empujar un mal disparo de Pernía desde la izquierda. Y al límite del tiempo, agonizando, de nuevo, Forlán. 27 goles, a uno de Etoo, y muchos kilómetros de honradez.
Fundido como estaba adivinó un pase que le plantó ante Kameni y tuvo aún lucidez para marcar. Le van al Atlético esos partidos a dos porterías porque no tiene que elaborar. Sus futbolistas parecen mejores pasados de revoluciones que madurando partidos. Son jugadores de prado: cuanto más verde ven, más corren. Otra cosa es cuando tienen que pensar. No tienen una idea para eso. Ni un futbolista como De la Peña.
Ahí es cuando el personal se calienta. Desde el primer minuto. Desde que percibe que el Atlético plantea un partido menor. Desde que corrobora que la pelota será del contrario. Desde que envidia no tener a un De la Peña. Lo Pelat juega a lo que nadie en el Atlético sabe. Sus medios ni contienen ni crean. Peor es lo de sus defensas. O entran a destiempo como Pernía en el penalti a Iván Alonso, o regalan un gol a Jarque o Perea se destempla y saca el codo para noquear a Chica. Ellos son los que fuerzan la épica. Y al grito de uruguayo el Calderón sabeque todo es posible.