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A todo esto, ¿dónde está Contador?

El ciclismo español, ayudado por las caídas, apunta a la decadencia en este Tour

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Son malos tiempos para el ciclismo español. Al menos, en los ocho primeros días del Tour de Francia en los que la general promete una esperanza demasiado tímida: Haimar Zubeldia (Usurbil, Guipuzcoa, 1977). Pero no hay que engañarse con él ni pedirle más de lo que ya ofreció. Haimar es un superviviente que está en su última estación. Quinto en las ediciones de 2003 y 2005, antiguo gregario de Armstrong y Contador en Astana, ni siquiera es el jefe de filas actual de RadioShack. A su edad, ya no le cuesta mantener "la cabeza fría" y, a pesar de su meritoria ascensión a La Planche des Belles del sábado, intuye que lo lógico sería "trabajar para Kloden o Frank Schleck". Y, aunque siempre fue un ciclista admirable, hace tiempo que la idea del podio del Tour desapareció de su vida. "Me gustaría meterme en el top ten", avisa.

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Y entonces ¿qué?, ¿qué opciones más existen? Había pocas y no muy valiosas desde la suspensión de Contador y la cantidad de kilómetros contrarreloj que tiene esta edición. Pero ahora es peor: ya no hay ninguna. Y esto es algo que casi nunca ha ocurrido desde 1983 en el ciclismo español, cuando apareció en el Tour el Reynolds de Echavarri liderado entonces por Arroyo y Delgado. Ni siquiera en los siete años en los que gobernó Armstrong, España dio tan poca guerra como ahora. Escartín, Beloki o Mayo fueron ciclistas que nunca se resignaron con facilidad. Había interés, había esperanza.

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Pero, ¿y ahora? ¿Qué español puede atacar el gobierno del equipo Sky con Wiggins y Froome? La teoría hablaba de dos ciclistas bastante veteranos, por cierto: Alejandro Valverde (Murcia, 1980) y Samuel Sánchez (Oviedo, 1978). Pero la mala suerte los ha eliminado rápido. Han sido incapaces de sobrevivir a la primera semana del Tour, quizá la más estresante del mundo para los ciclistas. Samuel ya está en casa con la clavícula rota y Valverde, alejadísimo en la general, a 6.45 de Wiggins y desengañado para siempre. "El Tour nunca será mi carrera". Lo ha entendido tarde, a los 32 años, pero no hay nada que reprochar: los ciclistas son así, gente perseverante hasta el infinito. Abraham Olano, paradigma de la voluntad, también lo fue. Fueron años de vida los que le costó entender que el Tour no estaba hecho para él.

Aquello fue en los noventa y entonces había una diferencia en el ciclismo español. La mala suerte también existía y claro que había caídas inesperadas y sueños rotos. Pero existía una nueva generación que era capaz de atacar en las montañas (Heras, Mayo, Sastre, Mancebo, Escartín...) y que se rebelaba en voz alta. Una nostalgia que se echa de menos en este Tour. ¿Dónde está Cobo, por ejemplo? Ganador de la última Vuelta a España, ya tiene una edad, 31 años, como para pensar en sí mismo, pero Cobo se presentó en este Tour con una idea demasiado sumisa. "Vengo a ayudar a Valverde". Y  ahora que Valverde ha fallado se encuentra que él está a 23.44 en la general, alejado de toda esperanza que no sea la de ganar una etapa.

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La realidad es así: no hay otro atractivo en este Tour de Francia, en una de las grandes tradiciones del mes de julio, que en otro tiempo fue capaz de dejar sin siesta a media España. ¿Cómo olvidar el pasado? Habrá que hacerlo, no queda otro remedio, mientras pasen las cosas que ahora pasan. Hasta el caso Festina del año 98, jamás se hubiese imaginado que, mientras se corre el Tour, el mejor ciclista español estuviese con las manos atadas en casa. Es la vida ahora de Alberto Contador, al que es imposible seguir por televisión en bicicleta. El único consuelo es su cuenta de Twitter, donde radiografía días anónimos ("hoy me machaqué junto a mi Specialized", "qué sensación más buena cuando llegas a casa tras hacer un gran entreno"...). Días casi tan anónimos como los de nuestros ciclistas en el Tour. Pero, eso sí, con una gran diferencia: los de Contador sólo nos ocupan 140 caracteres, los del Tour son horas cada día de televisión.

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