El enésimo incendio que Mou le pasa a Florentino
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El momento histórico, cuatro clásicos de golpe en 18 días y tres títulos en juego, ya pertenece también a Mourinho. Y sin hablar, precisamente por negarse a hacerlo en la víspera del primer Madrid-Barça, por ofrecer una foto surrealista que ayer dio la vuelta al mundo y pasó a la posteridad: con la boca cerrada junto a Karanka, mientras este, con los periodistas huyendo hartos en desbandada, se dedicaba fundamentalmente a justificarle.
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Del fútbol, la táctica y las emociones, nada. De los ocho puntos de desventaja, tampoco. El portugués esta vez no encontró nada que decir, pero se apropió igualmente de la escena con su silencio. Llevó la previa donde quería. La alejó del juego y la puso otra vez sobre (o contra) sí mismo.
Al luso hay que reconocerle una habilidad prodigiosa para manejarlo todo. Sobre todo al Madrid, aun a costa de ensuciar a veces su imagen. Más extraño es que el club se deje dominar sin rechistar y consienta los desmanes del técnico al que se ha entregado para acabar con la hegemonía del Barça. Las encuestas mandan y estas afirman que el madridismo de calle, ya sea por populismo, demagogia o desesperación, está con su entrenador. Le seguiría a una guerra si fuera necesario.
Por eso Florentino cede y asume como propio cada incendio. Tanto, que más que recordar el último esperpento de Mou, ahora lo que despierta curiosidad es ver cómo lo respalda hoy su jefe, el principal encargado de velar por los valores de la institución.