"Contador volverá a ser el mejor"
Juanjo Cobo, ganador de la última edición de la Vuelta Ciclista a España, se dispone a dar la batalla pese a no estar en su mejor momento de forma
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Su biografía de ciclista jamás olvida la Vuelta a España del año pasado. Entonces apareció lo mejor de Juanjo Cobo (Cabezón de la Sal, 1981). Se convenció de que la obsesión no tiene razón. Vivió en la carretera lo que no se atrevía ni a soñar. A partir de mañana, como último vencedor, defiende ese derecho con una única pena: "No estoy en la mejor condición". No es culpa de sus piernas, sino de su boca y, en concreto, de una fortísima infección en la muela del juicio. "Me han operado del riñón, pero no recordaba esos dolores". Así que Cobo juega contrarreloj en una Vuelta a España, donde tendrá competencia a mansalva: Contador, Froome, Valverde... "Si encuentro el golpe de pedal en la primera semana tal vez pueda estar ahí", explica Cobo, que planifica por sí mismo la ambición. "No soy un gran campeón, no tengo esa regularidad".
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Usted es el defensor del título. ¿Es mejor que Contador?
No, para nada. ¿Qué está diciendo? Hasta hace seis meses, Contador era el mejor del mundo y lo volverá a ser. No hablamos de un ciclista normal, sino de un gran campeón, y yo no. No soy un gran campeón, no lo he sido nunca.
¿Y lo va a ser?
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Me falta regularidad, estar siempre con los mejores, hacerlo y creerlo, lograr algo más que un pico de forma..., y no pensar que por ganar la Vuelta al País Vasco o la Vuelta a España ya he resuelto la temporada. Los grandes campeones están en todos los lados.
Armstrong sólo estaba en el Tour.
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Era su forma de correr y la respeto, pero era otra época. Los últimos años han cambiado mucho el ciclismo. No hay más que ver a Contador o al mismo Wiggins este año. Los primeros seis meses ganó todo en lo que participó y podemos decir que ha sido el mejor. De Armstrong sólo podíamos decir: "sí, vale, ha sido el mejor en el Tour, pero ¿y lo demás?"
¿Dónde está la gloria en lo demás? Usted ganó la Vuelta a España el año pasado y apenas se le conoce.
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He sido un ciclista raro. Salí casi por sorpresa el año pasado. ¿Quién esperaba que ganase yo? Si no lo esperaba ni yo mismo..., no puedo pedir una gran popularidad. He ganado en sitios puntuales, pero luego he desaparecido: insisto en que soy un ciclista extraño. Tampoco he tenido nunca objetivos claros. He ido siempre a hacerlo lo mejor posible y a ver lo que pasaba, pero...
Su declaración no parece un monumento a la ambición.
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Es que me pilla mal. Bueno, físicamente estoy bien, pero mi condición no es la mejor para coger la bicicleta. Tuve una infección en la muela del juicio después del Tour que me tuvo diez días parado, siete u ocho con antibióticos y me quedé hecho polvo. Perdí totalmente la buena condición con la que había ganado el Tour.
Así que ni le pregunto por repetir el triunfo en la Vuelta.
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Sí, puede hacerlo, no pasa nada, yo le voy a contestar igual. Pero primero vamos a ver qué pasa en la primera semana. Sé que será complicado, porque hay dos días importantes con Valdezcaray y Arrate, y si esos días logro estar cerca de los mejores...
No insistiré más, porque le veo autoderrotado.
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Cuando te fallan las fuerzas es verdad que te asaltan las dudas.
La duda es romántica, pero ¿dónde está el romanticismo en el ciclismo?
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No lo sé. Creo que en este deporte ya no se entiende esa palabra. Al menos, yo no la he conocido. Por lo tanto, es difícil que pueda extenderme en la respuesta.
Perico Delgado ganó la Vuelta a España en 1985 y se convirtió en un ídolo de masas. ¿Cómo fue posible?
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Yo ni lo recuerdo, porque no tenía edad. Casi nunca vi correr a Perico, no era muy seguidor del ciclismo. Corro en bicicleta desde los ocho años, pero en televisión..., de lo primero que me acuerdo son de los Tours después de Indurain. Así que imagine... Pero en el caso de Perico hay que darse cuenta de quien estamos hablando y de la época que lo estamos haciendo. Era otro ciclismo y no como el de ahora, en el que son todo matemáticas. Entonces no existía el pulsómetro y la gente salía a darlo todo cada día y, sin embargo, ahora... No es fácil ni moverse.
