No pudo tener mejor estreno España en la Copa Confederaciones, ese torneo que necesita para cerrar el círculo más glorioso de su historia. Victoria por 2-1, que no reflejó la superioridad insultante que ejercieron los de Del Bosque sobre el césped de Recife ante una selección de Uruguay, que estuvo vendida y que solo pudo jugar cuando se lo permitió el combinado español. Pedro y Soldado marcaron los goles de la campeona del mundo y de Europa, pero fueron Cesc e Iniesta que los manejaron el fútbol. Luis Suárez redujo distancias con un golazo de falta al final del choque.
La selección española demostró desde el pitido inicial que está en Brasil con un solo objetivo: conquistar el único trofeo que le falta a la mejor generación de futbolistas de su historia, la Copa Confederaciones. Tiene una oportunidad de oro y todo el equipo, pese a los éxitos conseguidos y el cansancio de la temporada, se ha mentalizado para elevar un escalón más la leyenda. El hambre sigue intacto.
No tenía enfrente precisamente a una pareja de baile de las que se dejan llevar. El rival más duro del grupo. Campeona de América. Un clásico. Pero España tomó rápido la iniciativa, marcando el son del paso y apartando el pie al menor pisotón para volver a encarrilar el ritmo frenético. Un baile endiablado que mareaba sin cesar a los uruguayos, incapaces de vislumbrar cuál iba a ser el próximo movimiento. Una samba que sólo supo parar el combinado charrúa con estopa.
Vicente Del Bosque zanjó el debate en la portería dando la titularidad a Iker Casillas. Es uno de los suyos, siempre lo ha sido. Los galones han pesado más que llevar sin disputar un partido oficial desde el pasado 23 de enero. Valdés tendrá que esperar. A día de hoy el meta titular de España sigue siendo Casillas. El resto, lo habitual, salvo el ‘9'. Ahí no hubo tampoco debate. El seleccionador, que hace unos días ponía en duda el potencial de los delanteros españoles, dio la alternativa a Soldado. Y acertó. Su referencia llevó a Pedro y Cesc, interiores en esta ocasión, a descargar responsabilidades y moverse con libertad. Junto a Iniesta, que se manejó como pez en el agua, llevaron a los celestes a la desesperación.
La primera parte fue todo un festival rojo. Y la grada de Recife, como buena amante del fútbol, disfrutó de lo lindo. No solo asumió el dominio del balón, como es costumbre, sino que cuando lo perdía todas las líneas presionaban hasta la asfixia la salida charrúa. El resultado fue un fútbol total. Una posesión apabullante, con criterio, verticalidad y movilidad. Y rápido se tradujo en ocasiones, como la que tuvo Cesc en el minuto 9, que el palo evitó convertirse en el primer gol del encuentro. El que sí llegaría diez minutos después. Pedro, que siempre acude a la cita con la portería cuando se pone la camiseta de España, aprovechó un rechace en un corner para enganchar un derechazo que se fue a la red de Muslera previo desvío de Lugano.
Lo que le faltaba a Uruguay. España se terminó de acomodar. La distancia se multiplicó. Xavi quiso el segundo pero su lanzamiento de falta se fue rozando el larguero. Pirlo, unas horas antes, había marcado desde la misma posición. A los celestes, desbordados con la pelota, solo les quedaba frenar el ritmo. Atajar la hemorragia con brega. Cavani y 'Cebolla' Rodríguez soltaron brazos. El partido se endurecía. Y el delantero del Napolés aprovechó el momento para estrenar los guantes de Casillas, que recogieron su remate peinado. Y a la media de hora de baile Cesc, magnífico entre líneas, tocó para que Soldado colocara el segundo de disparo centrado a media altura. La puntilla estuvo a punto de ponerla Piqué, que remató en dos ocasiones dentro del área pequeña, y Sergio Ramos, cuyo cabezazo en el segundo palo se fue al exterior de la red. Hasta que se llegó al descanso.
La segunda mitad comenzó con un ritmo mucho más pausado. España esperó a que Uruguay comenzara a adelantar posiciones y mientras esperaba, tocaba. Y tocaba. Y nadie aparecía. El encuentro entró en fase somnífera. E Iniesta embelesaba. Su recital fue, de nuevo, grandioso. Un repertorio sin sinfín para manejar el balón y el partido a su antojo. Para prueba, la jugada en el 55. Tres toques en una baldosa del manchego sirvieron para deshacerse de tres rivales. Un pena que su tiro saliera sin fuerza. Así fueron transcurriendo los minutos sin que los cambios de Tabarez sirvieran para cambiarle la cara al encuentro.
Del Bosque, con todo resuelto, también dio entrada a Cazorla, Javi Martínez y Mata. A falta de quince minutos para el final, los uruguayos se dieron cuenta de que se les agotaba el tiempo. Un tiro lejano de Forlán y otro desviado de ‘Cebolla' Rodríguez dieron fe de que habían salido al campo. Hasta que Luis Suárez, maniatado y perdido durante el resto de minutos, lanzó con maestría una falta en el 87 que se coló a la derecha de Casillas. La emoción llegaba. Uruguay apretó buscando un empate en el que nunca había creído hasta ese momento. Casillas tuvo que estirarse de nuevo en la siguiente jugada para terminar de alejar cualquier fantasma.
España: Casillas; Arbeloa, Piqué, Sergio Ramos, Jordi Alba; Busquets, Xavi (Javi Martínez, m.77); Iniesta, Cesc (Cazorla, m.65), Pedro (Mata, m.81); y Soldado.
Uruguay: Muslera; Maxi Pereira, Lugano, Godín, Martín Cáceres; Diego Pérez (Forlán, m.69), Gargano (Lodeiro, m.63), Gastón Ramírez (Álvaro González, m.46), Cebolla Rodriguez; Luis Suárez y Cavani.
Goles: 1-0, m.20: Pedro. 2-0, m.32: Soldado. 2-1, m.88: Luis Suárez.
Árbitro: Yuichi Nishimuta (JAP). Amonestó a Piqué (36) y Arbeloa (70) por España, y a Cavani (28) y Lugano (40) por Uruguay.
Incidencias: encuentro de la primera jornada del Grupo B de la Copa de las Confederaciones, disputado en el Arena Pernambuco ante la presencia de 41.634 espectadores.
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