Federer se hace el más grande
El suizo necesita 20 juegos en el quinto sets para conquistar su sexto Wimbledon ante Roddick, alcanzar los 15 Grand Slam y recuperar el número uno del tenis mundial
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Londres se ha enganchado a las finales interminables, dramáticas y memorables.
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Roger Federer ganó este domingo su sexto Wimbledon, esta vez ante un gran Roddick, en un partido que parecía que nunca iba a terminar, con un último set que duró una hora y 35 minutos. Su victoria por 5-7, 7-6, 7-6, 3-6 y 16-14 quizá no esté a la altura de la final del año pasado, pero será recordada durante mucho tiempo.
El suizo se fotografió después con Pete Sampras, Björn Borg y Rod Laver. La aristocracia del tenis le rindió tributo como reconocimiento del que ha sido el 15º título de Grand Slam de Federer, un récord absoluto. Y además le devuelve el número uno del mundo que Rafael Nadal le arrebató en agosto del año pasado.
Londres tiene un lugar especial en su corazón para el suizo. Desde este domingo también debería guardar un respeto especial por Andy Roddick, el hombre que nunca se rinde. La ovación espectacular que le dedicó el público fue un reconocimiento de que los grandes campeones lo son aún más cuando el perdedor se queda tan cerca de la gloria.
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Aunque parezca increíble, en las cuatro horas y 18 minutos que duró el encuentro, Federer sólo rompió una vez el servicio de su rival. Tuvo siete opciones de hacerlo y la única en que le valió fue la que le dio la victoria. El norteamericano fue un muro infranqueable con su servicio a lo largo de toda la tarde. Hincó la rodilla en el último juego del partido cuando ya no quedaba encuentro para reaccionar.
Roddick comenzó la final sin dar la más mínima muestra de estar acomplejado ante el hombre que le había derrotado en tres finales de Grand Slam, dos de ellas en Londres. En una de esas ocasiones, ya en el vestuario, destrozó la raqueta contra la pared y gritó a pleno pulmón: “¿Qué tengo que hacer para poder ganar a este tipo?”. Es normal cuando has jugado 20 partidos contra un rival y este te ha ganado en 18.
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No hay fórmula para ganar a Federer, pero Roddick tenía algunas ideas al respecto. En el primer set, se mantuvo pleno de fuerza en el servicio. Nada más comenzar, tuvo dos saques de 220 kilómetros por hora. Y cuando el resto permitía que continuara el juego, Roddick demostraba que podía hacer frente a los largos intercambios desde el fondo de la pista. No todos los golpes de alta escuela eran mérito del suizo. El primer set acabó en 38 minutos con un 7-5 para el tenista de Nebraska. Ya estaba claro que no iba a ser un paseo militar para Federer.
En los dos sets siguientes, el gran campeón no le encontraba los puntos débiles a Roddick. Supo esperar. Los mejores también saben tener paciencia. Su servicio no era tan potente, aunque sí más preciso. Federer sabe cuándo tiene que apoyarse en el saque. Al final del partido, su cuenta de aces llegaba a 50 (por 27 de su rival). Su saque no es un cañón, pero también hace estragos.
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La tremenda igualdad condujo al partido a dos tie break consecutivos. Ambos los ganó Federer. Parecía que el desenlace del segundo set podía enterrar a Roddick. Llegó a tener cuatro bolas de set con un 6-2. Ahí sí que se vio superado por la presión al echar fuera una volea de revés no muy complicada. A la primera oportunidad, Federer se hizo con el set. Fue el momento clave de un partido al que aún le quedaba mucho.
El tercer set fue casi un calco del anterior, con la diferencia de que fue el suizo el que dominó el tie break hasta obtener tres pelotas de set. A la tercera, el set era suyo. Era otra lección al aspirante. Federer sabe cómo se gana una final. El que duda, paga las consecuencias. La fortaleza mental de Roddick le permitió llegar vivo al quinto set.
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Ahí se produjo un duelo de voluntades que parecía que iba a prolongarse eternamente. Poco a poco, el campeón fue estrechando el cerco. Ganaba su servicio con facilidad y forzaba a Roddick a sufrir con el suyo. Hasta que en el trigésimo juego, Federer encontró el resquicio que necesitaba para entrar en la historia del tenis. Donde es muy probable que quede para siempre.