¿El ciclismo es un lugar para vivir permanentemente?
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Hoy en día, no es fácil convivir en la bici, y eso que yo lo he practicado toda la vida. Pero en su día escogí esta forma de vida y he de tirar para adelante. He de ser responsbale. ¿Quién me dice que, si no fuese por el ciclismo, ahora no sería uno de los cinco millones de parados? Soy realista y sé lo que soy: nunca me preparé para otra cosa que no fuese para esto.
¿Qué echaría de menos si el ciclismo desapareciese?
Mi forma de vida, ¿le parece poco?
Es una pregunta.
No he sido un afortunado, porque hay corredores, que habiendo logrado menos que yo, han conseguido mejores contratos. Pero también veo mis aghorros, mi hipoteca casi pagada, mi coche, mis ahorros y me digo: "Juanjo, ¿cuándo pensaste tú en ganar tanto dinero?" Y eso que no he solucionado mi vida ni muchísimo menos. Pero tengo 31 años y aún me quedan cuatro o cinco años para lograrlo o, al menos, sentar las bases de un futuro mejor..., quién sabe si para montar un negocio, no sé, ya veremos.
El triunfo es adictivo. ¿Ha sentido la tentación del dopaje?
El año pasado lo pasé fatal. Fueron unos meses en los que no podía, pero no se trataba de que pudiese correr más o menos rápido, sino que no tenía motivación para coger la bicicleta ni para ilusionar a la gente que creía en mí... Fueron meses muy duros y pensé hasta en dejarlo. ¿Cómo iba a pensar entonces en el dopaje?
Y, sin embargo, ganó la Vuelta. ¿No fue un milagro?
Cogí el golpe de pedal y la bicicleta me dio una lección: no todo es tan difícil en la vida como yo había pensado en los meses anteriores.
El futbolista Iniesta dice que "las cosas salen bien cuando se hacen sencillas".
En realidad, es la verdad: no hay que complicarse tanto la vida...
¿Por qué se la complican los ciclistas? ¿Por qué existe el dopaje?
Esa pregunta hace daño, pero más daño hace que pasé y pasa porque hay gente que quiere ir por delante al precio que sea y que no tiene metido en la cabeza que hay que correr de forma natural. Eso no es duro, es durísimo porque daña la reputación de mi deporte. A mí no me importa ser segundo, pero me repatea serlo por detrás de un ciclista que se ha dopado.
Nadie está libre. Mire a Frank Schleck en el último Tour de Francia.
No sé si algún día se acabará esto, pero yo creo que cada vez hay menos gente, se están haciendo muchos esfuerzos, se está luchando cada vez más...
Vamos a ser más optimistas, vamos a encontrar un motivo para que usted gane la Vuelta.
El año pasado tampoco lo pensaba y, al final, la gané.
¿El triunfo no le cambió para siempre?
El que me cambió para siempre fue Matxin, mi anterior director. Cuando tenga un problema, me gustaría hablar siempre con él. Yo estaba fatal el año pasado y él me cogió y me dijo: "disfrutar sin obsesionarte". Para mí, que siempre he tenido tanto miedo al fracaso, fue como volver a vivir. Desde entonces, he aprendido a correr tranquilo o a prepararme sin presión. Parece fácil, pero a mí me costó horrores.
Después de la Vuelta, también encontró novia. ¿No le ha dado más estabilidad?
He tenido esa suerte de encontrar a una chica con la que me gusta compartir la vida. Fue casualidad, porque es la cuñada de un amigo al que conozco desde que corríamos en categorías inferiores. Y me encuentro bien, sí, y, desde ese lado, estoy más estable. Quizá sea hasta mejor ciclista que el año pasado o, cuando menos, estoy más centrado. Pero para lograr los objetivos a veces también hace falta suerte.
Tiene 31 años y nunca ha aparecido en una general del Tour. ¿No le menosprecia eso como ciclista?
En realidad, es lo que más me motiva: el Tour, siempre el Tour. Y yo creía que este año... De hecho, empecé bien, pero tuvimos mala suerte en el equipo, en la primera semana nos dejamos 20 o 30 minutos y, si no estás metido en carrera, es más difícil sufrir. Pero confío en que llegará ese año... Tengo tiempo y quiero aprovecharlo.
Al final de la entrevista, hasta ha logrado identificarse con un hombre optimista. ¿Qué ha pasado?
Si pillase en la primera semana el golpe de pedal, en fin, creo que ya lo he dicho..., no debería insistir más, pero...