España está donde le corresponde
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Se dice, y con razón, que el fútbol le debe un Mundial a Holanda. Estoy de acuerdo, y yo añadiría que puede que incluso dos. Pero que se lo deba no quiere que decir que deba cobrárselo el domingo. Los méritos de la oranje pertenecen más al pasado que al presente. El hoy es de España. Frente a la otrora Naranja Mecánica, la Holanda actual es un equipo sin identidad. Todo lo contrario que España, pese a que en el Mundial aún no se haya visto a La Roja diabólica. La Mannschaft se achantó desde el minuto 1 y siempre fue y se sintió inferior. Xabi, Xavi e Iniesta impresionan por su facilidad para jugar. Y si a ellos se les suman Silva y Cesc, La Roja es invencible.
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Después de cinco partidos contra equipos que, mejor o peor entrenados, jugaron a no dejar jugar, España se encontró con una Alemania que le planteó un escenario parecido, aunque más por intimidación que por intención. Sabedor de su inferioridad con balón, Löw cedió campo y posesión a cambio de replegarse y esperar la salida tras robo. El dominio de España fue más cuantioso que cualitativo. Intimidaba más por lo que se sabe que es capaz de hacer (sin intromisiones) que por lo que realmente hacía. Pero eso fue suficiente para ganar a un acomplejada e inferior Alemania.
Del Bosque lo anunció sin anunciarlo. Dijo que seguía confiando en Torres, pero que no podía garantizar su titularidad frente Alemania. Ni la garantizó, ni se la dio. En su lugar entró Pedro. Siete del Barça en el once, quizás por mimetismo, pero otra vez sin Cesc y Silva. La Roja, castrada en su línea de creación, allí donde está el estilo. El tiki-taka no es tocar por tocar, sino hacerlo con una finalidad. Pedro, la sorpresa de Del Bosque, sorprendió a su vez a Alemania. El canario, con descaro, confianza e incluso egoísmo, buscó el gol, pero el que lo encontró fue otro del Barça: Puyol.