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MADRID.- El Real Madrid, otra vez campeón de Europa. El equipo blanco ha conquistado en Milán su Undécima Champions, un título que se hizo de rogar hasta la tanda de penaltis, en la que se impuso a un Atlético que volvió a rozar con la yema de los dedos la gloria y que se le escapó, de nuevo, esta vez desde los once metros. Juanfran Torres mandó su lanzamiento al poste y Cristiano no falló el suyo. El fútbol volvió a ser cruel con la historia rojiblanca y volvió a sonreír al Madrid, que amplía su leyenda en esta competición.
Dos años después de lo sucedido en Lisboa, se repitió el resultado. Si cabe todavía con más dramatismo. El Real Madrid se adelantó en la final a los 15 minutos con un tanto de Sergio Ramos, de nuevo él. Pero ahí se desvaneció el equipo de Zidane, que dio alas al Atlético, que logró empatar a poco más de diez minutos para el final por medio del belga Yannick Carrasco. Con los dos equipos fundidos y sin piernas, se fue el partido a la prórroga y de ahí a los penaltis.
Empezó con ritmo la final. Con toques rápidos, presión por parte de los dos contendientes. Ninguno quería quedarse atrás y ambos peleaban por hacerse con el control del balón, que pareció querer tender más hacia el bando de los de Zidane. El galés Gareth Bale entró como un ciclón en el partido, su movilidad fue determinante en el ataque madridista en los primeros minutos. Y de sus botas salió la primera ocasión de peligro del choque. Una falta que sacó el galés desde el pico del área la tocó levemente Casemiro para que Oblak tuviera que exhibirse sacando un pie salvador. Solo habían pasad cinco minutos y San Siro ya estaba cantando el gol.
De nuevo Sergio Ramos
El Atlético se encogió. No se encontraba cómodo y el resoplido le sentó mal. Tanto que en el minuto 15 volvió a revivir su peor pesadilla, la que le devuelve al minuto 93 de la final de Lisboa. El mismo protagonista de aquel cabezazo volvió a resurgir en Milán para adelantar a su equipo en la final. Sergio Ramos aprovechó el barullo en el área para rematar una falta lateral pateada por Kroos y alargada de cabeza por Bale. El de Camas le ganó la partida en el forcejeo con Savic y, pese a que su pie, pareció estar en posición adelantada, su gol subió al marcador. Al postre fue elegido MVP de la final.
Al Atlético se le colocaron nubarrones y la final se ennegrecía para sus intereses. El Real Madrid, por contra, se encontraba en el escenario ideal y comenzó a desplegar un fútbol preciso, de sutileza. Sus siguientes minutos fueron de dominio. Control del juego, a base de posesión, pases en zonas frías. Apareció entonces Cristiano, con una contra que finalizó con disparo al muñeco y con un centro desde el área que paró Oblak. Entretanto, tan solo Juanfran logró empalar una volea que se marchó alta como única ocasión de cierto peligro para los rojiblancos.
Pasada la media hora, Casemiro, de nuevo en contención en el centro del campo de Zidane, cortó un balón y condujo una contra veloz para ceder a Benzema, que se escoró a la derecha, recortó a Godín y obligó a estirarse a Oblak en su centro al punto de penalti. Pese a la ocasión, el Madrid parecía que no quería hacer más sangre Por eso, el Atlético se dio cuenta y comenzó a reponerse del mazazo con Griezmann de estilete y buscando la espalda por la banda de Carvajal. El francés comenzó a acumular ocasiones para fabricar el empate. Hasta cuatro disparos tuvo el delantero colchonero pero todos ellos fueron repelidos por Keylor Navas o sin alcanzar los tres palos. Así se llegó al descanso.
Carrascó lo cambió todo
En la reanudación, Simeone buscó la mordiente de Yannick Carrasco y sentó a Augusto. Y vaya si acertó. El Madrid, mientras, se quedó en la caseta. No apareció el equipo blanco en muchos minutos del segundo periodo. Y el Atlético pudo haber empatado el choque al primer minuto. Pepe derribó a Torres en el área pero Griezmann envió el balón al larguero. El Atlético no se lo podía creer, pero mantuvo la fe en sí mismo. Y Savic volvió a tener el gol en un remate que salió mordiendo el palo.
El Real Madrid se había esfumado del todo de la final. El 1-0 era un espejismo y el Atlético se hizo con el balón, con las ocasiones y con el espíritu de la final. Incluso, Zidane se encontró con el contratiempo de la lesión muscular de Carvajal. Danilo le suplió. Solo Bale era capaz de mostrar el diente a la defensa rojiblanca. Benzema no encontraba espacios y Cristiano, tocado físicamente, estaba fundido y desesperado. Una sombra del máximo goleador de la competición.
Y los de Simeone, a lo suyo. Conteniendo el ritmo y aprovechando las llegadas a balcón del área madridista. Como Saúl, que quiso emular aquel golazo ante el Bayern, con un remate a media volea que Keylor desvió con la mirada. En la otra puerta, Oblak tenía que repeler de inmediato un remate potente de Benzema, que se había quedado solo en un mano a mano con el esloveno tras una gran apertura de Modric. Pero no estaba fino el equipo blanco pese a ir por delante. Por eso Zidane arriesgó agotando los cambios, dando entrada a Isco y Lucas Vázquez por Kroos y Benzema, antes del 75.
Y llegó el momento que marcaría el segundo tiempo. El Madrid tuvo una triple ocasión para poner el 2-0. Cristiano y Bale no atinaron a acertar en varios disparos y de ahí a la portería contraria y al tanto rojiblanco. Gabi picó el balón ante la llegada al fondo de la banda de Juanfran, que metió un pase con corazón para que Carrasco arrasara con todo y pusiera el empate. El belga ganó la carrera a Lucas Vázquez y revolucionaba la final en el minuto 78. El Atlético encontraba el premio merecido a su propuesta. El Madrid pagaba su indolencia.
Antes de que el inglés Clatenburg indicara el camino de la prórroga, Torres pudo evitarla con un tiro en el primer palo y Oblak necesitó enviar a córner ante el fuerte disparo escorado de Bale. Para rematar el tiempo reglamentario, Yannick, que se convirtió en todo un quebradero de cabeza para la defensa blanca y, en especial, para Danilo, asumió un contragolpe y forzó la amarilla de Ramos.
El penalti fallado por Juanfran
En el tiempo añadido la gasolina se acabó del todo para muchos jugadores y el partido entró en barrena. Solo el corazón podía empujar el balón. Las escenas de calambres y hombres tirados en el césped estirando los gemelos se sucedían. El único que resolvía con frescura cualquier intentona era Carrasco, convertido en héroe del Atlético.
Simeone se vio obligado a sustituir a Filipe Luis y Koke, ambos exhaustos y rotos. Entraron Lucas Hernández y Thomas. El juego se interrumpió del todo. En el Madrid, la segunda fila de Isco, Lucas y Danilo, empujó hacia adelante. Pero no tuvo tiempo para más. Los penaltis resolverían la final. Decidirían al campeón. El drama elevado a la enésima potencia.
Jan Oblak y Keylor Navas se convertían en foco de toda tensión. Los hombres que podrían decantar la Copa hacia uno u otro lado. Pero esta vez, ninguno se convirtió el héroe. Todos los lanzamientos fueron para dentro hasta el cuarto del Atlético. Juanfran Torres cogió la bola, lanzó y el palo repelió al Atlético, otra vez, de entrar en la historia. Cristiano marcó el suyo, el definitivo. No podía ser otro que el portugués el que diera la Undécima al Madrid.
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