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Un club desesperado

El Atlético toca fondo y es incapaz de marcar un gol al modesto Apoel (0-0). Los chipriotas desperdiciaron varias ocasiones claras de adelantarse en el marcador

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Equilibrado el presupuesto, arrinconado el sentimiento atlético y anestesiada la afición, el equipo ha decidido encerrarse en sí mismo. Abel hace experimentos extraños sin mucho sentido, los futbolistas se miran unos a otros sin saber qué camino tomar y, como resultado de todo ello, el Apoel de Nicosia celebrará como fiesta anual cada 15 de septiembre. El día en el que empató un partido de la Liga de Campeones en casa delAtlético, uno de los grandes del todopoderoso campeonato español. Una historia que pasará de generación en generación como un bello hito deportivo en la pequeña isla mediterránea.

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Los dueños del club presumen de no haber vendido a Forlán ni al Kun. Y argumentan que son las dos estrellas de un "buen equipo". Ayer, apagada la pareja de astros, la plantilla quedó retratada con crudeza. Si el argentino y el uruguayo se ponen tristemente de acuerdo en una mala noche, se hace la oscuridad. Aun así, un par de precipitadas apariciones de Agüero ante Chiotis un portero más espectacular que ortodoxo y dos zurdazos finales del charrúa estuvieron a punto de maquillar de triunfo el enésimo fiasco.

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Los dueños del club presumen de no haber vendido a Forlán ni al Kun

El Atlético es un ánima. Una nadería narcotizante en los despachos y un caos soporífero y silente sobre la hierba. Son tantos los golpes morales recibidos que el cuerpo aparece entumecido pero inerte, acostumbrado al castigo psicológico e invisible.

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Si acaso, ocasionalmente, exhibe un arranque de raza del Kun, al que convendría cuidar. El seísmo anímico al que está sometido por el desastre de Argentina y las penurias del Atlético amenazan la estabilidad emocional de cualquiera. Su equilibrio mental corre serio peligro a uno y otro lado del Atlántico.

El joven delantero argentino vive cada partido como una montaña rusa. Se centra en busca de la jugada genial, se desespera con el desorden general y, cuando ya no puede más, lanza una patada a un rival que estuvo a punto de costarle la expulsión. Ajeno aún al contagio de indiferencia general, le hierve la sangre y vive al borde de la tragedia.

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Lo único rescatable delAtlético, amén de Asenjo, son los destellos de Jurado

Los problemas son incontables, pero el origen del mal está en la defensa. Un balón cruzado sobre el área delAtlético, desde todos los puntos cardinales y a cualquier altura, es un sobresalto. El juego rojiblanco es un viaje eterno en el tren de la bruja. Y Asenjo es el inocente pasajero al que le caen todos los escobazos. Y Charalambidis, el demonio que estuvo a punto de encumbrar a un equipo que llegaba acomplejado. Tuvo dos ocasiones escandalosas, solo ante el guardameta español. No las aprovechó. "Somos de Segunda", confesaba Mortadelo, el croata ex cadista que, lesionado, no jugó. Menos mal. Sólo faltaba él para dibujar un tebeo sin gracia.

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Lo único rescatable delAtlético, amén de Asenjo, son los destellos de Jurado y quince voluntariosos minutos tras el descanso. Sin Maxi y con él. Con Pablo dentro o fuera. Esté Perea o Valera en la banda derecha, nada funciona. Y una aseada banda de abnegados chipriotas se permitieron el lujo de tutear al Atlético.

0 - Atlético de Madrid: Asenjo; Perea (Sinama Pongolle, m. 67), Pablo, Ujfalusi, Domínguez; Jurado, Assuncao, Cléber Santana (Maxi Rodríguez, m. 51), Simao; Forlán y 'Kun' Agüero.

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0 - Apoel Nicosia: Chiotis; Poursaitides, Paulo Jorge (Grncarov, m. 45), Kontis, Haxhi; Nuno Morais, Michail; Charalambides (Satsias, m. 67), Helio Pinto, Kosowski; y Zewlakow (Paulista, m. 80).

Árbitro: Craig Alexander Thomson (Escocia). Amonestó al local Assuncao (m. 90).

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Incidencias: partido correspondiente a la primera jornada de la fase de grupos de la Liga de Campeones, disputado en el estadio Vicente Calderón ante unos 40.000 espectadores.

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